Capítulo 10

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Cuando llegamos a la mansión, me quedo anclada en el asiento. Ángelo abre mi puerta, y me tiende su mano para salir. Lo miro negandome un poco, pero me dedica una sonrisa alentandome a salir. Las puertas de la casa se abren, y por ellas salen Adriano seguido de Alexis corriendo hacia mí.

-¡Alessandra, bambina!-dice Adriano, abrazándome.-Estaba muy preocupado, no debiste de haberte ido.-Toma mis manos, pero me alejo delicadamente un poco incómoda.

-Padre, lo mejor será que dejemos a Aless darse una ducha y que se cambie de ropa. Ambos estamos empapados, dile a Maggie que suba su cena. Es mejor, que mañana hablemos los cuatro juntos. Pero por ahora, dejémosle descansar-habla esta vez, Ángelo rodeando mis hombros con su brazo.

-De acuerdo, es lo mejor que podemos hacer. Entremos, antes de que nos empapemos todos.

Los cuatro entramos en la casa, y yo me voy directa hacia mi habitación. Tomo un pijama, junto con ropa interior, y voy directa hacia la ducha. Me despojo de todas mis prendas, y abro el grifo del agua caliente a tope. El agua caliente hace que relaje todos mis músculos, y el llanto desconsolado sale solo.

Cuando termino de ducharme, seco mi pelo con el secador y me pongo el pijama para después meterme en la cama. Tengo muchísimo frío, pero por más que trato de entrar en calor, no lo consigo. Unos toquecitos suenan en la puerta, antes de abrirse y Ángelo se asoma.

-¿Puedo entrar?-asiento con la cabeza, y veo que deja una bandeja sobre la mesita.-¿Estás bien? No paras de temblar.-Se acerca hasta la cama, y toca mi mejilla. Frunce el ceño, y pasa a tocar mi frente.-Diablos Alessandra, estás ardiendo. Iré a avisar, a Adriano.-Se levanta de la cama, pero enseguida tomo su mano mirándole con súplica.

-No por favor, no les digas nada. Estoy bien, solo es un poco de frío.

-¿Sólo es un poco de frío? De eso nada, hay que bajar esa fiebre ahora mismo.

Ángelo sale de la habitación, dejándome sola en la habitación, y cuando vuelve trae un pequeño cubito en sus manos. Saca unas pastillas de su bolsillo, y me tiende el vaso de agua que estaba en la bandeja. Lo miro con el ceño fruncido, y niego con la cabeza.

-Tienes que tomar esto, para mejorarte. Sino, no te bajará la fiebre-tomo las pastillas de su mano y, junto al vaso de agua, me las trago.-Muy bien, ahora toma un poco de sopa. Te ayudará a entrar en calor, y así las pastillas no te harán daño en el estómago.

-No tengo hambre-digo, en voz baja.

-Tienes que comer algo-se levanta, tomando la bandeja y se vuelve a sentar a mi lado.-Abre la bocaaaa-hace el avioncito, con la cuchara, y yo me echo a reír.

Al final, tomo casi toda la sopa y es cuando él abandona la habitación. Vuelvo a meterme entre las sábanas, y trato de dormir dejando a un lado todo lo que ha pasado. Cosa que consigo enseguida, al parecer los medicamentos tenían algo que provoca somnolencia.

En mitad de la noche, me despierto al escuchar la puerta abrirse. Alguien entra en la habitación, a quien distingo como Ángelo. Lleva el pantalón del pijama, y el torso descubierto. Se acerca tanteando con sus manos, para saber por dónde va, y se sienta en la cama. Cuando ve que estoy despierta, me sonríe y, pasa su mano por mi frente.

-¿Qué haces aquí?-le susurro, para no despertar a nadie.

-Quería ver cómo estabas, y ver si se te había bajado la fiebre-acaricia mi mejilla, y se queda mirándome a los ojos.-¿Te encuentras mejor?-asiento con la cabeza, y él vuelve a sonreír antes de levantarse.

