Capítulo 40

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   Al día siguiente, semejante al anterior, Valken empezó la jornada abocándose con Leik a los temas de la asamblea

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   Al día siguiente, semejante al anterior, Valken empezó la jornada abocándose con Leik a los temas de la asamblea. El desayuno y el almuerzo en el pabellón del comedor fueron los únicos momentos durante los que intercambiaron palabras ―o miradas, en el caso de Nastia― con otros asesores. Al menos Alan había podido hablar con Yuri, y así confirmó su sospecha respecto de la enfermedad en la familia del gobernador de Ribinska: el hijo del mandatario rechazaba el agua. Maldita Plaga Roja.

   Al atardecer, la llegada del gobernador de Moskiul, Ríkbert Milvain, fue discreta. Tan discreta que Alan se enteró gracias al aviso de un Guardián que había llamado a las habitaciones de Leik, donde los dos ultimaban los temas para la asamblea.

   ―El gobernador se encuentra en el pabellón central ―dijo el subalterno―. No recibirá a nadie hasta que él disponga lo contrario. Un mensajero les avisará cuando esté por habilitarse el anfiteatro.

   ―¿Y los asesores que faltan para completar la asamblea? ―quiso saber Alan.

   ―Llegaron todos, señor. Puede esperarlos en el parque.

   Cuando el Guardián se retiró, Alan y Leik se miraron sorprendidos.

   ―Este Guardián nos dio la información que le pedimos, y nos trató con amabilidad ―dijo Leik―. No parecía trabajar a las órdenes de aquel capitán imbécil.

   Alan se rio.

   ―Ven ―dijo―, acompáñame afuera. Veamos si ya ha llegado nuestro viejo Ruslan Lika.

   Faltaba poco para el anochecer. Los dos esperaron bajo la sombra del roble, mientras los Guardianes acompañaban a los asesores a sus respectivas recámaras.

   ―¿Te has fijado ―murmuró Leik― en que a ellos los hicieron entrar por la puerta principal? A diferencia de nosotros.

   ―Llegaron junto con el gobernador, debe de ser por eso.

   ―Creo que nos engañaron con esa supuesta entrada para "miembros ilustres de la asamblea". En realidad, usamos la puerta oculta para el personal de servicio.

   Quizá Leik tuviera razón. ¿Pero qué podría significar?

   Pronto descubrieron a Ruslan Lika entre los demás asesores; el tercer miembro enviado desde Valday por fin se reunió con ellos, y emocionado les anunció:

   ―Mañana, mañana será la asamblea. El vocero visitó la prensa esta mañana para difundir la noticia.

   ―Un poco tarde para informar a los ciudadanos ―protestó Alan―. ¿Recién hoy se enteró la gente? Nosotros fuimos convocados hace más tiempo. Ahora solo vendrán quienes vivan en el centro de la ciudad, y los más alejados no tendrán voz en esta convocatoria.

   ―Siempre atento a los detalles ―dijo Ruslan, en tono paternal―. Ojalá conserves esa vocación de servicio durante toda tu carrera.

   ―Cuidado con lo que deseas, Ruslan ―advirtió Leik―. Álex tiene carácter para escalar muy, muy alto entre nosotros.

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónOnde histórias criam vida. Descubra agora