Capítulo 67

80 28 19
                                    

   Botis logró hacer un alto en medio de la matanza

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

   Botis logró hacer un alto en medio de la matanza. En su camino a las armerías improvisadas y los talleres, la resistencia de los ciudadanos lo había obligado a desenvainar su espada para evitar que lo tiraran de la silla de montar. Y pensar que había creído que, tomando el control de esas armerías, acabaría con la voluntad de lucha de los habitantes. Pero lo cierto era que los hombres y las mujeres de Nyet enfrentaban a los Jinetes Infernales con lo que tuvieran a mano: picos, palas, puntales de madera o de hierro, todo tipo de herramientas de mineros. Los guerreros ―nóckuts, marcados y demonios soldados del Inframundo― respondían a cada amenaza de los humanos atravesándolos con la espada o disparándoles sin miramiento, fuesen jóvenes o ancianos, mujeres o niños.

   Botis se detuvo a mirar los cadáveres que había dejado en el camino.

   "Esto está fuera de control", se dijo.

   Lynx había dejado indefensa a Nyet, la ciudad que hasta ahora únicamente le había aportado armas. Y ahora Exan Deil se cobraba su parte.

   La sangre cubría las hojas de las espadas, las empuñaduras y los brazos de los guerreros que se abrían paso hacia el edificio del regidor. En cuanto traspasaron el portal del este, Botis envió a cuatro rápidos jinetes para que se adelantaran hasta el objetivo.

   Llegó al centro de Nyet, esquivando cráteres, después de atravesar casas incendiadas por las bombas de luz. ¿Cuándo terminaría esa noche infinita?

   Desmontó ante la entrada de un edificio de columnas y pendones con los colores de Berisia: allí se alojaban el regidor y sus concejales, víctimas inminentes.

   Vio salir a Gusoin de entre las sombras de la columnata. Lo reconoció por la mítica gorgona cincelada en el escudo que llevaba al brazo, rojo de sangre. Lo seguía una decena de guerreros: los gorgonas arrastraban a un grupo de indignados y aterrorizados civiles, seguramente los dirigentes que por orden de Exan Deil serían enviados al Lince del Sur para que le dieran testimonio de su inmisericordia.

   ―Botis ―lo saludó Gusoin en cuanto él se le acercó―. ¿Me parece, o no estás disfrutando de esta cacería? Llegué antes que Buer, qué me dices.

   Los gorgonas hicieron que los funcionarios bajaran la escalinata a los tropezones.

   ―Llévenlos con los Cazadores del sur ―les ordenó Gusoin a los guerreros―, y comuníquenles las nuevas órdenes de Deil. Escóltenlos hasta Íbisklev.

   Uno de los dirigentes apresados pasó entre las picas y las espadas de los gorgonas, llegó hasta Gusoin, y a punto estuvo de agarrarlo del brazo con la evidente intención de increparlo, pero uno de los guerreros le disparó con su pistola saetera, y la flecha clavó en el cemento el pie del funcionario.

   ―¡AAARGH...! ―El hombre dobló una rodilla en tierra, y alzó la cara hacia Gusoin―. ¡Detengan esta matanza! ―dijo, resuelto a pesar del dolor―. ¡Debemos hablar con sus líderes en nombre de nuestro pueblo!

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónWhere stories live. Discover now