-No te vayas, quédate-tomo su mano, y él me la acaricia asintiendo.

Me hago hacia un lado, y se mete conmigo en la cama. Me rodea con sus brazos, y besa mi cabeza.

-Buenas noches, piccolina.

-Buenas noches, Ángelo.

Al día siguiente, unos toques en la puerta me despiertan. Tras esta, Ángelo con otra bandeja como ayer. La deja sobre mis piernas, y toca mi frente comprobando la temperatura.

-Buenos días Alessandra, ¿cómo te encuentras?

-Me encuentro mucho mejor, gracias-él me mira sonriente, y yo me sonrojo.

-No des las gracias cara, desayuna tranquila que abajo te esperamos para hablar.

Me guiña el ojo, y abandona la habitación para dejarme desayunar. Aunque realmente tengo que guardar el equilibrio, para que no se caiga nada de la bandeja. Cuando termino, dejo la bandeja a un lado, y procedo a vestirme. Me lavo la cara, los dientes, y por último me peino.

Los tres hombres de la casa, me esperan sentados cuando bajo de la habitación. Me dedican una sonrisa, y Adriano nos señala con la mano que vayamos a su despacho. La calefacción está puesta y, en cuanto entramos a la habitación, el calor nos envuelve a los cuatro. Adriano toma asiento detrás de la mesa, mientras que nosotros estamos al otro lado sentados en los sillones.

-Bueno Alessandra-comienza a hablar Adriano-sé que lo que escuchaste ayer, fue duro para ti. Pero te contaré todo, de principio a fin. No más secretos, no más mentiras.-Ambos hermanos posicionados a cada lado mío, toman mis manos dándome así su apoyo.-Todo esto comenzó mucho antes de nacer vosotros, Alonzo y yo éramos grandes amigos. Nos conocíamos desde antes de estar casados, incluso antes de salir con vuestras madres.

《Llevábamos todos los asuntos del negocio juntos, y teníamos un gran poder. Aunque claro, siempre poníamos todas nuestras fuerzas en hacer que nuestras mujeres permanecieran a salvo. Alonzo y su mujer, siempre tenían el sueño de ser padres. Pero nunca lo conseguían, en cambio yo tuve tres preciosos hijos. Dos varones, y una hembra. Hasta que naciste tú, la preciosa Alessandra Rizzo. La única hija de los Rizzo, que llenó su vida de alegría y felicidad. Tu padre siempre me decía, que si le pasaba algo debía ocuparme de ti. A lo que juré, que lo haría sin dudarlo.

Una noche, la familia Rizzo iba camino a una cena familiar. Interceptaron el coche en el que iban, y Alonzo le dijo a su esposa que esperara en el coche tranquila. Ella sabía que nada iba bien, y te escondió en el maletero. Esa noche ambos murieron dejando a una bebé preciosa en el maletero. Una familia vio el coche tirado, y escuchó el llanto del bebé que aún yacía en el maletero. Llamaron a la policía, y se fueron. Quedándose ellos con lo más valioso, su bebé. Por aquel entonces, solo tenías apenas dos años e hicieron algunos chanchullos para hacerte pasar por su hija. Tras eso, estuve años tratando de recuperarte. Pero la pérdida de mujer, me rompió por dentro y tuve que concentrarme en proteger principalmente a mis tres hijos.

Con la pérdida de mi hija, me rompí aún más. Pero recordé que todavía había una criatura, que necesitaba ser salvada. Mandé a mis hombres a vigilarte, a seguir tus pasos y, cuando me enteré de que te habían abandonado, planeé tu "rescate". Aquella noche, no fue casualidad el hecho de que te haya encontrado. Y ahora sé que esto es duro para ti, enterarte de todo esto de golpe debe ser realmente duro. Por ello, te planteo lo siguiente, si quieres irte lo comprenderé y además te ayudaré con una compensación económica para que no te falte nada. Pero si te quedas nos alegrarás a todos, porque ya eres parte de nuestra familia.

Mi Ángel De La Guarda Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz