NamelessShipping [II]/Raticateshipping [I]

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"Ah... Pensé que eras otra persona."

[...]

Duerme, pero sin soñar.

Descansa, pero sin recuperar energías.

La soledad en aquella casa lo sigue tragando.

Pero no tiene fuerzas para retroceder ni para avanzar.

[...]

Las palabras de su hermana son lo que más resuenan en su mente, siempre es la voz de ella la que invade sus pensamientos, mientras la mirada desaprobatoria de su abuelo lo observa atentamente a la distancia.

Todo por amar a alguien como Red

¿Es que había algo malo con haberse enamorado de otro hombre?

Claro que no, según las palabras de su hermana, eso era lo de menos. Él podía enamorarse de quien quisiera y porque quisiera, mayores o menores, hombre, mujer y eso no le importaría a ella, siempre y cuando fuera un amor mas presente, mas cuidado.

A ella no le parecía justo que él fuera —aparentemente—, el único intentando mantener a flote una relación que no parece ir a ningún lado.

— ¡Porque insistes en aferrarte a él! —se queja, casi entre lágrimas mientras aprecia los cansados ojos de su hermano menor—. ¿En verdad crees que él aparecerá repentinamente a decirte que vivirá contigo?

Es una falta de respeto, pero deja que su hermana continué hablando sola —o con el aire si es que le parecía mejor—, pero no piensa contestar, porque sabe que la respuesta duele y dolerá aun mas al tener que decirla.

—Blue, esto no es saludable —comenta con las manos sujetando su propio pecho, mirando las fotografías que adornan la pared de aquella no tan sencilla sala. Un montón de fotos de Blue con diversos Mimikyu, los curiosos pokemon que Red había capturado y que de alguna forma su hermano literalmente los adopto y los cuido como si fueran sus propios hijos—. Eres un maravilloso líder de gimnasio Blue, has dado mucho para cambiar, aunque sea, un poco tu actitud a como eras antes y tienes a más de una persona detrás de ti. —sus palabras poco a poco se convertían en una especie de ruego, acercándose lentamente al sillón donde él se encontraba sentado pero sin tomar lugar a su lado—. ¿Entonces porque lo esperas? ¿Que sentido tiene que estés aquí y no con él? ¿No sería más fácil que tu fueras a donde él se encuentra que quedarte aquí esperando?

Si... Y no.

Las ganas que tenia de dejarlo todo y subir corriendo por el Mt. Silver eran más que suficientes como para lograr tal hazaña sin ninguna MO, pero... ¿Eso de que serviría? ¿No demostraría aquello que la gente a su alrededor tenía razón?

—Quiero... Quiero sentir que yo también le importo —confiesa con vergüenza y la mirada clavada en el sillón, no quiere sentirse así, pero a estas alturas es imposible no hacerlo—. Que no soy él único interesado en mantener vivo esta relación...

Y es entonces cuando vuelve a sentir la mirada llena de lástima provenir de su hermana, aún cuando ella ya no se encuentra ahí, la mirada duele aún más que cuando hablaron del tema. Por lo que se acurrucado una vez más en su lugar en el sofá —el lugar donde duerme desde hace unos meses atrás—, buscando alguna protección ante la soledad que se cierne lentamente sobre su persona.

Y es entonces cuando aparece.

Unos cálidos brazos lo rodean, enterrando su cabeza en el lugar donde debe estar el corazón para que se tranquilice al escucharlo, por un momento su ojos se llenan de lágrimas y un nudo se instala en su garganta.

— ¿Red? —pregunta con la voz temblorosa, separándose lentamente del pecho de aquella persona, no quiere mirar por miedo a enfrentarse a la realidad, pero es lo mismo que días atrás...

Él no va a venir.

—No —es la nerviosa respuesta que recibe antes de que su mirada finamente se encuentre con los brillantes ojos de Joey, quien le mira sin saber que decir exactamente—. Otra vez... No soy él.

—Perdón —se disculpa sin mucho ánimo, separándose totalmente de su ahora mejor amigo—. Creí que eras otra persona.

Y Joey solo sonríe como siempre lo ha hecho, porque eso es algo que siempre pasa y a él no le molesta en lo más mínimo. Por lo que simplemente se acomoda a su lado y enciende la televisión dispuesto a hacerle compañía.

No lo juzga, ni lo interroga, simplemente... Lo acepta.

—No importa Blue —le responde aquel que se convirtió en su mejor amigo, restándole importancia al asunto, porque no es la primera ni la última vez que eso pasa—. Tu dices que él vendrá, así que solo hay que seguir esperando.

[...]

Y es entonces cuando duerme, soñando demasiado.

Que descansa, en brazos ajenos que no desea que lo arropen.

La soledad en la casa lo sigue tragando.

Y hasta que no decida avanzar, seguirá confundiendo a las personas. 

Momentos ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora