Capítulo 30 · Un maldito dragón ·

2.7K 297 391
                                    

—¡Son dragones! —anunció Emma cuando encontró por fin a Harry de camino al Gran Comedor.

La primera prueba tendría lugar al día siguiente y nadie sabía qué esperar, pero Emma acababa de tener una visión que se lo confirmaba. Había visto a Fleur Delacour enfrentándose a la bestia en una especie de estadio improvisado. Se suponía que no debían ayudar de ningún modo a los campeones, pero honestamente las normas le importaban muy poco en ese momento, cuando las vidas de su amigo y de su novio estaban en juego.

Dragones. ¿A quién demonios se le ocurre?

—Ya lo sé —le susurró Harry—. Hagrid me los enseñó.

—¿En serio? ¿Y no estás...?

—¿Nervioso? ¿Aterrado? ¿Tú qué crees? —respondió él. No tenía aspecto de alguien que había dormido mucho.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Cómo vas a enfrentarte a él?

—Tengo un plan —le aseguró Harry, aunque no parecía demasiado seguro—. Comprenderás que no te lo cuente, cuando tu novio...

—¡Cedric! ¡Tengo que ir a decírselo!

—También lo sabe ya, Emma —susurró el chico, intentando que ella bajara la voz—. Se lo dije yo.

—¿En serio? No me ha dicho nada —musitó, antes de bajar la mirada—. De todas formas, ¿de verdad crees que le contaría tu plan, Harry? Pensaba que confiabas más en mí.

El chico frenó en seco y puso una mano sobre su hombro. Emma se dio cuenta de que había crecido bastante en estatura desde el año anterior. Ahora la superaba casi por un palmo.

—Claro que confío en ti, Emma, es que... estoy muy nervioso, apenas puedo dormir, y todo el mundo en Hogwarts está en mi contra porque piensa que le quiero quitar el protagonismo a Cedric.

Emma chasqueó la lengua. Abrazó a Harry y él se dejó abrazar. Claramente, necesitaba mucho cariño.

—Yo sé que no es así. Y él también lo sabe —aseguró Emma, tratando de peinarle el remolino del cabello maternalmente—. Da igual que unos idiotas se hayan puesto unas chapas que digan que apestas, lo importante es que lo hagas bien mañana y les demuestres que eres igual de válido.

Él asintió, aunque no parecía muy convencido.

—Si tienes una visión y ves que me va a comer el dragón, ¿puedes avisarme, por favor? Así me podré retirar a tiempo.

—Por supuesto —aseguró ella con una sonrisa, aunque pensar en la posible muerte de su amigo no le hacía ninguna gracia.

Emma se sentó junto a sus amigos para cenar. Cedric estaba ya allí, como de costumbre, charlando animadamente con Lee sobre Quidditch. No parecía tan nervioso como Harry, aunque Emma sabía que Cedric era bueno aparentando que todo iba bien. Ella, por otra parte, intentaba hacer pedazos un trozo de pan mientras pensaba sin parar en la prueba. No sabía cómo reaccionaría de tener un dragón delante. No entendía cómo Cedric podía estar comiéndose su trozo de pollo con tanta tranquilidad.

—Ya me ha dicho Harry que sabes cuál es la primera prueba —le susurró, para ver su reacción.

Él asintió, volviendo a mirar su plato.

—¿Estás preparado? —preguntó ella con la voz temblorosa—. ¡Dragones! A quién se le ocurre...

—Sí, tengo algunos trucos en la manga —susurró él—. Creo que podré burlarlo sin problemas.

Ella miró el trozo de pan desmigado sobre su plato. Sabía que no iba a poder comer nada esa noche por la angustia que sentía. George, que se sentaba frente a ella, la miró con el ceño fruncido, como preguntándole por qué estaba tan nerviosa, pero ella hizo un gesto de negación. No podía contarle a todos que sabía de qué iba la prueba porque, en teoría, ni siquiera Cedric ni Harry debían saberlo. Podría jugar en su contra si alguien se enterara de que tenían esa pequeña ventaja.

I Didn't See You  · George Weasley ·.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora