Capítulo 51

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- ¿Puedo entrar? -preguntó Sofía desde el otro lado de la puerta después de golpear un par de veces. Estaba algo nerviosa, y fue por eso que ni siquiera se atrevió a abrir la puerta antes de que le dieran permiso para entrar.

- Sí -respondió Mimi alzando un poco la voz para que la escuchara.

- Buenos días -saludó la hija aún con voz de dormida y con las marcas de la sábana en su cara.

Era sábado, y la noche anterior se había acostado tarde, aún así había madrugado, no tenía ninguna necesidad de hacerlo, pero su cuerpo decidió que ya no quería dormir más, así que la rubia optó por levantarse de la cama y dejar de dar vueltas en ella.

- Buenos días -respondió Ana que también seguía con cara de dormida, aunque haría ya más de media hora que se había despertado.

Habían pasado una buena noche, su pequeña, que ya tenía una semana, se había despertado tres o cuatro veces durante la noche, pero una vez había comido y había quedado satisfecha, se había dormido de nuevo, dejando así a sus madres descansar.

- ¿Pasa algo? -preguntó la rubia extrañada, pues las visitas de su hija a su habitación no eran ya nada habitual, y mucho menos un sábado a esa hora tan temprana de la mañana.

- ¿Podemos hablar? -les preguntó la chica- Todas juntas, las tres -aclaró.

- Claro que podemos -respondió Ana- Cuéntanos -siguió deseosa de saber que pasaba, pero también algo nerviosa por si aquello era algo malo.

Aún no sabían sus notas del curso, y aunque las madres no querían agobiarse por eso y confiaban en su hija, el temor de que volviese a suspender seguía allí, y es que cuando dijo que quería hablar a ambas se les pasó de inmediato esa posibilidad por la cabeza.

- Bueno, es que... -dijo dudando y tratando de buscar las palabras más adecuadas para decir lo que quería expresar- Sé que estabais muy enfadadas por que no os contábamos nada y bueno, ahora que ya estamos todas mejor, pienso que es el momento de contaros algo que es importante para mi.

- ¿Qué quieres decirnos? -le preguntó Mimi impaciente, ya que no podía soportar más los rodeos que estaba dando su hija.

- Me gusta, me gusta Paula, me gusta mucho -le confesó Sofía a sus madres con una sonrisa nerviosa.

Las dos madres se miraron buscando la mirada cómplice de una a la otra, ambas ya respiraban aliviadas, quizás porque pensaban en algo malo, pero les pareció una muy buena noticia y les enterneció mucho la forma en que se lo comunicó.

- Cariño... -dijo Mimi con una sonrisa tierna y abriendo los brazos invitándola a que le diera un abrazo, a lo que Sofía se lanzó con cuidado a los brazos de su madre.

Ella misma había admitido que no soportaba ver a sus hijos crecer y que se le hacía muy cuesta arriba que sus hijos empezaran a tener parejas, pero lo cierto es que se sorprendió a ella misma por su reacción.

Le parecía muy tierno que su hija pudiese tener a alguien en su vida como Paula, era una buena chica, y si se habían enamorado, pues tal vez tampoco estaba tan mal.

Al fin y al cabo, sabía que eran cosas de crías y probablemente no iban a durar muchos meses, pero su hija también tenía que crecer y aprender de estas cosas, así que decidió quedarse con lo bueno, y es que había tenido la suficiente confianza para contárselo a ellas, y eso era todo un logro.

- ¿Mami? -dijo Sofía al ver que Ana no reaccionaba ante aquello ni decía nada al respecto.

- ¿Cuándo has crecido tanto mi niña? -se preguntó la morena dándole un abrazo a su hija- Ya sabes que nosotras te apoyaremos en todo lo que hagas, gracias por confiar en nosotras -le agradeció.

Nueve y medio | ‪WARMIWhere stories live. Discover now