Capítulo 45

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   La torre sureste del Centro de Ribinska era el lugar más tranquilo que había encontrado el flamante teniente de Guardianes Kerni Grúnwald: necesitaba organizar bajo la soledad del cielo estrellado sus nuevas responsabilidades

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   La torre sureste del Centro de Ribinska era el lugar más tranquilo que había encontrado el flamante teniente de Guardianes Kerni Grúnwald: necesitaba organizar bajo la soledad del cielo estrellado sus nuevas responsabilidades. Los colegas podrían esperarlo todo lo que quisieran, más interesados en beber hasta la madrugada que en vigilar los campos que rodeaban el cuartel.

   Sacó los binoculares del morral, se acodó entre dos almenas y miró hacia los caminos serpenteantes que subían desde las islas de pinos hacia los alrededores del fuerte. Más allá de los campos de entrenamiento, una bruma fría se enroscaba entre los pinos y los abedules. Dos puntos de luz subieron por la carretera, y él reconoció el motor de la camioneta de la patrulla: seguramente se trataba de más armamento proveniente de Íbisklev.

   "Les daré una mano con eso ―pensó Kerni guardando los binoculares―. Es la única forma de obtener respuestas".

   Se caló la gorra con antiparras, verificó que el uniforme estuviera en orden, y bajó de la torre.

   ―Teniente Grúnwald ―oyó detrás de él cuando cruzaba el vestíbulo hacia el patio de armas. Kerni saludó al nuevo capitán, sospechosamente transferido desde Íbisklev, al sur de Berisia―. Esta noche las estrellas brillan con fuerza.

   ―Siempre lo hacen la noche previa a una tormenta de nieve ―dijo Kerni.

   El capitán infló el pecho:

   ―Hoy es el último envío.

   ―¿El último?

   ―Sí. ¿Por qué no los ayudas? A esta hora deberían estar llegando los nuevos Áureum-Venari que probaremos durante la caza de dianas de pasado mañana. Pensaba recibir a los muchachos en persona para controlar la recepción de los últimos arcones, pero confío en que podrás cumplir esa labor en mi lugar con la misma discreción.

   ―Desde luego, señor. ¿La lista del inventario la solicito al teniente encargado del depósito?

   Kerni recibió una palmada en el hombro.

   ―No hay tal inventario, Grúnwald. ―Y sin darle tiempo a él de preguntar siquiera un porqué, el capitán dio media vuelta hacia el pabellón del comedor.

   Intranquilo por la apatía de aquel oficial, Kerni se dijo que al menos debía aprovechar la situación a su favor: si él resultaba ser el Guardián de mayor jerarquía en el grupo que recibiría aquellos arcones, podría hacer más preguntas. Para empezar: ¿exactamente qué contenían esos misteriosos arcones, lacrados con la faja de seguridad marcada como SECRETO? Hacía ya varias semanas que recibían al menos una media docena cada tres o cuatro días, todos provenientes del sur.

   Pero debía cuidarse para no levantar sospechas. Como acababa de decirle el capitán, la discreción era la clave.

   Cruzó el patio de armas, saludó a los aprendices que estaban de guardia, y entró en las caballerizas a preparar a su alazán.

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónWhere stories live. Discover now