Capítulo 8

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Cuando llegamos a casa, Ángelo se va hacia su habitación y yo me quedo en el salón. Por suerte Adriano no está en casa, así que no me preguntará el por qué he llegado con Ángelo.

-Señorita Alessandra, ¿desea algo?-me pregunta Maggie, una de las mujeres que trabajan en la casa.

-Señora Maggie, no me hables de usted. No soy uno de los chicos, llámame Alessadra o Aless-le digo, sonriéndole.

-Está bien Alessandra, pero no me llames por señora. Dime solo, Maggie. ¿Te traigo algo?-niego con la cabeza.-Bueno, voy a hacer una tarta para esta noche. ¿Te apetece ayudarme?

Asiento con la cabeza, y voy con ella hacia la cocina. Maggie es una señora admirable, siempre ha estado atenta a mí desde que llegué a esta casa. Es la jefa de todas las sirvientas, da las órdenes a las demás para que realicen las tareas. Por lo que me ha contado, lleva bastantes años trabajando aquí y quiere mucho a los tres hombres de la casa. 

Maggie y yo, pasamos toda la mañana realizando dicha tarta. Ella se ha convertido en alguien de confianza, con quien puedo conversar de todo.

-Que bien huele aquí-dice Alexis, entrando en la cocina.-¿Puedo probar?

-Ah no, no, no. Deje los deditos quietos, niño-le regaña Maggie. Yo me echo a reír, y Alexis hace un puchero adorable que nos hace reír más a los tres.-Lavaos las manos, que ya es hora de servir el almuerzo.

Hacemos lo que nos pide, y salimos juntos de la cocina. Él me da las gracias, por guardar el secreto de que estaba con la chica. Me cuenta todo lo que hicieron en susurros y, cuando nos lavamos las manos, regresamos al comedor para tomar asiento.  

Ángelo nos mira serio, mientras que Adriano comienza a hablarnos de cómo fue su mañana. Comienzan a servir el almuerzo, y los cuatro guardamos silencio comiendo. Sólo se escucha el sonido de los cubiertos, y de los platos.

-¿Ha pasado algo?-pregunta Adriano.-Estáis los tres, muy callados.

-No papá, no ha pasado nada-responde rápidamente, Alexis.-Alessandra y yo, compramos el vestido como nos dijiste.

-Me alegro, recordad que a las 8 de la tarde llegará la familia. Os quiero listos a los tres, en la entrada, antes de las 8. Por favor, no tardéis.

Los tres asentimos con la cabeza, y terminamos de almorzar. En seguida, las sirvientas recogen todo y cada uno se retira a su habitación. Me siento en mi escritorio, y saco mi libreta para realizar algunas tareas que tenía atrasadas. Por suerte, no tengo muchas y no tardo mucho en realizarlas.

Por la tarde, comienzo a prepararme. Tomo un baño largo, y lavo mi pelo dejándolo que se seque al aire. Aimé, una de las empleadas más jóvenes de la casa, me ayuda poniendo un poco de maquillaje sobre mi rostro.

-En realidad, no necesitas mucho cariño. Pero esto te hará ver más arreglada, y lucir como una princesa-me sonríe, mientras aplica un poco de base.-Aunque tú, ya eres una princesa.

-Gracias Aimé, ¿tú podría enseñarme algo de maquillaje?

-¡Claro! Me encanta todo el tema del maquillaje, y estaré encantada de enseñarte.

-Muchas gracias, Aimé.

-De nada, Aless. Sabes que aquí estaré, para lo que necesites.

Le doy un abrazo, y ella abandona la habitación. Tomo el vestido que compré en la mañana, y lo complemento con unas bailarinas del mismo color. Compruebo que mi pelo esté totalmente seco, y lo peino por última vez. Cuando termino de colocar todo, suenan unos toques en la puerta.

-Aless-dice Alexis, al otro lado de la puerta.-¿Estás lista?

-Sí, estoy lista-le respondo, mientras abro la puerta.

-Estás preciosa, mírate pareces una princesita.

