Capítulo 23

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A la mañana siguiente, me despierto cuando unas ganas de vomitar me inundan. Corro hacia el baño, y me arrodillo expulsando todo. Mis ojos se llenan de lágrimas, y algunas caen por mis mejillas.

-¿Píccola? ¿Estás bien?-pregunta Ángelo, arrodillandose a mi lado, sujetando mi pelo. Niego con la cabeza, y tiro de la cadena cerrando la tapa. Me apoyo sobre esta, y trato de relajar mi respiración.-Deja que te lleve a la cama, para que estés más relajada.‐Él me toma en brazos, besando mi frente, y me lleva a la cama dejándome sobre esta delicadamente.-¿Qué te pasa, amore mío?

-No lo sé, creo que me sentó mal la cena.

-Lo mejor será que volvamos a la mansión, allí descansarás mejor y Maggie podrá darte algo-le miro haciendo un puchero, y él ríe acariciando mi pelo.-No te preocupes amore, yo también te cuidaré y aquí vendremos otro día. Voy a hacer la maleta.

-Yo te ayudo-le digo, comenzando a incorporarme.

-No, no, píccola. Tú descansa, aquí tranquila-él me para, y comienza a recoger todo de la habitación. Yo de mientras, le indico las cosas que se va dejando.-Vamos a vestirte, amore.

-No, no, yo puedo sola. No estoy inválida, Ángelo. Sólo fue la cena, que me pudo sentar mal.

Él me mira preocupado, pero yo beso sus labios echándole de la habitación para vestirme. Tomo algo cómodo, y me amarro el pelo en una coleta. Me lavo los dientes, la cara, y termino de recoger lo que queda. Cuando bajo, Ángelo está terminando de desayunar y las cosas están en la entrada.

-¿Quieres un poco de café?-me pregunta acercándome la taza, yo enseguida me echo hacia atrás y vuelvo a correr hacia el baño.-Alessandra, ¿qué pasa? Estoy preocupado.

-No es nada, sólo fue el olor que me echó hacia atrás. Estoy bien.

-Venga vámonos, hay que volver a la mansión cuanto antes.

-Pero amore, termina de desayunar-le digo, tomando su mano antes de que salga.-Yo me lavaré los dientes, ve y termina tu desayuno.

-De acuerdo, pero si te sientes mal me llamas.

Asiento con la cabeza, y él besa mi frente mirándome preocupado. Yo le sonrío, y le empujo para que vaya a la cocina. Vuelvo a lavarme los dientes, y cuando termino él ya está listo para irnos. Seguro que ha terminado, engullendo la comida. Él mete la maleta al coche, y me abre la puerta del copiloto.

-No me quiero ir-le digo, haciendo un puchero.

-Amore mío, estás malita y aquí no tenemos nada para darte. Además mi padre y Alexis vuelven hoy, no nos pueden descubrir.

Entro en el coche, y cierra la puerta con una sonrisa. Lo rodea, y entra también a mi lado. Besa mis labios, nos ponemos el cinturón y enseguida se pone en marcha. Yo me apoyo en la ventanilla, observando el paisaje, y enseguida me quedo dormida.

-Alessandra, ya hemos llegado-susurran en mi oído y, a continuación, siento que soy elevada en brazos. Me acurruco mejor en sus brazos, y él comienza a caminar conmigo.

-Hola hijo, ¿qué le pasa a Alessandra?-escucho, que pregunta Adriano.

-Se ha quedado dormida en el viaje, y al parecer se está poniendo mala. Iré a dejarla en su habitación.

-De acuerdo, yo iré a pedirle a Maggie algo para ella. Cuando la dejes en su habitación, baja a mi despacho.

Ángelo comienza a caminar de nuevo, y siento que sube las escaleras. Abre la puerta de mi habitación, y entra dejándome suavemente sobre la cama.

-Aquí estarás mejor píccola, descansa.

Él me quita los zapatos, me arropa con las sábanas, y deja un beso en mis labios antes de irse. Doy varias vueltas en la cama y, cuando estoy a punto de quedarme dormida, se abre la puerta.

-Aless, soy yo Maggie-ella se asoma por la puerta, y yo me incorporo encendiendo la luz.-¿Cómo te encuentras cielo?

-Ahora estoy un poco mejor, yo creo que fue la cena que me sentó mal.

-Bueno cielo, aquí te dejo un té que te sentará genial-me comenta, dejando una taza sobre la mesita.-Duerme un rato, y tómatelo poco a poco. Luego vendrá Aimé, para ver cómo sigues.

Asiento con la cabeza, y le agradezco antes de que se marche. Tomo unos sorbitos del té, y pongo una película en la televisión. Así paso la mañana tranquila, viendo una película, mientras me tomo mi té.

-¿Se puede?-dice Aimé, asomándose un poco. Asiento con la cabeza, y ella entra a la habitación.-Te traigo el almuerzo, mira.

Aimé me acerca la bandeja, y en cuanto lo huelo corro hacia el baño para vomitar. Ella sujeta mi pelo, y acaricia mi espalda en un intento de calmarme. Cuando termino, tiro de la cisterna y me lavo los dientes bajo su mirada.

-Aless...¿no estarás embarazada?-el cepillo de dientes, se me cae de la mano y le miro.-Sé que tú y Ángelo, tenéis algo. Él me pidió ayuda, para preparar lo de la cabaña.

-Yo.....n-no sé-los ojos se me llenan de lágrimas, y enseguida me echo a llorar.

-Tranquila, yo compraré un test para saber si lo estás.

-No se lo digas a nadie, Adriano nos mata si se entera.

-No, no se lo diré a nadie. Pero ahora tenemos que tener cuidado, para hacer el test y con los síntomas.

-¿Cuando puedes comprar el test? Yo te daré el dinero, que necesites.

-Iré ahora mismo, todos están almorzando y normalmente tenemos una hora libre. No hace falta que me des dinero, no es muy caro.

Me lanzo a abrazarla, y ella me devuelve el abrazo acariciando mi pelo. Cuando me calmo, me indica que tome almenos la sopa de la bandeja y la fruta. Lo demás se lo lleva, antes de que me provoque más ganas de vomitar. Me como todo lo que me ha dicho, y espero sentada en la cama a que ella regrese.

-Ya estoy aquí-dice, cuando regresa. Echa el pestillo a la puerta, y se sienta a mi lado.-Bien, según las instrucciones, debes hacer pis en este vasito y esperar 5 minutos. Ve, yo te espero aquí.

Hago el pis en el vasito, y después introducimos la varilla dándole vueltas. Dejamos el test en el baño, y nos vamos a esperar en la habitación. Ella me habla de otras cosas para distraerme, pero yo solo pienso en el resultado del test. Cuando la alarma suena, ambas nos sobresaltamos y ella me alienta a ir a ver el resultado. Nos damos la mano, y entramos al baño. "Embarazada".

-No puede ser-me lanzo a llorar, y ella me abraza fuerte.

-No pasa nada Aless, seguro que Adriano se pondrá contento. No llores, todo es cuestión de hablarlo.

-Nos va a matar, Aimé. Adriano nos va a matar a los dos.

-Mira, deja que pase unos días y pensamos en qué hacer, ¿vale?-asiento con la cabeza, y ella seca alguna de mis lágrimas.-No llores, ahora una vida depende de ti y él o ella lo siente todo-dice colocando una mano, sobre mi vientre mientras sonríe.

Mi Ángel De La Guarda Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu