Capítulo 3

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El chico me lleva a la habitación, y me deja suavemente sobre la cama. Me quita los zapatos, y se sienta en el borde.

-Lo siento mucho, pensé que ibas a hacernos algo-dice, con un deje de preocupación en su voz.

-No pasa nada...-contesto, en un susurro.

-¿Por qué te abandonaron tus padres?-alzo mis hombros, dando a entender que no lo sé.-Joder....

-Alexis, dejemos que coma y descanse-Adriano interrumpe en la habitación, entrando con una bandeja.-Come Alessandra, te sentará bien. Si necesitas algo, llámame.

-O también, me puedes llamar a mí-dice Alexis, ayudándome a acomodar la bandeja.-Ahora no estás sola, nos tienes a nosotros.

-Gracias...

Ambos abandonan la habitación, y yo me quedo sola. En la bandeja hay una crema de verduras, y salmón con papas. Almuerzo tranquila en el silencio, mientras me dedico a pensar en todo lo ocurrido. Cuando termino, me levanto con cuidado y, bajo hacia la cocina. De vuelta me cruzo con Alexis, y él me sonríe nada más verme.

-¿Estás mejor?-me pregunta.

-Sí, gracias por preguntar-respondo.

-Ven, te voy a enseñar algo.

Me dirige hacia una de las habitaciones, de la cual compruebo que es una biblioteca. Esta tiene enormes estanterías llenas de libros, y grandes ventanales con una maravillosa vista al jardín. También hay un escritorio enorme a un lado, donde Alexis saca una carpeta y me muestra su contenido. Puedo comprobar que son algunos dibujos, muy bien realizados y llamativos.

-¿Los has hecho tú?-le pregunto tímida, contemplando los dibujos.

-Sí, mi madre me enseñó a dibujar.

-¿Y dónde está tu madre? No la he visto, y....

-Ella murió, Alessandra.

-Lo siento mucho Alexis, no fue mi intención-le digo, arrepentida.

-No te preocupes, ¿te apetece dibujar conmigo?

Asiento con la cabeza, y nos sentamos en el escritorio. Él saca algunos lápices, y folios, para tenderme a mi algunos. Le agradezco, y ambos comenzamos a dibujar. Alexis está muy concentrado, tanto que no levanta la cabeza del folio. En cambio yo, sólo sigo el movimiento de mi lápiz. Sin concentrarme, en lo que estoy dibujando.

-Ya terminé-me muestra su dibujo, es un caballo con una cicatriz en su cabeza.-Es relámpago, uno de mis caballos. Mañana te llevaré a verlo, seguro que te encanta. 

Adriano entra en ma biblioteca, visiblemente contento, y se acerca hacia donde estamos nosotros. Observa ambos dibujos, deteniéndose en el mío mirándolo con el ceño fruncido.

-¿Qué es esto, Alessandra?-observo el dibujo, no era consciente de lo que estaba haciendo. Sólo son rayas color negro, sólo es el lápiz siguiendo el camino que desea.

-N-no lo sé... 

-Bueno mejor bajemos abajo, es hora de cenar.

Alexis y yo nos levantamos, siguiendo a Adriano bajando las escaleras. Entramos al comedor, y los tres tomamos asiento. En seguida comienzan a servir la cena, y además veo que hay un plato de más. La puerta principal suena, y se escuchan unos pasos. Por el comedor aparece un chico alto, perfectamente peinado y al parecer, unos años más que yo. Deja sobre la mesa unas llaves, y un arma. Yo me sobresalto, en mi asiento.

-Vaya, vaya, vaya. ¿Ahora estáis jugando a la familia feliz con tu nueva putita?-dice él, mientras que quita la chaqueta, con un tono despectivo.

-¡ÁNGELO!-le grita Adriano, haciendo que vuelva a asustarme.-Te he dicho mil veces, que no dejes tu pistola sobre la mesa. Y no trates así a Alessandra, no es ninguna prostituta.

-¿Si no es puta qué hace aquí? Ah, ya sé, se ha metido en tu cama y es mi madrastra-ríe con sarcasmo, y se apoya en la mesa.

-Ángelo, deja de faltarle el respeto. Ella estaba viviendo en la calle, y le he dado un hogar-le explica, Adriano.

-Y seguramente después, se meta en tu cama para llevarse tu dinero. Como siempre.

Adriano se levanta de su asiento, y toma por el brazo al chico para llevárselo. Alexis también va, detrás de ellos, dejándome sola en el comedor. Yo me levanto de mi asiento, y salgo del comedor. Puedo escuchar sus gritos, en una de las habitaciones. Los guardaespaldas parecen estar haciendo un cambio de turno, así que aprovecho para salir de la casa. 

Camino sin rumbo, alejándome de esa casa. Ese chico tiene razón, yo no debería de estar allí. Yo no pertenezco a esa casa, ni a esa familia. Debo de buscar mi futuro por mi misma, sin que nadie me ayude.

El frío me cala los huesos, pero no tanto como aquella noche. Si no fuera por él, vete a saber qué me hubieran hecho. Trato de no pasar por los bares alternos, no quiero que me hagan daño.

Entro en un parque, y tomo asiento en uno de los bancos. No hay nadie por la calle, ni siquiera pasa un sólo coche. Me quedo allí sentada, con mi cabeza dando mil vueltas y mirando a la nada. Hasta que veo un coche negro, acercarse hacia el parque. 

-¡Alessandra!-escucho como gritan mi nombre, y me quedo totalmente inmóvil en mi sitio.-¡Alessandra!-Miro hacia el coche, es Alexis quien grita mi nombre. Me levanto de mi asiento, y veo que se dirige hacia mi.-Por dios Alessandra, te estábamos buscando.-Me abraza fuerte, y después me pone su chaqueta.-Vamos, volvamos a la casa.

-No, Alexis. Yo no pertenezco a esa casa, yo no pinto nada allí. Ese chico tiene razón-le explico, devolviéndole su chaqueta.

-¿Ángelo? No digas tonterías, él piensa que vienes a quitarnos dinero. Pero está claro que no es así, ven con nosotros-toma mi mano, y tira de mi pero su teléfono nos interrumpe.-¿Diga? Dime papá. Sí, he encontrado a Alessandra. ¿Cómo? Vamos para allá.

-¿Ha pasado algo?-le pregunto, viendo su semblante preocupado.

-Han disparado a Ángelo. Tenemos que ir al hospital, vamos.

Vuelve a colocarme la chaqueta sobre mis hombros, y tira de mi brazo para dirigirme al coche. Abre mi puerta, y espera a que entre para cerrar la misma. Rodea el coche, y él también entra al coche poniéndose el cinturón. Arranca, y va a todo gas hacia el hospital. Yo voy como un animalito asustado, pero sé que está preocupado por su hermano.

Cuando llegamos, ambos bajamos del coche y él toma mi mano para adentrarnos al hospital. Adriano está sentado en la sala de espera, ocultando su cara entre sus manos.

-Papá, ¿cómo está Ángelo?-le pregunta Alexis.

-Ha perdido mucha sangre, necesita una transfusión pero ninguno de nosotros somos A positivo-le explica Adriano, a Alexis.

-¿Y ahora qué haremos?

-Tenemos que esperar, a que haya un donante. Ya les puse dinero sobre el mostrador, para que lo encuentren cuanto antes. Sino, les pondré una bala entre ceja y ceja.

-Yo puedo ayudaros-les digo, interrumpiendo su conversación.-Yo puedo ser la donante, soy A positivo.

-¿En serio? ¿Harías eso por mi hijo, Alessandra?-me pregunta Adriano, sus ojos brillan de ilusión. 

Asiento con la cabeza, y él me abraza fuertemente. Alexis se queda en la sala de espera, mientras nosotros dos nos acercamos a las enfermeras. En cuanto les hablamos sobre la donación, me pasa a otra sala para extraer la sangre. Observo la aguja, y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

-No lo tienes que hacer, si no quieres Alessandra-dice Adriano, colocando una mano en mi hombro.

-No, no, quiero hacerlo.

Me siento en la silla, y la enfermera comienza buscar mi vena. Yo giro la cara hacia otro lado, no quiero ver eso. Por suerte, la enfermera es muy maja y no duele demasiado. El proceso tarda unos minutos, para poder llenar la bolsa entera, y cuando termino salgo de nuevo hacia la sala de espera. Adriano, y Alexis, me abrazan mientras me dan las gracias. Nos sentamos en la sala de espera, y Alexis me da un zumo para recuperar la sangre. También nos comunican, que ya han podido ponerle la sangre a Ángelo así que solo queda esperar.



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