Me sonrojo ante su comentario, y él me hace una seña para que bajemos. Allí abajo, nos espera Adriano junto con Ángelo mientras hablan. Al escuchar nuestros pasos, ambos se giran y Ángelo abre los ojos sorprendido. Me escanea de arriba a abajo, y después se rasca la nuca nervioso. Adriano por su parte, me sonríe.

-Estás preciosa, Alessandra-dice él, cuando llegó a su lado.

-Gracias Adriano, vosotros también vais muy guapos-contesto.

El timbre interrumpe nuestra conversación, y es uno de los guardaespaldas quien abre la puerta. Tras ella está la familia Montesco, quienes lucen elegantes con una sonrisa de oreja a oreja.

-Bienvenidos, a nuestro hogar-dice Adriano.-Ella es Alessandra y, bueno, a mis hijos ya les conocéis.

-Gracias por invitarnos, Adriano-responde el clan de esta familia, mientras se dan la mano.-Es un placer conocerte, Alessandra-me tiende su mano, y yo estrecho la mía con la suya.-Yo soy Luciano y ella es mi mujer, Ciara.-La mujer asiente con la cabeza, y me da dos besos.-Ellos son mis hijos, Anaï y  Tommaso.

Asiento con la cabeza, y Adriano nos indica que pasemos al comedor. Adriano toma asiento en un extremo de la mesa, Luciano en el otro extremo. Ciara se sienta al lado de su marido y su hija al otro lado. Alexis toma asiento al lado de ella, y Ángelo al lado de su padre. De forma que, como ambos hermanos están a cada lado de su padre, yo quedo en medio de Ángelo y Tommaso.

Las sirvientas salen de la cocina, y comienzan a servir la cena. Ambos hombres, que están a los extremos, comienzan a hablar de negocios y veo cómo Alexis le dedica algunas miradas a Anaï. Siento una mano posarse en mi muslo, bajo la mirada y le doy un manotazo a la mano de Tommaso para que la quite. Él me mira con el ceño fruncido, y vuelve a posar su mano subiendo por mi muslo.

Así pasamos toda la cena, él apoyando su mano en mi muslo y yo dándole manotazos para que la quite. Cuando se termina el postre, yo me disculpo y me levanto de la mesa en dirección a la cocina. Esta situación me tiene nerviosa, no quiero estar ahí. Tomo un vaso, y lo lleno de agua bebiéndolo por completo.

-Vaya, así que la gatita tiene sed-dice Tommaso, a mis espaldas, provocando que de un salto del susto.-Uy, ¿te he asustado, gatita?

Retrocedo en la cocina, hasta que choco con una de las encimeras. Me ha arrinconado, no tengo escapatoria. Él me mira con una sonrisa malévola, y yo trato de buscar la salida.

-¿Buscas algo, gatita? Porque de mi, no te escapas-pasa sus manos por mi cintura, mientras trato de alejarlo lo más que puedo de mi. Se relame los labios, de una forma asquerosa, y trata de besarme.

-¡No! ¡Déjame!-le grito, mientras trato de alejarlo.

-¿Qué coño haces?-Ángelo lo empuja lejos de mi, y me deja escondida en su espalda.

-Ella me estaba provocando, no es más que una puta-le responde Tommaso, acercándose a nosotros.

-No te quiero ver cerca de ella, o no dudaré en ponerte una bala en tu asquerosa cabeza. Ahora vete.

Tommaso hace lo que él le dice, y abandona la cocina. Ángelo por su parte, se da la vuelta y me abraza fuertemente.

-¿Estás bien?-asiento con la cabeza, sin despegarme de él.-Maldito canalla, si por mi fuera lo quitaría ahora mismo de en medio.

-No le hagas nada, no quiero que Adriano se enfade contigo-le susurro, despegándome un poco de él y mirándole a los ojos.

Ambos nos quedamos mudos, mirando a los ojos del otro, y sin dejar de abrazarnos. Su mirada baja hasta mis labios, y yo hago lo mismo con los suyos. Hasta que ocurre algo inesperado, él me toma por la nuca y me besa dulcemente. Trato de seguir su beso, pero no soy experta, nunca he dado un beso. Ángelo, ha sido la primera persona a la que he besado y ha sido fantástico.


Mi Ángel De La Guarda Where stories live. Discover now