Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de Condenación

Capítulo 9

   Todo lo que necesitaba Ery aquella mañana era un buen desayuno. Cuando Arixia entró en la cocina leyendo el dorso de un par de sobres, ella compartía con Equis su segundo pan de miel con mermelada. El cocinero era muy complaciente.

   ―Nuestro correo trajo la respuesta que tanto esperaste. ―Arixia le dejó el sobre en la mesa.

   Ery dejó a un lado el desayuno y recogió el sobre, los dedos le temblaban. Se dijo que Derkin le había prestado atención a su sugerencia de entregarle la respuesta al mismo mensajero, puesto que ella ―siguiendo las expresas indicaciones de Arixia― no había referido su residencia actual. La ansiedad que la impulsaba a rasgar el papel desapareció con una subrepticia seña de su compañera: en ese instante entraba Nymer en la cocina. Se acercó a Equis, le susurró algo en secreto, y enseguida se fue por donde había venido.

   ―Quizá ―murmuró Arixia― lo mejor sea leer esa carta en la intimidad. ¿No crees, Ery?

   Ella asintió. Todavía no respiraba la confianza suficiente junto a los subordinados del Cazador Exan Deil. Y las palabras de Arixia sonaron muy cautelosas.

   ―Ahora que recuerdo ―dijo, y así alejó el silencio que ensombrecía el desayuno―, el día en que Exan me sacó de la iglesia dijo que conocía a Melquíades Derkin.

   ―En cuanto regrese, podrías pedirle que te contara más. ¿Nunca volvió a hablarte de aquel asunto?

   ―Hasta ahora solo me dirigió la palabra cuando me prohibió volver a casa. ―Ery hundió el tenedor en el pan de miel―. Hace días que no lo veo por aquí.

   ―Hace días que no aparece por aquí. ―Arixia dejó el resto de la correspondencia en la mesa, y del fogón se sirvió una porción de la tarta humeante―. Mañana visitaremos la feria del bosque. Entregaremos las luces que preparamos esta semana.

   ―¡Bien!

   ―De paso conocerás a algunos de mis proveedores, Ery. ¡Y recibirás tu primera paga! Has hecho un buen trabajo, y en muy poco tiempo.

   Ery sonrió, y terminó su desayuno aún más animada: la perspectiva de un inminente pago se sumaba al hecho de haber tenido señales de Derkin; se desvivía por leer su mensaje. Ansiaba que llegara la noche, pues no tendría un instante hasta aquel momento para descubrir qué noticias le enviaba su jefe: durante toda la tarde ayudaría a Arixia con las luces.

   Y también pensó en otra lectura: después de la carta, en la soledad de su cuarto volvería a enredarse en los misterios del diccionario demonológico.