Pacto.

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-¿Qué es lo que le ofreciste a ese alfa que no quisiste pronunciarlo en voz alta? 

Ese era Hades, que le había seguido cuando se alejó de los demás, pensando en qué hacer, si no recibían la ayuda que le habían prometido, usando las reglas de los dioses a su favor. 

-¿Acaso importa? 

Radamanthys no creía que su dios Hades no comprendiera bien la clase de pacto que había hecho para comprar la seguridad de sus aliados, de su propio dios de la muerte, quien le veía con una expresión serena. 

-A mi si, no quiero que escapemos de esto, para que tu tengas que sufrir por todos, eso es algo que no te he pedido. 

Lo sabía bien, su señor no lo traicionaría de esa forma, pero fue lo único que pudo ofrecer, compañía a cambio de seguridad, a un alfa que pensaba era honorable, que se sorprendió al escuchar sus palabras, al verlo visitarlo en su taller, vistiendo su armadura, sin fingir ser alguien más, como esa ocasión en el que lo protegió. 

-Lo se mi señor, usted es justo, pero es algo que yo decidí ofrecer a este alfa, si es que consigue ayuda y evita que nos lastimen, a cada uno de nosotros. 

Era todo o nada, una apuesta demasiado arriesgada, pero, que mas podia hacer, nada, estaban debilitados después de las guerras, el Inframundo no era el ejército formidable del pasado y Athena tenía la culpa de eso. 

-Si alguno de nosotros sufre algún mal, nuestro trato se termina… 

La ley de las Cibeles era una muy antigua, que Hades reconoció inmediatamente, pero aun asi, le molestaba que Radamanthys hubiera recurrido a una ley tan retorcida, porque a fin de cuentas, esas mujeres fueron secuestradas, apartadas de su hogar, que no les forzaran a realizar tareas manuales o que no las lastimaran, era muy poco a comparación del crimen en su contra. 

-No debiste realizar esa promesa y no creo que un alfa que haya aceptado esa ofrenda sea lo que necesitamos en este momento. 

Tal vez no era el mismo que en el pasado, pero aun así, deseaba creer que lo ayudaria, se suponía que esos soldados tenían honor, que cumplian su palabra. 

-Hice lo que estaba en mis manos, como usted me lo sugirió, pero no lo culpo de las decisiones que tome ni por haberlas hecho. 

Respondió Radamanthys con una sonrisa, escuchando unos pasos fuera de esa habitación donde pensaban podían esconderse, escuchando como tocaban a la puerta, llamando en la oscuridad. 

-¡Mi señor! ¡Mi señor Radamanthys! 

Era el quinto dia en el que trataba de hablar con el, de convencerlo de escapar juntos, segun decia lo mantendria seguro, lo cuidaria, como un alfa cuida de un omega y desde la primera ocasión, se sintió sucio, traicionado, porque no esperaba que Valentine cobrara por su ayuda. 

-Es la última vez que vengo a ofrecerle mi amor y mi proteccion, asi como sera la ultima vez que me humillara, por favor, salga de allí, déjelos a su suerte, podemos huir, formar una familia, podemos estar juntos, tu y yo. 

Radamanthys cada ocasión se sentía un poco más traicionado, así que al ver que Hades escuchaba esas palabras, quiso escapar, pero no lo dejaron, pues su dios se mantenía quieto en ese sitio, escuchando las palabras de ese traidor. 

-¡Abre la maldita puerta Radamanthys! 

Cuando no le respondió, escucho mas golpes al otro lado, como si quisieran abrirse paso a la fuerza, podía escuchar la furia, el enojo de Valentine, hasta verlo, tragando un poco de saliva. 

Cacería.Where stories live. Discover now