Capítulo 17

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Abro mis ojos encontrándome en una habitación blanca, y un peso en mi brazo hace que desvíe mi mirada hacia el. Alexis está dormido sobre mí, con ojeras y todo el pelo alborotado. En el sofá duermen, Adriano a un lado y Ángelo en el otro. Trato de moverme pero el dolor, en mi estómago, hace que suelte un gemido de dolor. Alexis se despierta enseguida, mirándome perplejo, y me abraza fuerte.

-Alexis, me duele-le digo, tratando de separarlo un poco.

-Perdón pequeña, pero pensé que no ibas a despertar. Llevas una semana dormida-besa mi frente, y aparta los pelos que caen por mi cara.

-¿Una semana?-él asiente, y se dirige a su padre.

-Padre, padre. Aless, ha despertado.

Adriano abre los ojos, y se levanta de un salto. Ángelo escucha todo el ruido, y también se despierta.

-Alessandra, bambina-Adriano se lanza a abrazarme, con cuidado, y después besa mi frente.-¿Te duele mucho?

-Un poco, pero tengo sed.

-Voy a avisarle a la enfermera de que has despertado, Alexis tú ve a por agua para ella-le indica Adriano, antes de que ambos salieran de la habitación.

Cuando los dos abandonan la habitación, noto la mirada de Ángelo sobre mí. Se acerca con cautela, y se queda parado a un lado de la cama.

-¿Por qué te fuiste corriendo con el coche?

-¿Por qué me llevaste a tu encuentro sexual con aquella mujer? Me engañaste, diciendo que íbamos a por un paquete-él se echa a reír, y se pasa las manos por el pelo.

-Dios Aless, yo no tuve ningún encuentro sexual con esa mujer. Se me echó encima no podía separarla, con su padre detrás o me pondría un tiro entre ceja y ceja-toma asiento en el filo de la cama, y toma mis manos.-Píccola a mi sólo me gustas tú, yo solo quiero estar contigo.

-Creo que lo mejor será, que no tengamos nada-le digo, soltando mis manos.-Tu padre nos podría ver, y no quiero que nos haga algo.

-Pe-pero píc-cola... No me puedes hacer esto, yo te quiero.

-Yo también te quiero Ángelo, pero querrán relacionarte con aquella u otra mujer. Y no quiero, que salgamos dañados-alzo mi mano, acariciando su mejilla, y le sonrío.-Entiéndelo Ángelo, no podemos.

Él baja la cabeza, y comienza a dar vueltas por la habitación. Se pasa repetidamente las manos por el pelo, y suspira fuertemente.

-No me voy a quedar así, voy a luchar por esto. Pase lo que pase.

Dicho esto, él abandona la habitación dejándome sola. Alexis entra enseguida extrañado, porque Ángelo está allí, pero no le digo nada. Me tiende un vaso de agua, y me ayuda a beberlo. Después entra una enfermera, que me revisa y cambia el suero.

-Me quiero ir...-le digo a Adriano, tomando su mano.

-Ya están tramitando el alta, y he contratado a un médico para cuidarte en casa-me explica, acariciando mi pelo.

-Si lo desean, puede ir vistiéndose-nos dice la enfermera, yo asiento con la cabeza y ellos abandonan la habitación. No sin antes señalar la bolsa, con mi ropa.-Vamos cielo, si sientes dolor me avisas.

Me incorporo poco a poco, con su ayuda, y quedo sentada en la cama. Ella me acerca la bolsa, sacando la ropa para ponerla a un lado, y después abandona la habitación. Me quito la bata de hospital, y comienzo poniéndome la sudadera con cuidado. Después sigo con los pantalones, que me cuesta un poco pero lo consigo. Cuando llegó a los zapatos, no sé cómo ponermelos, así que me quedo sentada pensando en ello. Unos toques suenan en la puerta, y Ángelo se asoma.

-¿Se puede?-su voz a cambiado, y tiene los ojos rojos.

Asiento con la cabeza, y él entra observando todo. Se acerca a la cama, y toma los calcetines para ponérmelos. Continua con los tenis, anudando los cordones. Al terminar entra Alexis con una silla de ruedas y, entre ambos, me ayudan a sentarme. Ángelo empuja la silla, mientras que Alexis va a mi lado tomando mi mano.

Adriano nos espera fuera, con el coche arrancado y, listo para irnos a casa. Me meto en el asiento del copiloto con cuidado, y los dos hermanos se sientan detrás.

-¿Lista para irnos a casa?-me pregunta Adriano, apoyando su mano en mi rodilla.

-Sí, por favor.

Él sonríe y, a continuación, comienza a conducir por la carretera. Miro por el espejo a Ángelo, quien me mira fijamente, y le sonrío. Pero él desvía la mirada, hacia la ventana. Suspiro, y hago lo mismo, sintiendo la mano de Alexis acariciar mi hombro.

Cuando llegamos a casa, Adriano aparca justo en la entrada y los tres se bajan para ayudarme.

-Dejad que la lleve a su habitación-dice Ángelo, tomándome en brazos.

-De acuerdo, Alexis y yo nos vamos a por sus medicamentos. Si pasa algo, llamadme.

Asentimos con la cabeza, y Ángelo entra en la casa. Apoyo mi cabeza en su hombro, y él se tensa al momento. Abre la puerta de mi habitación, y me deja en la cama suavemente. Yo me muevo, acomodandome, y suelto un gemido doloroso. Él se alarma, y coloca las almohadas ayudándome.

-¿Estás bien?-me pregunta, mirándome preocupado. Asiento, y le sonrío.-Dios Aless, debiste dejar que esa bala me diera.

-Te iba a matar, no podía dejar que lo hiciera.

-¿Por qué me salvas? Eres un aliento de aire fresco, y a la vez un aliento que me quema.

-¿Por qué dices eso?-frunzo el ceño, y le miro extrañada.

-Porque eres mi ángel de la guarda, pero no quieres estar conmigo.

-Ángelo ya te lo he explicado, no podemos estar juntos.

-Ya te he dicho que voy a luchar por esto, así me tenga que enfrentar a mi padre.

-No vas a hacer eso, es tu padre.

-Por favor, Alessandra dame una oportunidad. Mejor dicho, danos una oportunidad de estar juntos. Hagámoslo como antes, dejemos esto en un secreto.

-No Ángelo, esto nos va a dañar a los dos.

-Intentaré que no me relacionen con nadie, no sé inventaré algo para que no lo hagan.

-Pero acabarán sospechando, de que estamos juntos-el agacha la cabeza, y se muerde los labios. Mi corazón se parte al verle así, no puedo.-Mira Ángelo, deja que lo piense unos días y después lo hablamos.

-¿En serio?-sus ojos se iluminan, y sonríe nuevamente.-Me esforzaré para que aceptes, y para que estemos juntos los dos.-Se lanza a abrazarme fuerte, y suelto un quejido de dolor.-Perdón píccola, perdón. Fue la emoción.

-No pasa nada, no duele mucho-bostezo, y él suelta una risita.

-Debes de estar cansada, duerme un rato y si necesitas algo llámame-me arropa con las sábanas, y deja un beso en mi frente.-Duerme píccola, te quiero.

Ángelo sale de la habitación, pero antes apaga la luz y cierra la puerta. Yo cierro mis ojos, relajándome y me dejo caer en los brazos de morfeo.

Mi Ángel De La Guarda Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz