Capítulo 63 · La jaula ·

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Estaba de vuelta en su habitación cuando despertó. Vislumbró la figura de la madre de Malfoy, que reconoció fácilmente por su cabello rubio platino, retirando unas sábanas llenas de sangre con quien debía ser Lora, la elfina doméstica.

Emma pestañeó varias veces para intentar confirmar que aquello era, en efecto, sangre, y que sus ojos no la estaban traicionando. Sentía que la cabeza le pesaba mucho más que de costumbre y se le caía hacia los lados, como si el esfuerzo por mantenerla quieta requiriera demasiada energía. Debía de estar bajo el efecto de alguna poción, o tal vez fuera el shock, pero Emma sentía que estaba flotando sobre una nube y que lo que ocurría a su alrededor no era más que un sueño.

Se quedó observando sus piernas abiertas y manchadas de sangre sin saber muy bien qué estaba ocurriendo. Por un segundo, creyó que esas no eran sus piernas, puesto que trató de moverlas y la acción no ocurrió hasta lo que a ella le parecieron cinco segundos después. Notaba las manos pegajosas contra sus costados. Reunió fuerzas para levantarlas y la tela del camisón se le quedó ligeramente pegada hasta que estiró lo suficiente para que se separara.

 Reunió fuerzas para levantarlas y la tela del camisón se le quedó ligeramente pegada hasta que estiró lo suficiente para que se separara

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—¿Qué...? ¿Qué ha pasado? ¿Me he roto algo? ¿Por qué sangro? —preguntó con pesadez. La lengua le parecía enorme dentro de la boca, como si fuera incapaz de cerrarla con ella dentro.

Se quedó pensando en lo que acababa de decir. ¿Eran palabras de verdad? ¿Lo que había dicho tenía sentido? ¿Qué significaba "sangrar"?

¿Por qué tengo tanto sueño?

Ni la señora Malfoy ni la elfina dijeron nada, aunque la segunda parecía muy afligida. Se subió a la cama y comenzó a limpiar a Emma con tanta delicadeza que el agua tibia y sus caricias la hicieron sumergirse de nuevo en un sueño profundo.

La siguiente vez que recobró la consciencia, la habitación a su alrededor tenía mucho más sentido. Los muebles no se movían, y desde luego su cama no flotaba muy por encima del suelo. Se quedó absorta observando el techo, admirando todas y cada una de las formas que lo decoraban. Conforme más sentido adquirían en su mente, más consciente era del dolor que aquejaba su cuerpo.

Había tenido cólicos alguna vez en su vida, pero nunca tan fuerte como aquel, que seguía doliendo a pesar de todas las horas que habían pasado. Se notaba débil por la pérdida de sangre, y el estómago todavía se le revolvía cada vez que recordaba sus dedos manchados de color rojo.

Intentó incorporarse en busca de respuestas, pero el movimiento hizo que el dolor se acrecentara todavía más. Apoyó la cabeza contra el cabecero de la cama y cerró los ojos, suplicando por que todo cesara de una vez. Dejó escapar lentamente el aire por la nariz y volvió a abrirlos, esta vez para advertir a la señora Malfoy junto a ella, saltándose sin miramientos la distancia de seguridad que normalmente establecían los mortífagos que hacían la guardia.

La última vez que la había visto, estaba retirando sus sábanas manchadas de sangre. Emma se fijó en que le habían cambiado el camisón y ahora llevaba una prenda similar, pero de color grisáceo. Toda aquella sangre y el dolor en su interior parecían decirle a gritos lo que había ocurrido.

I Didn't See You  · George Weasley ·.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora