Rammingsteelshipping [II]

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"¡Mira hacia donde vas!"

[...]

Mantuvo la vista fija en el cielo que se encontraba mirando directamente sin querer, en su mente intentó procesar lo ocurrido recientemente, en verdad que lo intento, mas no logró llegar a absolutamente y simplemente se quedó tirado en el suelo con unas cuantas personas mirándole con curiosidad.

—¿Disculpa? —la amable voz de una anciana que pasaba por ahí fue lo que finalmente le hizo reaccionar—. ¿Te encuentras bien, jovencito?

Riley se sintió sumamente avergonzado cuando sus ojos se cruzaron con los de la amable señora, sentándose inmediatamente en su lugar e intentando sacudirse.

—Sí, sí estoy bien. Me encuentro perfectamente. —respondió con una sonrisa nerviosa mientras intentaba sacudirse la tierra o piedritas que se le hubiesen pegado a la ropa, sin dejar de mirar a su alrededor buscando la fedora azul que normalmente utilizaba.

—Tu sombrero está tirado detrás de ti. —señaló una vez más la amable señora que continuaba mirándolo con una sonrisa, probablemente pensando en algún hijo o nieto que actuará del mismo modo.

—Gracias... —dijo en un susurro finalmente tomando su fedora y levantándose de una vez por todas del suelo—. Le agradezco mucho que me haya hablado.

—No te preocupes por eso hijo, solo procura tener más cuidado.

Riley asintió totalmente agradecido por la amabilidad de la anciana, despidiéndola con una sonrisa cuando finalmente decidió continuar su camino. El residente de la isla hierro no contuvo más tiempo el suspiro que ansiaba por salir cuando al fin la perdió de vista, momento que aprovechó para acomodarse la ropa, la fedora y sacudirse la poca tierra que le hubiese quedado —aunque no es como si realmente le molestara lo último—. Cuando al fin se encontró más tranquilo miro una vez más a su alrededor, se encontraba en Canalave City, un lugar donde —normalmente—, se encargaba de conseguir los víveres que no solían llegar hasta la isla donde se encontraba viviendo, no eran muchos, pero si eran necesarios. Aun así, cuando desembarcó, y se encaminó tranquilamente al lugar donde regularmente solía hacer sus compras, se esperaba todo.

Excepto ser atropellado por otra persona, que además terminó gritándole cosas que no alcanzo a comprender.

La duda existencial sobre, "¿Quién lo había atropellado?", fue la razón por la cual se mantuvo más tiempo del necesario en el suelo, incapaz de creer que realmente algo así pudiera ocurrir en la vida real. Al final termino simplemente negando con la cabeza y decidiendo que ya había perdido demasiado tiempo, decidiendo finalmente a continuar con su camino.

Cuál fue su sorpresa, cuando observó por última vez el lugar donde minutos antes se había encontrado recostado, notando finalmente una tarjeta de entrenador en un llamativo color anaranjado.

Una tarjeta que obviamente no era de su propiedad.

[...]

Barry inflo sus mejillas mientras miraba de la peor manera posible a la persona que tenía frente a frente. El tipo vestido de azul, con cara de ser una persona amable se encontraba estorbando en su camino, a pesar de que parecía tener una sonrisa tatuada en el rostro. Sinceramente el tipo no le sonaba en lo más mínimo —aun cuando tenía la sensación de haberlo visto antes—, y no es como si en esos momentos tuviera interés alguno en conocer a alguien.

—¿Podrías quitarte? —pregunto de la manera más amable posible, ignorando por completo que se encontraban en una biblioteca.

—¿Esto es tuyo, de casualidad? —en un movimiento tranquilo, Riley saco la tarjeta de entrenador que había encontrado, cuya imagen había sido más que útil para dar con el dueño.

El rubio se quedó pasmado al ver su propia tarjeta de entrenador en manos de un extraño que en su vida había visto y, sobre todo, no recordaba haberla dejado caer —aunque tampoco es como si le prestara mucha atención a dicho objeto—. Su primera reacción, obviamente, fue arrugar la nariz y fruncir el entrecejo.

—¿De dónde sacaste? —exigió saber en un tono de molesto, intentando arrebatarle la tarjeta al más alto, sin éxito alguno.

—Me la encontré tirada —contesto Riley como si no fuera la gran cosa, alzando la tarjeta por encima de la cabeza del menor, sin intención alguna de devolverla aun—. Justamente en el lugar donde choque con alguien, que, por cierto, me dejó tirado en el piso.

No es como si realmente se encontrara molesto por lo ocurrido, y mucho menos quería una disculpa del rubio —con solo verle la expresión, era más que suficiente para saber que esa disculpa no sería muy sincera—, pero verle con las mejillas infladas había sido más suficiente para hacerle querer rabiar. No era su culpa que él rubio se viera tan adorable.

—Si bueno, no era mi intención chocar contigo —soltó Barry como si no fuese la gran cosa. Estaba acostumbrado a chocar con la gente, y por obvias razones no solía recordar ni la mitad de la gente con la que lo hacía—. Puedo asegurar que no fue mi intención.

Riley se mantuvo en silencio mientras aún sonreía, se encontraba totalmente seguro de aquello no era ninguna disculpa, pero decidió no hacer pleito y mucho mejor si podía quedar en buenos términos con el más bajo.

—No te preocupes, ya no importa —comentó el vestido en azul aun con la amable sonrisa tatuada en el rostro, finalmente bajando la mano que sostiene la tarjeta para entregarla a su dueño—. Aquí tienes.

—Si, gracias —sin muchas ganas agradeció el gesto de al fin entregarle su tarjeta, antes de volver al otro tema que los mantenía ahí— Ahora si, ¿Podrías hacerte a un lado?

El más alto contuvo la necesidad de reírse y simplemente agrando su sonrisa —algo que obviamente no le gusto a Barry, pues una vez más inflo las mejillas—, pero en lugar de decir algo simplemente se movió para dejarle pasar.

—Mis disculpas por haberte retrasado. —comentó Riley en un tono obviamente burlón, pero la amable sonrisa simplemente continuaba ahí.

—A la próxima fíjate por donde vas. —murmuró obviamente molesto Barry para finalmente abrir la puerta de la biblioteca y salir de ahí.

—¿Qué dijiste? —pregunto rápidamente Riley, escuchando casi claramente como si algo en su cabeza hiciera "click"

—¡Nada! —fue la respuesta que consiguió, pues cuando menos se lo espero el rubio ya se había echado a correr.

Soltó un suspiro cansado mientras se rascaba la parte posterior de su cabeza. Estaba seguro que le había gritado algo similar cuando habían chocado.

Momentos ContigoWhere stories live. Discover now