Capítulo 17 · Las dos caras de Emma Blackwood ·

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Noviembre fue un soplo de aire fresco para Emma. Había pasado su primer mes consternada por ser la persona nueva a la que todos miraban con lástima por ser huérfana de madre y su segundo mes ansiosa y despechada porque le gustaba alguien al que no le gustaba ella. Sabía que no eran problemas comparables; que lo primero verdaderamente era una razón para angustiarse y lo segundo una tontería que se le pasaría con el tiempo, pero lo había sentido todo con la misma intensidad. No estaba acostumbrada a algo así.

Hormonas, seguro. Mi abuela siempre me lo decía.

Por eso, ese mes fue más tranquilo. Lo de la nueva quedó de lado, y lo de George quedó opacado por lo bien que se lo volvían a pasar ahora que volvían a hablar todos los días como un par de amigos. Emma solía extrañar lo familiar que se sentía cuando estaba junto a él los primeros días que se habían conocido, pero ahora que llevaban más tiempo siendo amigos era todavía más agradable pasar tiempo junto a alguien que la hacía reír y la animaba a pasar más tiempo feliz que triste.

Lo único de lo que no hablaban nunca era de amor. Era una especie de trato silencioso que nunca habían firmado pero ambos sabían que era muy oficial. Emma no le preguntaba qué tal con Anne porque no sabía si estaba dispuesta a querer saber la respuesta todavía. George miraba con sospecha a Cedric cuando se cruzaba con él por los pasillos, como si dudara de sus intenciones.

Aquel mes que para Emma estaba siendo tan bueno, para George estaba siendo un cúmulo de emociones que no sabía cómo gestionar. Por una parte, estaba Anne, que era simpática, sarcástica y muy cariñosa. Siempre conseguía sacarle los colores. Con ella las cosas iban rápido y no tenía que pararse a pensar demasiado.

Por otra parte estaba Emma, en quien no dejaba de pensar desde que le había dicho que le gustaba. No llegaba a entender cómo Emma se había quedado prendada de él y él no se había dado cuenta, y no dejaba de pensar en qué habría pasado si lo hubiera notado y hubiera aprovechado la oportunidad antes de que todo se liara. Ahora era demasiado tarde: ella estaba conociendo a alguien más y él seguía estando con Anne.

Emma se sentía libre de culpabilidad y de toda carga cuando estaba junto a Cedric. Llevaban unas semanas dando clases juntos que tenían poco de clase y mucho de quedada de dos personas que se acababan de conocer. Hablaban de sus cosas, se reían de sus chistes y luego se volvían cada uno a su sala común con una sonrisa y eran acribillados a preguntas por sus amigos, que terminaban determinando que estaban colados el uno por el otro.

Emma no sabía si le gustaba o no, pero sí sabía que era mucho menos confuso que perseguir a alguien que se besa con otra persona cuando ella está en la habitación o que besarse a escondidas con alguien que juras que se quedará solo en una amistad. Cedric era mucho más fácil que eso, y temía decir algo y estropearlo, así que solo se dedicaba a mirarlo maravillada mientras él le contaba a saber qué sobre su amigo Philip.

Todo era fácil hasta aquella tarde en la que entró en la sala común con una rana de chocolate. Era costumbre para Cedric regalarle una todos los viernes que tenían clase, y Emma siempre la aceptaba con una sonrisa, porque era un bonito detalle.

Se encontró de lleno con Isabella en mitad de la sala común, y Emma quiso correr para no pasar por delante, pero la chica la frenó.

—Hola, Emma. Quería hablar contigo.

—Isabella.

Ella hizo una mueca. Le había pedido que la llamara Bella, pero Emma no había escuchado que nadie más la llamara así.

—Quiero que dejes de darle clases a Cedric.

Directa al grano. Al menos esta vez no se ha andado con tonterías.

I Didn't See You  · George Weasley ·.Where stories live. Discover now