Emeraldshipping [VII]

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"No puedo retroceder".

[...]

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Hay una vez más un conflicto entre los dos, aparentemente el destino insiste en que siempre haya algo entre los dos que los aleje y les incite a discutir hasta que simplemente lleguen a una separación definitiva, esa misma que siguen aplazan cada vez que uno corre detrás del otro para evitar que ocurra, rechazando cualquier cosa que el destino les tenga preparado si es algo que solo pueden tener si están separados.

—¿¡Un meteorito Steven?!

Se supone que Passio es un lugar tranquilo, una isla artificial que el campeón de Hoenn visitaría para pasar unas cortas vacaciones con algunos conocidos antes de regresar a realizar el trabajo de siempre y, si las circunstancias lo permitían, la visitarían juntos en algún futuro no muy lejano. Lamentablemente, la palabra "tranquilo" era algo imposible de utilizarse en un lugar donde se encontraban todos los entrenador que, de alguna manera que nadie podría explicar, parecían atraer organizaciones malvadas, Pokémon legendarios violentos e incluso meteoritos.

—¡Ya te dije que todo salió bien, Drew, te estas preocupando de más!

Con la gran cantidad de personas que residen en las islas artificiales, es una sorpresa que el campeón de Hoenn haya encontrado un espacio aislado y libre de gente para poder gritar a gusto por teléfono, ciertamente no había nada más molesto en su día a día que tener la horrible sensación de las personas a su alrededor inmiscuyéndose en su medianamente secreta relación, tenía suficiente con los chismes que salían de vez en cuando, lo que menos quería era que esas asquerosas revistas volvieran a usar una de sus discusiones de pareja como noticia amarillista.

—¡Steven Stone! ¡¿Cómo puedes decir que me preocupo de más?! ¡¿No podrías pensar un poco más en ti mismo antes de lanzarte de cabeza al peligro?!

La llamada telefónica ocurre sin utilizar una videollamada, porque Drew no quiere ver su rostro molesto ni el desea encontrarse con el rostro lloroso del coordinador, es prácticamente imposible que alguno de los dos pueda mantener cierta firmeza cuando llegaban a esos puntos, pero no verse no significa que esos pequeños detalles que señalan el estado de ánimo de cada uno no puedan percibirse, por lo que nunca pasa demasiado tiempo antes de que la fuerza de voluntad de voluntad de alguno de los dos finalmente comience a flaquear.

—¡Ya sabes que yo no puedo retroceder Drew, antes que los entrenadores es mi deber proteger la región!

Aunque siempre es una lástima jamás poder saber si el primer lado que se derrumba, es el que debería de hacerlo.

—Sí... Tienes razón.

Tal vez el destino se regocije con el pesado silencio que se asienta entre los dos cuando la discusión parece llegar a un punto muerto, la razón que se le otorga al lado ganador no se siente como una victoria, no hoy, nunca, pero ahí esta y es demasiado tarde para rechazarla.

—Drew, lo que quiero decir...

—No tienes que decir nada, lo entiendo, eres el campeón de Hoenn. Estoy consciente de quién eres. No mi novio, no el hijo de Joseph Stone, no un entrenador, no una persona... Sino el valeroso campeón que siempre será el mártir en cualquier situación que lo amerite.

Las palabras envenenan a ambos por igual, nacidas de la ira vigente y que en algunas horas ocasionara un horrible arrepentimiento.

—Drew...

—Te llamare después.

En realidad, ninguno de los dos puede retroceder. 

Momentos ContigoWhere stories live. Discover now