Capítulo 18

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- Buenos días Ana -la recibió la doctora en su consulta sin ni siquiera levantar la vista de su ordenador- ¿Qué tal? ¿Vienes sola hoy? -le preguntó algo sorprendida.

La doctora conocía de sobras a Ana, también a Mimi, llevaba atendiéndolas prácticamente 18 años y había estado presente en los partos de casi todos sus hijos. 

Esa mañana le sorprendió ver a Ana entrar sola en la consulta, era la primera vez que lo hacía estando embarazada, siempre había ido acompañada de la rubia.

Las razones por la que Ana iba sola eran más que obvias, aunque no las fuese a admitir delante de la doctora, y es que probablemente ni Mimi sabía que ese día la morena tenía cita en el médico para ver cómo estaba el bebé.

- Bien, ya me encuentro mucho mejor -respondió Ana centrándose en los motivos médicos de su consulta- Mimi no ha podido venir, tiene trabajo -continuó sin darle mucha importancia al asunto.

- Bueno, ya sabes lo que toca -le dijo la doctora señalando la camilla- Con suerte hoy podremos ver el sexo del bebé -le explicó- ¿Quieres que te lo diga? ¿O prefieres esperar a la próxima consulta cuando tu mujer pueda venir? -le consultó con toda su buena intención del mundo y sin tener ningún tipo de sospecha de lo que había sucedido entre ambas.

- No, que va, si eso en verdad es una tontería, ¿no? -comentó Ana que ciertamente tenía poco interés por no decir nada en si iba a ser un niño o una niña- Así ya puedo, bueno podemos -se corrigió- empezar a pensar en el nombre.

Las primeras veces, había habido algo más de expectación en cuanto al sexo del bebé, aunque como era obvio eso era algo irrelevante, lo más importante era la salud de este, a Mimi le hacía más ilusión una niña y a Ana un niño. 

Cumplieron rápidamente sus expectativas, pues la primera fue una niña y el segundo un niño, y a partir de allí ya les dejó de importar lo más mínimo el sexo, aunque nunca les dejó de sorprender que, con tantos hijos, no hubiese venido otro niño aún.

- De acuerdo pues allá vamos -dijo la doctora dirigiéndose hacía la camilla donde Ana ya estaba preparada para realizar la ecografía- ¿Qué tal los niños? -le preguntó mientras extendía el gel en su vientre.

- Bien, bien, todos muy bien -respondió Ana con una sonrisa mientras miraba embobada la pantalla. 

No sabía que estaba viendo ni siquiera si eso era el bebé, siempre lo veía todo igual y se lo tenían que explicar, pero ella era feliz observando aquello.

- Está muy bien puesto -comentó- o puesta -añadió- Voy a tomar las medidas, como siempre -le explicó mientras tecleaba algo en aquel aparato, tal y como siempre hacía- Pues genial, exactamente lo que tiene que ser a las quince semanas -comentó la doctora.

Ana sabía lo que venía a continuación, ese momento siempre le daba un poco de miedo, no tenía motivos para hacerlo pues le acababan de decir que estaba todo bien, pero le era inevitable no sufrir con aquello. 

Enseguida se escucharon en la consulta los latidos acelerados del bebé, aquel sonido que, aunque pudiese parecer algo estresante, relajaba como nada en el mundo a Ana y, por fin, pudo respirar hondo.

- Aquí tienes el latido -comentó la doctora a sabiendas de lo mucho que ayudaba a la morena escucharlo.

Lo dejó sonar unos cinco minutos, bastante más de lo habitual. De ser otra paciente, ya la tendría fuera de la consulta, pero Ana era casi como una amiga para ella, le tenía mucho aprecio, al igual que a Mimi, y sabía todo lo que había tenido que pasar y sufrir, así que cada vez que podía, le hacía ese pequeño favor.

- Está todo perfecto Ana -le repitió a la morena- Ahora a ver si podemos ver si es nene o nena -continuó volviendo a la ecografía- Mira, se ve perfecto, sin ninguna duda -le explicó a Ana- ¿Lo ves? Es una niña.

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora