Epílogo

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   Un mes después de terminada la limpieza en las ruinas de la Plaza de las Cinco Fuentes, el gobernador Ríkbert Milvain inauguraba un pabellón a medio terminar. Se trataba nada menos que del Laboratorio para Investigaciones de Entes No Terrenales, nombre bastante pretencioso en opinión del flamante ministro de Defensa y Seguridad de Valday. Alan Valken ―Álex Morgan para el entorno político― había sido invitado en calidad de "fiel amigo" de Milvain, una etiqueta que el exasesor odiaba con toda su alma.

   En la mañana de la inauguración del laboratorio, la plaza de Moskiul se llenó de galeras, bastones, monóculos y capotes de los funcionarios que habían viajado desde todas las ciudades confederadas. ¿Encontraría Alan, entre ellos, a la nueva funcionaria de Ayuda Civil de Zelania? La última vez que había intercambiado palabras con Nastia Smirnova fue a través del espejo-portal del castillo de Lynx. Devnus le había relatado a él su encuentro con la mujer durante la ayuda prestada a los refugiados de Íbisklev. ¿Nastia con botas de montar, y a la cabeza de un grupo de agentes y de Guardianes en misión humanitaria? Valken habría dado lo que fuera por ver aquello. Y sus fantasías no se detenían en las botas.

   El palco de los invitados se ubicaba junto a la plataforma central. Después de los discursos de ocasión a cargo del gobernador y de sus ministros de Seguridad y de Ciencia, los periodistas arremetieron contra los funcionarios. Alan logró desaparecer de entre los barrigudos ministros y asesores, confiando en que su ausencia no se notaría ―al fin y al cabo, era solo un invitado más―. Se caló la galera, levantó el cuello de la capa, y bajó los escalones del palco para perderse entre la multitud que parloteaba entre las cinco fuentes de la plaza.

   En medio de un grupo de Cazadores recién egresados del Centro, reconoció el pelo verde y enmarañado de Varinia Lenkis.

   Alan se acercó discretamente al grupo de jóvenes, enfundados en sus uniformes negros con vivos rojos.

   ―¿Para qué inauguran algo que ni siquiera está terminado? ―decía uno de los flamantes Cazadores.

   ―Son todos iguales, Kal ―le respondió el moreno, que Valken reconoció del encuentro en la frontera de Moskiul, tras liquidar al "acechante" en una casa abandonada; si no recordaba mal, se llamaba Álec―. Es bien sabido que hacen esto para inaugurarlo otra vez cuando necesiten mejorar su imagen pública. Al menos nos han agradecido el esfuerzo por ayudar a destruir todos esos relojes de arena maldita.

   ―Pero ahora todo esto es una pérdida de tiempo ―se quejó Thomas, aquel rubio con coleta en la nuca―. Podríamos estar entrenando tiro al blanco, ¿verdad, Kalev?

   ―Sin duda. ¿Quieres la revancha por lo de la vez pasada?

   ―Ojalá nos dejen conocer el pabellón ―dijo un chico de mejillas redondas―. Tal vez allí encuentre material para elaborar el informe que elevaré al Departamento de Investigaciones. Mi tío estaría orgulloso.

   "¿Ese no es Gásper, el sobrino de Tádef Dómac?", se dijo Alan. Varinia se había conseguido un interesante grupo de aliados. Y todos reconocidos como Cazadores, ya no falsos Guardianes.

   ―¿Por qué no te presentas a los exámenes de admisión? ―le dijo Varinia a Gásper―. Estoy segura de que los pasarás.

   Los demás demostraron su acuerdo, y aquello animó al joven Dómac.

   ―Pero si es el ministro Álex Morgan ―dijo detrás de Valken la conocida voz de Nastia, con un cierto tono... sugerente. Él se giró y la saludó con una inclinación y descubriéndose la cabeza. El encorsetado vestido y aquellas botas altas con tacón de bronce que le sentaban tan bien eran lo mejor que él había visto hasta ahora en la inauguración del laboratorio―. Felicitaciones por la elección, Álex. Te merecías ese cargo, aunque escuché por ahí que tendrás que renunciar a esas "licencias especiales" que solía darte Siminov cuando eras asesor.

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónWhere stories live. Discover now