Capítulo 16

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Estaba terminando de vestirme, cuando Ángelo entra en la habitación sin tocar ni nada.

-Aless, ¿estás.....-no termina de hablar, y se queda con la boca abierta. Tapo mis pechos, con mi sudadera y me doy la vuelta.

-Se toca antes de entrar, Ángelo.

-Vamos píccola, ¿por qué te tapas?-dice rodeándome, con sus brazos y dejando un beso en mi hombro.-No hay nada que no haya visto, o tocado ya.-Me sonrojo, y termino poniéndome la sudadera rápido.

-¿Querías algo?

-Queria ver si estabas lista, ya sabes que debemos ir a recoger otro paquete-besa mi frente, y coloca un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.

-Sí, estoy lista.

-Hoy no iremos solos, vendrán los guardias con nosotros. Por lo que no podemos hacer nada, allí fuera.

Asiento dejando un beso suave en sus labios, y salimos de la habitación con total naturalidad. Abajo, Ángelo le da órdenes a los guardias y después todos subimos a los coches. Él y yo vamos en un coche en medio, de dos furgonetas de los guardias que nos custodian.

-Píccola, esta noche puede haber más peligro que de normal. Quiero que sigas mis órdenes al pie de la letra, como siempre. Si te digo que te quedes aquí, cierras el coche y esperas a que yo vuelva.

-De acuerdo, señor.

Ambos nos echamos a reír, y observo cómo entramos a un bosque. O al menos, eso parece. Todo está rodeado de árboles, y no hay ninguna casa. Solamente veo una cabaña al final, iluminada por algunas luces dónde Ángelo aparca. Los guardias bajan de las furgonetas, y se arman al completo.

-Píccola, ya sabes lo que hacer-deja un beso en mis labios, y otro en mi frente.-No tardo, te quiero preciosa.

-Yo también te quiero, Ángelo.

Él se baja del coche, sonriendo, y le da unas indicaciones a los guardias antes de entrar. Yo cierro el coche por dentro, como él me ha indicado, y me dedico a esperar mientras observo mi alrededor.  Mis ojos pesan, estoy cansada, quiero irme a casa o dormir pero debo mantenerme despierta a esperar a Ángelo.

3 horas pasan, y cada vez me estoy desesperando más. Nuestros guardias, se mantienen hablando entre ellos y custodiando el lugar. Pero yo, estoy sola en el coche sin hacer nada. He puesto música, pero a estas horas no hay nada bueno en la radio, y la acabé apagando.  Noto que algunos guardias se mueven, veo a Ángelo salir de la casa y me reincorporo en el asiento para abrir el coche. Una mujer sale detrás suya, y cuando él se gira los veo besarse apasionadamente. Me quedo con la boca abierta, y al instante una sensación de cabreo recorre todo mis sistema. Maldito cabrón, este era el paquete...

Me paso al asiento del piloto, y arranco el coche para salir a todo gas. Maniobro para poder darle la vuelta, y abandono el lugar. Por suerte, ningún furgón se quedó aparcado detrás del coche. Mi móvil suena en mi sudadera, y lo saco para tirarlo al asiento del copiloto. Sé que es él, pero que le jodan. No quiero saber nada de él. Conduzco lo más rápido que puedo, y noto unas luces que van detrás mía. Miro por el retrovisor, y veo que es él junto a los guardias. Vale Alessandra, ¿lista para la acción? LISTA.

Derrapo en una curva, aumentando la velocidad, y me voy hacia los callejones para esconderme. Vuelvo a mirar por el retrovisor, y lo veo todavía detrás mío. Maldito idiota, es rápido. Me dirijo hacia la autopista, y somos interceptados por unos furgones que nos hacen frenar de golpe. Por instinto, tomo el arma de la guantera, y me la guardo en mi cintura camuflándola, con mi sudadera.

Comienzan a rodear el coche, y un hombre encapuchado me apunta con el arma para que baje del coche. Hago lo que pide, con las manos en alto y las piernas como gelatina. Atrás le han hecho lo mismo a Ángelo, y a los guardias.

-¡Dejadla a ella, y haced conmigo lo que queráis!-grita Ángelo.

-Bueno pero mirad, qué tenemos aquí-dice un hombre, acercándose a mí. -Un diamante en bruto. Dime cariño, ¿eres virgen?-me quedo callada, y quieta en mi lugar.-¡Odio que no me respondan!-me abofetea, tirándome al suelo y después me agarra del cabello para levantarme.

"No dejes que te vean débil, sino lo usarán en tu contra". Me mantengo neutra, tal y como una vez me dijo Ángelo, tratando de disimular el dolor que me provoca el hombre este. Golpea mi estómago, quitándome todo el aire, y me arrastra hasta el otro lado de la carretera.

-Vigilad a aquellos, no quiero que molesten-le indica a sus hombres, mientras camina conmigo.-Vamos a comprobar si eres virgen, bonita. Si te dejas, te va a doler menos. Aunque yo me divertiré igual, de follarte como a una puta.

Me tira de un golpe al suelo, y comienza a deshacerse de su pantalón. Yo aprovecho a sacar la pistola de mi cintura, para apuntarle en la cabeza matándole de un tiro. Me levanto del suelo corriendo, y comienzo a correr hacia dónde están los demás. Aprovecho que los guardias de ese señor, están buscando de dónde viene el sonido y comienzo a dispararles. Nuestros guardias también comienzan a disparar, y yo corro aún más para llegar a refugiarme. De lejos veo a Ángelo buscando algo desesperado, un hombre le apunta con su arma y yo corro hacia él.

-¡ÁNGELO, ÁNGELO!-él se da la vuelta, y yo me lanzo a sus brazos recibiendo la bala.

-¡ALESSANDRA!-uno de los guardias dispara al hombre, y este cae desplomado al suelo. Yo miro mi estómago, tocando mi herida, y luego levantó la mirada hacia Ángelo.-¿POR QUÉ HAS HECHO ESO? ¡DIOS ALESSANDRA!

Un mareo me invade, y cierro los ojos momentáneamente. Noto como él me toma en brazos, y se dirige corriendo a una de las furgonetas. Se sube detrás conmigo en su regazo, y le grita al guardia para que acelere.

-Aless, no te duermas. Abre esos ojos que me traen loco, mi amor-él golpea con suavidad mis mejillas, y yo abro mis ojos observando los suyos llenos de lágrimas. Su rostro refleja angustia, y en este momento se me ha olvidado mi enfado.-No te duermas piccolina, no me dejes por favor-suelto un gemido de dolor, y alzo mi mano para acariciar su mejilla.

-Te quiero-trato de sonreírle, pero solo me sale una mueca de dolor.

-Yo también te quiero, mi amor. Pero no te duermas, ¿vale? Ya estamos cerquita, y te van a curar-deja un beso en mis labios, y acaricia mi mejilla.

-Tengo frío.

-Espera píccola-se quita su chaqueta, con cuidado de no moverme mucho y me la coloca encima.-Ya estamos llegando, ya queda poco mi amor.

Veo sus labios moverse, pero ya no escucho lo que dice. Todo se está nublando, y trato de aferrarme a su camisa. Me quiero quedar con él, no quiero dormir. Pero es inevitable, por lo que cierro los ojos y caigo dormida al instante.

Mi Ángel De La Guarda Where stories live. Discover now