NamelessShipping [V]

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"No te vayas..."

[...]

Cerro con fuerza su maleta, la última que quedaba por hacer y que se llevaría el mismo, su closet estaba vacío, mientras que los muebles de la habitación se encontraban tapados con sábanas blancas, para evitar tener que limpiar tanto polvo cuando regresara.

—Maldito vejete, él es quien debería de estar haciendo esto...

Se quejo a la par que levantaba su, no tan ligera, maleta, dando un último vistazo hacia su closet para asegurarse que no estaba olvidando nada, checando las bolsas de su pantalón durante medio segundo, buscando frenéticamente la cantidad insana de boletos con los que su abuelo lo había dotado para la cantidad de viajes que tendría que hacer, recaudando información necesaria para futuras actualizaciones de la Pokedex, que aunque a él podrían importarle poco, sabía que en el caso de su abuelo no era lo mismo. Aunque si tanto le importaba, bien podría realizar el ese viaje, como si no tuviera edad para viajar.

Hizo varias respiraciones, sosteniendo su pecho mientras intentaba mantener la calma, observando su cuarto por última vez, mirando un marco de fotografía que no estaba cubierto por protección, simplemente se encontraba ahí, encima de un pedazo de papel que explicaba la razón por la cual no iba a estar en varios meses, todo había sido demasiado rápido, que ni siquiera tenía tiempo para subir la montaña y avisar a su ¿novio? Ni siquiera tenía tiempo para conseguir más boletos e intentar convencerlo de que fuera con él a aquellas regiones que su abuelo, falsamente, le había dicho que no podía realizar.

—Viejo mentiroso, ni que eso lo fuera a matar. —refunfuño de nuevo, sacando el largo mango de la maleta, finalmente caminando hacia la puerta para salir al pasillo y dirigirse hacia las escaleras, inmerso en sus pensamientos, quejas, maldiciones, seguro de que todo lo había dejado en orden y de que, si no se daba prisa, el barco lo dejaría.

Pero fue cuando su mano finalmente toco el picaporte, que noto una mancha amarilla a su lado mirándolo atentamente, una que no se supone que tuviera que estar ahí.

—¿Pika?

Tuvo que sostener su pecho por un momento al sentir que se le iba a salir tras escuchar al Pikachu a su lado, observándolo por un momento mientras su mano regresaba, por inercia, hacia el picaporte que había estado sosteniendo minutos atrás, con su cerebro ya programado con toda la agenda que debía de cumplir ese día.

—¿A dónde vas?

Su mano se cerró con fuerza alrededor del picaporte, manteniendo la vista pegada a la madera blanca, tragando saliva mientras su mente intentaba procesar que Red se encontraba ahí, sentado, probablemente, sobre uno de los sillones que ya se encontraba cubierto por una sábana blanca, no en la montaña, no, estaba ahí, en su casa, y ni siquiera era un día festivo.

¿Qué se supone que debía de hacer? ¿Darse la vuelta y recibirlo con todo el cariño del mundo? ¿Cuestionarlo? ¿Invitarlo?

Empezó a calmar su respiración lentamente, recordando que no, no tenía tiempo para ninguna de esas cosas, y, tal vez, era un buen momento para saber qué haría Red en ese momento, ¿reaccionaria como él? ¿le pediría que se quedara? ¿Querría acompañarlo? Sintió como su boca se secaba ante tantas opciones, pero el tiempo seguía corriendo y, aunque quisiera, no podía quedarse pensando para siempre, aunque, si perdía el barco, bien podría decirle a su abuelo que se arrepintió de último momento, así que probo, como probablemente no lo volvería a hacer en su vida.

—No lo sé, lejos, a alguna otra región mientras pienso en que es lo que estoy haciendo con mi vida.

Espero un momento, con la mano sobre la perilla de la puerta a punto de abrirla para irse, pero aún no lo hace, porque tiene esa vaga esperanza de escuchar a Red decirle algo que le haga cambiar repentinamente de decisión, de darse la vuelta y caer en la realidad de que todo eso era una tontería y era mucho mejor si regresaba su ropa al closet y se recostaba junto al de cabello negro a ver una película, junto al roedor amarillo recostado sobre sus piernas cómodamente mientras no dicen nada, simplemente permanecen ahí, como la pareja que se supone que son, ya luego lidiaría con las quejas de su abuelo que obviamente caerían en oídos sordos porque, sinceramente, no podía importarle menos el anciano.

Pero nada de eso llega, Pikachu lo sigue viendo, como si le quisiera preguntar a donde va, ese esperado "No te vayas" jamás aparece, y es entonces cuando decide que debe madurar y dejar de hacerse ilusiones tontas hacia algo que jamás pasara.

—Asegúrate de cerrar con llave, no quiero que mi casa sea asaltada mientras no estoy.

Escucha los cojines del sofá recuperar el aire cuando Red se levanta, pero a pesar de ello, sigue sin haber algo que lo detenga de abrir y cerrar la puerta de un portazo, incluso se toma el tiempo de caminar desde su casa hacia el laboratorio de su abuelo antes de sacar a su Pidgeot para ir a tomar el ferry que lo sacaría de Kanto.

Al final del día, cuando el viaje ya va a más de la mitad, no puede hacer otra cosa sino patear su almohada frenéticamente, al menos, no había tenido que rogarle a Red para que no fuera a la montaña, esta vez, era el quien se había ido primero. Aunque eso no significaba que se sintiera mejor.

Momentos ContigoWhere stories live. Discover now