Capítulo 19

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-Pues sorprendentemente, esta herida ya está completamente curada. No debes de tomar más medicamentos, pero si tener cuidado cuando hagas ejercicio o tengas relaciones sexuales-explica el doctor.

-Mi niña no tiene relaciones sexuales, ella no tiene novio ni lo tendrá hasta que sea mayor-replica Adriano, contra el doctor. Yo miro a Ángelo, y veo como trata de no reírse.

-Bueno siendo así, ten cuidado haciendo ejercicio. Y si necesitáis algo más, ya sabéis mi número.

-Muchas gracias doctor, acompáñeme para pagarle sus honorarios.

Adriano y el doctor abandonan la habitación, dejándome sola con Ángelo. Quien se echa a reír, en cuanto se cierra la puerta.

-Con que su niña, no tiene relaciones sexuales...-se acerca a la cama, y se coloca sobre mí mordiéndose los labios.

-Ángelo, ya has escuchado a tu padre. Y ya te lo dije yo, no podemos estar juntos-él hace un puchero, y baja la mirada hasta mis labios.

-Ambos sabemos que tienes ganas de besarme, tanto como yo-roza sus labios con los míos, y yo intento besarle pero se separa.-Ay no que Adriano ha dicho, que su niña no tendrá novios ni relaciones.-Él se sienta en la cama mientras ríe, y yo le dedico una mala mirada.

-Pero podríamos intentarlo, tú lo dijiste-me siento encima suya, y comienzo a besar su cuello.

Él baja sus manos acariciando mi cintura, e intenta besarme. Yo realizo movimientos circulares sobre su miembro, mientras siento cómo el suspira fuerte. Rozo mis labios con los suyos, como hizo él, y al sentir su miembro erecto me levanto.

-Es cierto, Adriano dijo que no podía tener relaciones ni novios.

-¿Có-cómo? ¿Me vas a dejar así?-exclama, señalando su miembro.-No seas injusta Alessandra, yo solo estaba bromeando.

-Quien juega con fuego, se quema.

-Ah, ¿ahora te gusta jugar?-él sonríe, y se levanta. Su miembro se marca en el pantalón, que parece estar a punto de explotar.-Pues ya veremos, quien es mejor.

-Pero amor-me acerco a él, antes de que salga de la habitación.-No te enfades conmigo.-Acaricio su miembro por encima del pantalón, y él parece caer a mis encantos.-En 10 minutos, empezamos las clases de tiro.

Lo empujo fuera de la habitación, y cierro con seguro riendome. Después corro hasta el vestidor, y echo el pestillo de la puerta secreta. Ahora no tendrá forma, de entrar a la habitación. Tomo ropa cómoda, para entrenar, y salgo hacia el despacho de Adriano. Quien me espera, para hablar conmigo y con los dos hermanos. Toco suavemente a la puerta, y me asomo un poco.

-¿Se puede?-le pregunto, sonriente. Él levanta la vista, y sus ojos se iluminan al verme.

-Claro cielo, pasa pasa. Que alegría tener a una bambina, que siempre llega puntual cuando le llamo-ambos nos echamos a reír, y esperamos a que vengan los hermanos.

-Ya estamos aquí, padre-dice Alexis, haciendo acto de presencia.

-Siempre llegáis tarde, ¿no podéis ser como Alessandra. Mi bambina, siempre llega temprano-le regaña su padre.-Pero ya, no hay tiempo que perder. Os he llamado porque tenemos una misión, por realizar y participaremos los cuatro. Esta noche hay una fiesta en la casa de Dimitri, tenemos que conseguir eliminarlo. Para ello, Alessandra intentará conquistarlo y nosotros nos deshacemos de los guardias.

-De eso nada padre, no podemos arriesgarla-reclama Ángelo.

-No la vamos a arriesgar, solo tiene que llevárselo a una de las habitaciones y matarlo.

-Pero si no sabe cómo montar un arma, ni cómo ponerle balas.

-Por eso le vas a enseñar ahora mismo, venga iros a la zona de tiro. De mientras repasaré el plan, con Alexis.

Ambos asentimos, sin decir nada más, y abandonamos el despacho. Nos dirigimos hacia la zona de tiro en silencio, y allí Ángelo comienza a explicarme el uso de todo.

-Tienes que apuntar así, mira-él se coloca detrás de mí, y junta mi cuerpo con el suyo. Su miembro choca contra mi trasero, y él parece disfrutarlo.-¿Ves lo que te pierdes?

-Quien ríe último, ríe mejor.

Muevo mi trasero de lado a lado, y su erección parece despertar. Él gruñe en mi oído, y se aprieta más a mí. A continuación pego varios tiros, en la cabeza del muñeco, y él parece asustarse. Me río, y cambio la reserva de balas para seguir disparando. Al final de la sesión, parece que he aprendido todo y yo me retiro giñándole el ojo a Ángelo.

Subo a mi habitación, y encuentro un vestido de gala que debo ponerme para esta noche. Es de color rojo, escotado, y tiene una abertura en la pierna hasta abajo. En el escritorio, reposan unos tacones y un colgante de pedrería. Escucho unos golpecitos en la puerta, y me acerco para abrirla. Aimé está tras ella, con su habitual maletín de maquillaje.

-¿Aún no te has duchado?-me pregunta, mirándome de arriba hacia abajo, yo niego con la cabeza.-¿A qué esperas? Corre, o se nos hará tarde.

Tomo mi ropa interior del armario, una bata y me meto enseguida al baño. Me ducho rápidamente, y salgo hacia la habitación dónde espera Aimé. Ella seca mi pelo dejándolo lacio, y le da un toque de plancha, para luego dejarlo en una coleta perfecta. Continúa con el maquillaje, haciéndolo todo muy cuidadosa y meticulosamente.

-¿Te gusta?-me pregunta, mostrándome el resultado.

-Wow Aimé, parezco otra persona-me observo en el espejo, mientras me quedo boquiabierta.-¡Muchísimas gracias! Has hecho un gran trabajo.

-De nada preciosa, ya casi es la hora de irte. Te dejo para que te puedas vestir, y cuando termines recuerda colocarte el labial-me indica, señalando el labial que ha dejado encima del escritorio.-Puedes echarlo en tu bolso de mano, para retocarte después.

Asiento con la cabeza, y me despido de ella. Cuando la puerta se cierra, me quito la bata dejándola caer al suelo, y me coloco el vestido con cuidado. Prosigo con los tacones de color negro, ensayando un poco para no caerme, y me coloco el colgante. Después me echo perfume, me pinto los labios y preparo mi bolso de mano. En el echo el labial, balas de repuesto, y una navaja pequeña. Mejor prevenir, que lamentar.

Al terminar salgo de mi habitación, y comienzo a bajar las escaleras. Ellos tres esperan abajo ya arreglados, y se giran en cuanto me escuchan bajar. Los hermanos se quedan boquiabiertos, mientras Adriano me observa con una sonrisa.

-Por dio bambina, estás preciosa-exclama Adriano, cuando llego a su lado.

-Padre, no la podemos llevar-dice Alexis, colocándose frente a mi.

-Concuerdo contigo, Alexis-le apoya, Ángelo.

-No digáis tonterías, y subid a los coches. Ángelo tú conduces, y Alessandra va contigo. Alexis, tú y yo vamos detrás. Los guardias vigilarán toda la noche, y nos escoltarán en el camino.

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