Capítulo 1

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- ¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos Cloe, cumpleaños feliz! -toda la casa cantaba al unision pendientes de la hermana mayor y el pastel que presidía la mesa alargada del comedor.

- ¡Bien! -vitorearon y aplaudieron, formando un gran escándalo, todos a la vez cuando Cloe sopló las velas. 

Por fin, un poco de paz en aquella casa, donde últimamente habían peleas a todas horas. Pero como Ana y Mimi siempre habían defendido En esta casa, las alegrías se multiplican y los disgustos se comparten. Nunca lo confesaron, pero esta frase que llevaban por bandera la leyeron hacía ya algunos años en un libro casposo de una señora muy religiosa y que tenía 18 hijo, pero les gustó tanto que se la hicieron suya.

Cloe fue un regalo de hija para sus madres, de bebé no les dió ningún problema, dormía por las noches, comía bien y estaba muy sana y fuerte, digamos que su primer año de vida, que según todo su entorno iba a ser el peor de sus vidas, fue un paseo en comparación a lo que vino a continuación. 

- ¿Quién quiere tarta? -preguntó Mimi entusiasmada con el cuchillo en la mano- Haz los honores -le dijo a su hija mayor tendiéndole el cuchillo para que cortase ella misma el pastel.

- ¡De pequeño a mayor! -dijo Lola a sabiendas que así sería la segunda en poder probar ese delicioso pastel.

- Si claro -se quejó Bruno al saber que, de esta forma, el sería el último, sin contar a la homenajeada.

- Venga -dijo Cloe intentando destensar los ánimos- Que hay para todos.

- ¿De que es? -preguntó la benjamina.

- Creo que es de chocolate -respondió Sofía.

- Es de trufa y nata -dijo en voz baja Emma, que observaba con paciencia el pastel que estaba deseando saborear, pero entre tanto grito nadie la escuchó.

- Lola, tu plato -le dijo la cumpleañera a la niña, tras darle su trozo a la más pequeña. 

Las madres, miraban y comentaban la escena desde una esquina de la cocina. Ana estaba apoyada a Mimi que le rodeaba la cintura con sus manos entrelazadas. Estaban felices, muy felices, de ver a todos sus hijos comiendo la tarta y disfrutando de aquel momento.

- Toma -continuó la chica dándole el trozo respondiendo a la impaciencia de su hermana pequeña- Emma -le dijo con una sonrisa a su hermana para que le diera el plato. Esta se lo dió mientras miraba con atención como cortaba su trozo.

- El mío es más pequeño -se quejaba Lola de fondo, pero tampoco nadie le hacía caso.

- Aquí lo tienes -dijo devolviéndole el plato.

- Gracias -respondió la pequeña mirando su trozo de pastel. 

Cloe se quedó embobada unos segundos observando a su hermana, a veces pensaba que era un bicho raro pero en el fondo la quería un montón, de hecho era con quién mejor se llevaba de las hermanas últimamente, quizás porque era la única que no la liaba continuamente.

- Quiero más -decía Lola tirando de la camiseta de su hermana e interrumpiendo ese momento de complicidad con su hermana.

- Eres muy pesada -dijo ya algo cansada de ella- Esperate a que hayan comido todos y lavate la cara -le pidió, pues la pequeña tenía la nariz llena de nata y los morros untados de chocolate, parecía que hubiese estampado su cara en la tarta más que habersela comido.

- Sofi -dijo para que le diese el plato- ¿Así? -dijo indicando el tamaño de porción -la niña asintió y la chica cortó su trozo de tarta para dárselo, a continuación hizo lo propio con su otra hermana, Naira, que le pidó un trozo exactamente igual a la anterior.

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora