Capítulo 2

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- ¡Baja la música! -dijo Naira pegando golpes en la pared que daba a la habitación de su hermano.

- ¡No puedo más! -explotó también Sofía levantándose de su escritorio y yendo donde su hermana para unirse a los golpes.

- Joder, es que no para -le comentó Naira a su hermana- Tengo que estudiar

- Y yo también, no te jode -dijo enfadada.

La chica salió de la habitación abriendo la puerta con rabia y muy mosqueada y empezó a aporrear la puerta de la habitación contigua. Su hermana no tardó ni un par de segundos en salir tras ella para ver el espectáculo.

- ¡Que bajes la música! -gritó Sofía con su voz de pito tan característica mientras no cesaba los golpes contra la puerta.

- Ey, ¿qué pasa? -les preguntó Mimi, aún con tono amable, que acababa de salir de la habitación de la más pequeña al escuchar tanto escándalo- Sofía por dios, vas a romper la puta puerta -le advertió ya cabreada y agarrando a su hija por los brazos para que dejase de dar golpes.

- ¡Coño, callaros todos! -salió la mayor también en busca de guerra.

- ¡Que pare él la música! -exclamaron las gemelas al unísono que, por una vez, estaban de acuerdo en algo. Mimi al escuchar el ruido evidente que salía de la habitación del chico empezó a golpear la puerta, tal y como había impedido que su hija hiciera segundos atrás.

- No deberíais haberle dejado ponerse el pestillo -le dijo Sofía a su madre reprochándole que sus hermanos mayores pudiesen encerrarse en la habitación y ella no- y a Cloe tampoco -añadió.

- Y a ti que te importa -le replicó la mayor que seguía observando la escena desde el marco de la puerta.

- ¡Coño abre! -gritó Mimi que seguía aporreando la puerta.

- Manda un mensaje a su móvil -sugirió Emma que acababa de aparecer al pasillo alertada por los gritos que llegaron hasta su habitación. Cloe, que tenía el móvil en la mano, le mandó un mensaje y la puerta se abrió instantes después.

- ¿Qué? -respondió el chico de mala gana.

- ¡Qué bajes la voz! ¿No te das cuenta? -le dijo su madre estupefacta como si no era obvio que las ventanas de la casa iban a reventar en cualquier momento.

- Hola -interrumpió Ana que acababa de llegar a casa y había subido hasta el piso de arriba, pero con el jaleo nadie la había escuchado- ¿Que pasa aquí?

Todos empezaron a hablar a la vez, y de hecho se escucharon algunos insultos, pero Ana obviamente no entendió nada y se enfadó aún más al ver que en su casa todo seguía igual así que decidió poner un poco de orden.

- A ver -dijo alzando la voz- Tu, para la música -le dijo a Bruno, que aún seguía con su discoteca particular en el cuarto- Y vosotras -se dirigió a las cuatro hijas que estaban en el pasillo- todas al cuarto, a estudiar o lo que tengáis que hacer y si no abajo, pero no arméis jaleo arribo. Os lo tengo dicho.

Todos se encerraron de nuevo en sus cuartos sin decir nada más y cerrando de un portazo, menos la menor de estas, Emma, que se acercó unos segundos a saludar a su madre- Hola mamá -dijo dándole un abrazo- lo siento, yo no he hecho nada, solo he salido del cuarto por que había mucho ruido -continuó disculpándose, aunque no hubiese sido su culpa, le sabía mal que su madre se hubiese enfadado de nuevo.

- No pasa nada -dijo acariciando su melena oscura- Ve a tu cuarto ¿vale? Tengo que hablar con mamá -la niña asintió y se fue a su cuarto casi corriendo- ¿Qué pasó? -le preguntó entonces a Mimi.

Nueve y medio | ‪WARMIWhere stories live. Discover now