Capítulo 40 · Veritas ·

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—¿Estás segura de que es aquí? —preguntó Alfred, observando la casa con desconfianza.

Era muy bonita, una casa inglesa típica en mitad del campo. Si uno la mirara desde fuera, le resultaría muy difícil saber a simple vista que en aquella casa vivían magos. Alfred no parecía muy convencido. Siempre había imaginado que Evangeline Lyne, su cuñada, viviría en una mansión oscura de piedra, como el lugar en el que se había criado, pero aquel lugar parecía verdaderamente acogedor.

—Recuerda no decir nada sobre el papel que encontramos en la tumba —advirtió Alfred—. No sabemos de quién podemos fiarnos, así que es mejor que de momento quede entre nosotros.

Emma quería decir que se fiaba de Bella, pero aquella afirmación no tenía mucho valor, ya que por mucho que Bella fuera de fiar, su familia no lo era. Ya habían conseguido hacerle obtener información de manera ilegal en una ocasión, hacerlo otra vez no les causaría mucha molestia. Bella siempre decía que su madre era diferente; que no era como los demás. Incluso Amelia antes de desaparecer juraba que se fiaba de su hermana.

Pero nunca se ha puesto en contacto con nosotros.

Emma suspiró antes de tocar tres veces a la puerta. Quería acabar con aquello lo antes posible, pero sobre todo quería saber la verdad. Podrían haber llegado a través de la Red Flu, pero ambos tenían miedo de aparecer sin avisar en la casa, especialmente cuando tenían conexión con mortífagos. Emma había enviado una lechuza a Bella para avisar de su visita, y esperaba que esta se hubiera asegurado de que todo estuviera en orden para su llegada.

La puerta se abrió frente a ellos. Con un rápido vistazo hacia su prima, Emma supo que su salud había mejorado considerablemente desde la última vez que la había visto, el día de la última prueba del torneo. Se notaba que había conseguido dormir mucho mejor desde entonces y ahora lucía un aspecto mucho más saludable, con la piel más bronceada y el pelo correctamente peinado.

Emma, sin embargo, ofrecía un aspecto totalmente contrario. Las veces que se había arriesgado y había acudido a casa de los Blackwood a verla, Bella siempre la había encontrado hecha un ovillo en su cama, con el pelo todo revuelto y la cara escondida entre los almohadones. Ahora, aunque toda la ropa le estaba grande porque había perdido peso y su rostro estaba verdoso por la tristeza, al menos estaba en pie. Bella casi podía ver el esfuerzo que era para ella pestañear.

—Hola Em, tío Alfred —saludó Bella, haciendo un gesto para que pasaran—. Adelante. ¿Al final no ha venido Keira?

—Hemos pensado que era mejor que se quedara en casa. Ginny y la señora Weasley están con ella —explicó Alfred.

Alfred no había querido que Keira fuera a conocer a su tía porque tenía miedo de que sus abuelos decidieran hacer una aparición sorpresa en la casa. Mientras pudiera proteger a su hija pequeña, lo haría. A Emma no había tenido más remedio que llevarla, a pesar de haber insistido en que él podía hacer las preguntas pertinentes solo.

Bella miró detenidamente a Emma tras cerrar la puerta. Parecía que fuera a ponerse a llorar al verla así. La muerte de Cedric también había sido dura para ella, pero ver el impacto de todo lo ocurrido en quien ahora consideraba su familia había supuesto un cambio. El día en el que se suponía que terminaba su propia tortura había sido el día en el que había comenzado la de su prima, y no dejaba de sentire culpable.

—Me alegro de que estés mejor. Cuando recibí tu carta casi no me podía creer que fueras tú. Estaba muy preocupada por ti. —Acto seguido le dio un abrazo que intentó decir todas aquellas cosas que no se atrevía a verbalizar.

 —Acto seguido le dio un abrazo que intentó decir todas aquellas cosas que no se atrevía a verbalizar

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I Didn't See You  · George Weasley ·.Where stories live. Discover now