Capítulo 37

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- A ver, a ver, a ver, un poco de orden por aquí, ¿no? -llamó Mimi la atención de sus hijas.

Era un miércoles por la tarde, un día normal, en excepción de que era el cumpleaños de Mimi y por supuesto lo iban a celebrar a lo grande. 

No tanto para la madre, que realmente le daba bastante igual y hubiese preferido comprar un pastel y pasar la tarde en el sofá, si no por las niñas, que les encantaba celebrar los cumpleaños a lo grande.

Hacía semanas que no se celebraban cumpleaños en casa, de hecho el cumple de Mimi era el que daba el pistoletazo de salida a los cumpleaños de primavera. 

En apenas un par de semanas volverían a estar de fiesta celebrando el cumpleaños de Emma, en mayo tocaba el de Lola y a principios de junio el de Inés, y también eran conscientes de que a esa lista se iba a sumar la nueva hermana, que tenía previsto nacer a finales de mayo.

- Emma, tu rompe los huevos -le pidió a la mayor- Necesitamos seis, ponlos en este bol -dijo acercándole el recipiente.

- ¿Y yo? -preguntó Lola impaciente, que se moría de ganas de colaborar con aquello.

- Tu los bates luego -le indicó Mimi- pero esperate a que estén todos los huevos -le pidió.

- Mamá, ¿y yo? -preguntó Inés poniendo una mueca, ya que a ella no le habían asignado ninguna tarea aún.

Mimi cogió en brazos a la pequeña Inés y la sentó encima de la encimera de la cocina, sabía que no debía hacer eso porque luego se subiría ella sola y la tendría que regañar, pero ya estaba suficientemente agobiada como para buscar una alternativa.

- Mira coges esto -dijo dándole un papel untado con mantequilla- y lo esparces en el molde, ¿vale?

Esa era la única actividad que le podía asignar a la pequeña sin tener que preocuparse en que no se hiciese daño o dejase la cocina peor de lo que ya estaba. Así que, cuando tuvo a las tres niñas entretenidas, empezó a avanzar trabajo y limpiar todo lo que ya habían ensuciado previamente.

- Ups -dijo Lola con un hilo de voz, lo que solo podía indicar que algo malo había pasado. Mimi se giró y vió todo el bol vertido encima de la encimera.

- ¡Ay Lola, que lo tiras todo hija! -se quejó la rubia- Ve con más cuidad, por favor -le pidió mientras recogía todo lo que había tirado- Y Emma aguanta el bol para que no se le mueva y no lo tire todo de nuevo -añadió.

- ¡Dios que asco! -exclamó Emma que lejos de estar atenta a su madre estaba observando a la más pequeña que se estaba comiendo la mantequilla a lametazos directamente del envase.

- ¡Inés que esto no se come! -le advirtió Mimi que fue directa a la niña para quitárselo de las manos.

- ¡Jo! Qué está muy buena -dijo la niña molesta porque la habían pillado y ya no podía seguir comiendo más.

- A ver que pastel nos sale con estas ayudantas... -comentó Mimi irónicamente que ya se veía teniendo que ir a comprar un pastel a última hora de la tarde.

- Pues uno buenísimo -respondió Lola muy segura.

- ¿Ya estáis de esto chicas? -les preguntó a las mayores mientras revisaba lo que habían hecho previamente.

- Sí, ya está todo bien batido -respondió Emma.

- Entonces, ¿lo ponemos ya al horno, no? -comentó la rubia- Venga, acercadme el molde y pongo la masa dentro -les pidió a las niñas.

Mimi vertió todo el contenido del bol dentro del molde, y cuando estuvo, dejó todos los bártulos esparcidos por la encima y fue hasta el horno para poner la masa a cocerse allí dentro. Pero cuando se pudo dar cuenta, las tres niñas ya estaban relamiendo los utensilios que habían usado para probar la masa del pastel

Nueve y medio | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora