Capítulo 65 · Blackbird ·

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Era complicado caminar a través de la densa humareda que la rodeaba. Cada vez que trataba de tomar aire, este entraba por sus pulmones cargado por el ambiente nocivo en el que se encontraba y ardía irremediablemente en su pecho. Tosía para intentar deshacerse de esa sensación, pero aquello solo hacía que sintiera más dolor, como si estuviera a punto de expulsar un torrente de sangre por la garganta en cualquier momento.

Avanzaba entre los escombros, con tiempo limitado para esquivar los hechizos que eran lanzados en su dirección. Intentaba ver a través del humo y la multitud, desesperada por reencontrarse con uno de los suyos. Daba igual el dolor que notaba en las piernas al rozarse con un trozo de muro tumbado, daba igual lo mucho que le dolía todo el cuerpo, en general, por el sobreesfuerzo. Tenía que encontrarlo, sin importar lo que tuviera que pagar a cambio. Aquella muerte debía evitarse.

Podía discernir su figura tumbada en el suelo. Habría reconocido el color de su cabello en cualquier lugar. Aquellas piernas largas y delgadas. Su rostro quedaba oculto entre los cuerpos de sus hermanos, arremolinados a su alrededor, tratando de traerle de vuelta entre sollozos.

Había llegado tarde. Estaba muerto.

Cuando despertó, lo hizo con un lastimoso grito que se escuchó por toda la habitación. Los grilletes la retuvieron en su sitio, a pesar de lo mucho que se removía sobre el colchón, todavía agitada por su sueño.

Adler Rookwood se había acercado a ella, jadeando por el susto. Había gritado con tanta fuerza que el joven estaba seguro de que Emma estaba muriéndose en el sitio, sin embargo, al ver que pestañeaba sin parar, se dio cuenta de que se trataba de un sueño.

—Eh, ¿has visto algo?

Emma le dedicó una fría mirada cuando se recuperó del susto. No se fiaba de él, por muy amable que fuera en comparación a los demás. Ya no confiaba en nadie.

—No, pero aunque lo viera no te lo diría —repuso, recostándose otra vez sobre el colchón.

Adler resopló y volvió a su asiento, pero se quedó mirándola, con un claro gesto de preocupación. Emma podía notar que no le quitaba la mirada de encima.

—¿Qué miras?

Adler la había ayudado más de una vez desde que estaba encerrada. Si escuchaba a Emma hablar de más, nunca decía nada. Si necesitaba algo, llamaba a Lora de inmediato. Más de una vez, el joven había socorrido a Emma con su propia varita, curando sus heridas sin dudarlo. Se había arriesgado más de una vez por ella, pero Emma no iba a darle las gracias por ello.

No puedo felicitarle simplemente por ser una persona decente. Eso no es nada digno de celebración.

Además, lleva la Marca.

—¿La has visto? A Bel.

Emma observó que el chico no se había quitado el anillo de bodas. Desde que Draco le había contado que Bella lo había dejado para irse con Fred, se había fijado en que Adler había decaído con el paso de los días. Tenía la barba casi siempre descuidada. A veces, le parecía que llevaba días sin dormir. Sus guardias eran mucho más largas que las de otros, como si no tuviera que volver a casa.

O nadie a quien volver.

—No quiero que me digas donde está, aunque sé que no lo harías —se lastimó el joven, cruzándose de brazos—. Sospechaba que había otro, siempre venía muy feliz de la calle, pero jamás habría pensado...

—¿Que sería un traidor a la sangre?

Emma lo dijo con tono de burla. Adler frunció el ceño, como si eso de la sangre le pareciera una estupidez.

I Didn't See You  · George Weasley ·.Where stories live. Discover now