Rescate.

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Ares nunca se había encontrado a ese dios de la muerte no violenta en su eternidad, pero había escuchado hablar de él, y lo que se decía, era que se trataba de un dios violento, que se enojaba muy rapido, que gritaba mucho, aunque en ocasiones actuaba como un mortal, como un hombre pacífico.

-¿Y como es que si corres para ver a este Thanatos y no lo hiciste cuando yo te lo pedí? 

También se preguntaba porque Hefesto corrió en su dirección, para arrodillarse a levantarlo, atendiendo sus heridas con demasiada rapidez, como si fueron grandes amigos, camaradas, como sabía que no lo haría con el, de cambiarse los papeles, supuso, bastante molesto.

-Aunque lo hice durante horas...  varias horas.

Tuvo la necesidad de decirle eso, hacerle recordar que le pidió que apuraran el paso, pero no lo hizo, ni siquiera le hizo caso, pero aquí estaba Hefesto, de rodillas, tratando de levantar a Thanatos sin lastimarlo, con demasiada delicadeza.

-Porque Thanatos es mi amigo. 

Le respondió acercandolo al carro que se quedó algo apartado, sintiendo un poco de dolor en su pierna, pues, había caído desde muy alto, aunque solo era una fracción de la altura que soporto cuando Zeus lo lanzó del Olimpo, haciéndolo aún más feo de lo que ya lo era, al menos, eso decían los mitos.

-Pense que eramos amigos. 

Ares le siguió, sintiéndose algo molesto, porque no pensaba que Hefesto tuviera otros visitantes, otros amigos y se preguntaba, porque cuando lo visitaba, no respondía sus preguntas o no aceptaba sus invitaciones a entrenar, o a cazar animales salvajes, ni siquiera le dejaba ver cómo creaba una de esas máquinas. 

-Que yo era tu amigo. 

Como si no lo considerara su amigo, y era cierto, el se acosto con su esposa, tuvo sexo con ella, hasta tuvieron un hijo, varios hijos, pero, no eran más que aventuras, solo se divertían, todos los dioses eran infieles, todos buscaban diversión, seguramente Hefesto no podía molestarse por algo como eso. 

-Lo que eres es una peste. 

Fue la respuesta del dios rubio, que se detenía delante del carruaje, recordando que solo funcionaba si Ares así lo decidía, por lo que solo si el dios de la guerra lo decidia asi, podrian llevar a Thanatos a la seguridad del Santuario.

-Eso fue excesivamente cruel… 

No sabía si estaba jugando o lo decía en serio, pero de todas formas quería ver si Hefesto le pedía un favor, guardandose su orgullo, o se daría cuenta que no tenia porque hacer nada que le pidiera, si no estaba de humor para eso.

Ares era un hombre alto, apuesto, el epítome de la belleza masculina, alto como todos los dioses, fuerte, de cabello negro como el carbón, ojos rojos inyectados de sangre, con un ligero parecido a los gemelos de géminis, porque el había tenido que ver en su creación, no por nada eran semidioses en todo su derecho, pero como todo dios, no se preocupaba de su seguridad, ni de la clase de vida que tuvieran sus vástagos, no era de su incumbencia si vivían o morían, y tal vez, solo tal vez, cuando llegaran a una edad adecuada les haria un regalo que no compensaba su falta de interés en toda su vida. 

-Lo llevaremos en tu carro, aqui no podemos curar sus heridas. 

Hefesto le ordenó sin más, sin pena o miedo, esperando escuchar su respuesta, que fue un suspiro, si eso deseaba el dios creador de máquinas, eso tendría, porque le interesaban demasiado sus creaciones y le había hecho mucho daño en su eternidad, ademas, los dos compartian el desprecio por su esposa.

Cacería.Where stories live. Discover now