Capítulo 34

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- ¿Sí? -respondió Ana aún con los ojos medio cerrados a la llamada que acababa de entrar en su móvil.

- ¡Uy! ¿Te he despertado? -preguntó sorprendida su amiga María, al otro lado del teléfono.

- Mejor Martel, me he quedado frita en el sofá, no sé ni que hora es -dijo la mujer desorientada- ¡Ay! -exclamó mientras se incorporaba.

- ¿Que te pasa? -dijo algo preocupada su amiga.

- Nada, la espalda, que estoy jodida con esta barriga -se quejó Ana.

- Y lo que te queda -le recordó María.

- Siempre dicen que el tercer trimestre es el más agradecido, y mira, que quieres que te diga, aún no he entrado y ya quiero que termine -siguió la morena con su queja.

- Te veo estupenda ¿eh? -bromeó su amiga- Por lo menos hoy no te quejas de la parienta, y eso es bueno, ¿dónde la tienes?

- En un cumpleaños, con las pequeñas -le explicó.

- ¡Uh! De una buena te has librado -respondió María riendo- Hace tiempo que no voy a una pesadilla de esas.

- Sí, si es que ella se lo pasa mejor que las niñas, ya te la puedes imaginar -le dijo Ana rodando los ojos aunque esta no la podía ver.

- Venga, no seas mala Anita, ¿aún siguen enfadadas? -le preguntó.

- Yo no estoy enfadada ya lo sabes, solo disgustada por todo lo que ha pasado, pero definitivamente estamos cada vez mejor -le aseguró a su amiga.

- Después de lo que te pasó... -comentó María.

- ¡Y dale! -se quejó Ana- que estoy bien -le recordó.

- Que sí Ana, que sí, pero seguro que Mimi se dió cuenta que te necesita después de eso, ¿o no? -le preguntó.

- Tal vez, si que es verdad que ahora todo es diferente -reflexionó- pero me niego a pensar que tiene que ver con aquello. Igualmente, creo que todavía queda, pero siento que estamos en el buen camino -dijo algo esperenzada- y eso es lo que me importa.

- ¿Lo ves? -le hizo ver su amiga- Poco a poco todo volverá a estar en su lugar, ya verás -la animó.

- Y bueno, cuéntame tu, ¿para que me llamabas? -le preguntó curiosa.

- Es que te echo de menos -le confesó su amiga.

- Ay, pero no me digas eso por dios -se quejó Ana.

Ella también la echaba de menos, obviamente, pero de poco servía pensarlo y lamentarse por aquello. Ya hacía muchísimos años que no vivía en Tenerife, al principio se le había hecho muy cuesta arriba, pero con el tiempo no le quedó otra que hacerse a aquello.

- Es que me puse a ver fotos y me entró la nostalgia -confesó su amiga- Estaba viendo cuando nos fuimos de fin de semana al sur, me acuerdo perfectamente, como si fuese ayer, era la primera vez que hacíamos una excursión así solas -recordó.

- Quince añitos teníamos, quién los tuviera -bufó Ana- Y que buenos momentos pasamos, ¿eh?

Ana y María se conocieron tres años antes de aquello. Su encuentro fue fortuito, quizás fue suerte, coincidencia o el mismo destino, pero lo cierto es que estaban hechas la una para la otra.

- ¡Hola! -saludó María, una niña muy extrovertida y simpática, a su compañera de pupitre Ana, que era exactamente todo lo contrario a ella.

- Hola -balbuceó algo tímida y asustada. Los ojos grandes y brillantes de Ana miraban a aquella desconocida con algo de temor pero también expectación

Nueve y medio | ‪WARMIWhere stories live. Discover now