Alivió.

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Sentía esas manos recorriendo su cuerpo, sus piernas, sus brazos, su torso, con suavidad, con delicadeza, era un sentimiento extraño, porque esas manos no tenían dedos y tocaban casi todo su cuerpo al mismo tiempo, todo, menos su intimidad, su sexo, o su humedad, como si hubiera una barrera que se lo evitaba, logrando que su cuerpo dejara de dolerle, que ese sentimiento como de fuego, o lava recorriendole se detuviera, como decían que se sentia cuando tu alfa te tocaba. 

Pero no era suficiente, no lo era, necesitaba más y como si comprendiera que esas manos que no eran manos no iban a llegar tan lejos como lo deseaba, el mismo llevo una de sus manos a su sexo, acariciando uno de sus pezones, siguiendo el ritmo de ese amante imaginario. 

Que era casi posesivo en su forma de tocarlo, pero dulce al mismo tiempo, que le hacía pensar en ese amante de sus sueños, quien le veía con tristeza, con ternura, sin siquiera conocerlo, quien podía creer lo amaba, aunque no supieran nada de ellos, sabía que él sería su guerrero, su compañero del crimen, su todo, aunque, no creía que existiera. 

Aun así, se acariciaba a sí mismo al ritmo de ese ser imaginario que le hacía sentirse en paz, casi como si la odiosa mordida hubiera desaparecido y por momentos, así era, esta había desaparecido. 

Al menos de su psique, de su imaginación, regresandole su libertad perdida, no estaba casado con Hakurei, no tenía una mordida en su cuello y él tenía un alfa que lo deseaba, que lo protegería y que lo cuidaría. 

No porque lo necesitara, sino porque lo quería, porque le amaba y porque con él podría bajar su guardia, dejar de preocuparse por el futuro, por la victoria, podría actuar como cualquiera, porque ese alfa lo mantendria seguro, lo mimaria, lo desearía. 

Lo desearía tanto, como él en ese momento deseaba que esas manos lo acariciaran más adentro, que se movieran a su intimidad, pero parecía, que solo estaba dispuesto a brindarle esa sensación de seguridad, o esas pequeñas caricias. 

Radamanthys abrió los labios, jadeando quedito y estaba casi seguro que había escuchado una ligera risa, pero solo era su imaginación, aunque esas manos no dejaban de recorrer su piel, su cuello, sus muslos, y casi podía sentir el aliento de ese alfa junto a su cuello. 

“Eres hermoso” 

Pronunciaron en su oído, recorriendo su cuello, como si quisieran morderlo y el de alguna forma le ofreció un lugar para que pudiera hacerlo, pero no lo hizo, ese alfa solo recorrió sus labios como si se tratase de un beso. 

“Eres tan hermoso”

Radamanthys llevó sus manos al cuello de ese alfa que no podia estar alli, ni tampoco era real, para besarle de nuevo, con mucha más pasión, sintiendo que estaba próximo a tener un orgasmo, debido al aroma de mar, al cosmos que lo rodeaba y a esas manos tocándolo con delicadeza. 

“Eres perfecto” 

Susurro en su oído, y por un momento pudo imaginarse ese rostro seguro y socarrón mirándolo con esos hermosos ojos azules, devorandolo con la mirada, haciéndole sentir hermoso de momento, teniendo un orgasmo solo por esas caricias, sin que tuvieran que ingresar en su cuerpo o rodear su sexo, porque ese alfa no quiso aprovecharse de su celo, supuso, abriendo ligeramente sus ojos, medio perdido en su fiebre, observando a la criatura mas hermosa que jamas habia visto. 

-Eres tu… 

Antes de que su amante imaginario pudiera responderle, Aiacos al escuchar esas palabras, se apresuró a retirar los biombos, pensando que estaba con alguien, algun alfa, pero lo único que vio fue a Radamanthys en el agua, aun acariciandose a sí mismo, con delicadeza, su mirada medio perdida, pero ya no parecía sentir dolor. 

Cacería.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin