Capítulo 29

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*NARRA ALESANDRA*

Un nuevo día amanece en la mansión Salvatore, y las náuseas comienzan a atacarme de nuevo. Como siempre, corro hacia el baño y vomito derramando alguna lágrima. Trato de regular mi respiración, cuando termino, y lavo mis dientes. Vuelvo a la cama, y me siento con cuidado, mi hombro duele del movimiento tan brusco. Unos toques suenan en la puerta, y Aimé entra tras yo darle permiso.

-Buenos días Aless, ¿te encuentras bien?-me pregunta, al verme.

-Sí, son las náuseas matutinas y el hombro me duele un poco.

-¿Deseas que suba tu desayuno?

-No, prefiero desayunar abajo. En la casa de los Montesco, nunca podía comer en el salón.

-Esta bien, voy a coger algo cómodo para que te pongas.

Ella escoge algo cómodo de mi armario, y me ayuda a vestirme con cuidado. La herida en mi hombro, no me deja tener libertad de movimiento. Después me peino y, con su ayuda, me pongo unos tenis. Una vez lista, ambas bajamos las escaleras y yo entro al salón. Los tres me miran sorprendidos, y Adriano retira mi silla para que me siente.

-Buenos días, Alessandra. Pensé que ibas a desayunar, en tu habitación-dice Adriano, cuando toma asiento.

-Me apetecía desayunar aquí abajo, aunque si quieren me voy.

-No, no, estamos encantados de tenerte aquí.

Asiento con la cabeza, y enseguida nos sirven el desayuno. Yo comienzo tomando algo de fruta pero, en cuanto el olor a café viene a mí, salgo corriendo hacia el baño. Me arrodillo, y expulso todo lo que había en mi estómago. Alguien sujeta mi pelo, y comienza a acariciar mi espalda.

-Tranquila, estoy aquí contigo-dice Ángelo, sentado detrás mía. Bajo la tapa, tirando de la cadena, y me apoyo en esta para regular mi respiración.-Respira hondo, píccola.

-¿Estas bien, Aless?-pregunta Alexis, desde el marco de la puerta.

Yo asiento con la cabeza, y Ángelo se levanta teniéndome su mano. Me levanto rápidamente, tomándola, y un mareo recorre todo mi sistema. Me agarro a él, y me sostiene en sus brazos.

-Te tengo, te tengo.

-Duele...

-¿Te duele el hombro?-pregunta Ángelo, yo asiento con la cabeza y él mueve mi camiseta para ver el vendaje.-Alexis, avisa a papá. Alessandra, está sangrando.

Alexis se va andando rápido por el pasillo, o al menos todo lo que puede, y escuchamos cómo habla con Adriano. Poco después, ambos aparecen por la puerta.

-¿Qué pasa, chicos?-pregunta.

-Padre, Aless está sangrado y está mareada-le explica, Ángelo.

-Llévala a su habitación, llamaré a un médico-le manda.-Tranquila cielo, pronto te sentirás mejor.

Ángelo me toma en brazos, con cuidado, y deja un beso en mi frente. Sube las escaleras, con Alexis detrás, y me deja suavemente en la cama. Alexis se encarga de quitar mis zapatos, y Ángelo me ayuda a quitarme la camiseta. Al menos, llevo un sujetador deportivo debajo. Aunque claro, una de las tirantas no me la puse. Poco tiempo después el doctor entra en la habitación, echando a los tres hombres afuera.

-Vamos a revisar, tu herida-él quita la venda, y yo miro hacia otro lado. Me da un poco de cosa, ver la herida.-Solamente se ha abierto un poco, debo de darte un punto más-él saca una aguja, y pone una goma en mi brazo.

-¿Eso qué es? ¿Le hará daño a mi bebé?-le pregunto.

-Es un calmante, para que no te duela tanto. Tranquila, esto no le hará daño al bebé.

Asiento con la cabeza, y él comienza con su trabajo. El calmante hace bastante efecto, y apenas noto la aguja cuando me cose. Vuelve a vendar mi hombro, y me vuelve a recomendar que no haga esfuerzos. Le agradezco por su ayuda, y él se despide de mi antes de abandonar la habitación. Detrás de él entra Alexis, quien se para a un lado, tratando de guardar el equilibrio con la muleta.

-Puedes sentarte, si quieres Alexis...-le digo, palmeando un lado de la cama.

-¿Cómo te encuentras?-me pregunta, mirándome preocupado.

-Mejor, el calmante hace efecto.

-Me alegro, Aless. Oye, siento mucho lo que te dije ayer. He encontrado las cartas como te dije, aquí están-dice entregándome, unas cartas.-Deberías leerlas tú sola, y guardarlas muy bien.

-Tranquilo, las guardaré aquí-pongo las cartas debajo de una de las almohadas, y me aseguro de que no se vean.-Las leeré cuanto antes, y te las daré.

-No, ahora son tuyas. Eran de tus padres, tú mereces poseer dichas cartas.

-Alexis-le llama Ángelo, entrando a la habitación.-Es mejor, que la dejemos descansar.

-Sí, sí, yo ya me iba. Solamente quería ver, cómo estaba-Alexis toma su muleta, y besa mi frente antes de levantarse. Después posa su mano en el hombro de su hermano, y se va después de sonreírle.

-¿Necesitas algo, píccola?-dice, tomando mis manos.

-No. Por favor, no me llames así-él deja mis manos, y me mira dolido.

-¿Cómo quieres que te llame?

-Alessandra.

Él no dice nada más, y abandona la habitación cerrando la puerta. Yo espero unos minutos, y saco las cartas para comenzar a leerlas. Solamente hay dos, una de mi madre y otra de mi padre.

"Mi pequeño ángel, no sabes lo felices que somos padre y yo teniéndote que ti. Papá dice que eres su estrella, y yo digo que eres ese pequeño ángel que reina en nuestros corazones. Quizá no te daré nunca esta carta, espero que sea así. Pero si por desgracia te la doy, quiero explicarte todo lo que sucede.

Posiblemente yo haya muerto, o desaparecido, por muy fuerte que suene. Siempre quise que mi pequeño ángel supiera todo, y no quería quedarme sin una despedida. Te quedarás con Adriano, y su mujer. Tus maravillosos tíos, que velarán por tu seguridad. Y también con sus tres hijos, aunque me gustaría que tuvieses tu romance con Ángelo. Pero ssh, papá no quiere oír eso. Muchas veces hemos soñado eso estando todos juntos, pero papá dice que su pequeña estrella no tendrá novio nunca.

Ángelito mío, solo te pido que te quedes con ellos. Son lo mejor que podrías tener en tu vida, ellos te adoran tanto como nosotros. Y si de verdad te llegamos a faltar, quiero que sepas que mamá te ama muchísimo. Pídele a Adriano los álbumes de fotos, y esa pequeña cosa que dejé para ti.

Te amo, ángel de mi corazón."

"Mi dulce estrellita, que reina en mi corazón. Nunca pensé que debía escribirte una carta de despedida, siempre pensé que sería yo quien te llevaría al altar. Sé que esto debe de ser duro de leer, pero necesitas saber qué pasó.

Una mafia lleva detrás de nosotros varios días, y estoy tratando de protegeros al máximo a ti y a mamá. Pero debes de saber, que si esto no funciona te quedarás con el tío Adriano y su esposa. Él ya está al corriente de la situación, y estará encantado de tenerte en sus brazos. Pero no quiero nada de novios, mi bebé no puede tener novios.

Sé feliz, juega, estudia, ríe, disfruta de los pequeños momentos. Pero sobretodo, sé feliz mi estrellita. Si te llego a faltar, mira hacia el cielo y verás una estrella brillando. Ese seré yo, siempre estaré para ti, allí en el cielo brillando.

Te amo, mi vida. Papá"

Mi Ángel De La Guarda Where stories live. Discover now