Capítulo 13

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Cuando llegamos a la mansión, los guardias nos abren enseguida la puerta y aparco a un lado. Me bajó del coche corriendo, y voy a ayudar a Ángelo a descender del coche.

-¿Sigues mareado?

-Un poco-suspira.-Acompáñame a mi habitación, por favor. Pero tenemos que tener cuidado, los hombres oscuros estarán en el salón. No podemos hacer ruido.

Lo miro extrañada, y es cuando me doy cuenta de los coches que hay aparcados allí. Ángelo pasa su brazo por mis hombros, y comenzamos a caminar hacia dentro. Tal y cómo el dijo, en el salón se escuchan unas voces masculinas. Caminamos rápido hacia las escaleras, y subimos lentamente hacia arriba.

-Espera-me detiene.-El paquete está en el coche, no puedo dejarlo ahí.

-Pero estás mal, no puedes ir Ángelo. Quédate aquí, iré yo.

Bajo corriendo de nuevo, y salgo en busca del paquete. Cuando lo tengo entre mis manos, vuelvo con Ángelo quien me espera sujetándose de la barandilla. Tiene las mejillas sonrosadas, y los ojos cerrados. 

-Vamos, ya lo tengo.

-Creo que voy a v-Ángelo vomita sobre mí, y yo me echo hacia atrás asqueada.-Dios, lo siento Alessandra.

-No te preocupes, no pasa nada.

Una de las sirvientas que pasaba por allí, se acerca enseguida a ayudarnos. Me quito la sudadera, quedando en sujetador deportivo, y ella se la lleva indicándonos que se encargará de limpiar todo. Asiento con la cabeza, dándole las gracias, y paso de nuevo el brazo de Ángelo por mis hombros para terminar de subir.

-Lo siento mucho, de verdad. No fue mi intención-vuelve a decir, cuando entramos en su habitación.

-Ya te dije que no pasa nada, Ángelo.

-Coge esa sudadera de la silla y pontelo-me indica, señalando la sudadera.

Hago lo que me dice, y después pasó mi mano por su frente. Esa mejillas sonrosadas, solo indicaban que tiene fiebre. Le ayudo a tumbarse en la cama, y tomo una toalla mojada del baño para colocarla en su frente. Quito sus zapatos, y los dejo a un lado, para poder taparle con las sábanas. Al cabo de un rato, quito la toalla de su frente y me levanto para mojarla de nuevo.

-¿Mamá? Mamá no te vayas, no me dejes solito.

-¿Qué dices, Ángelo? Soy Alessandra, aquí no hay nadie más.

-No mami, no te vayas. Mami-él solloza, y comienza a llorar.

-Shh tranquilo, tranquilo. No pasa nada-vuelvo a tomar asiento a su lado, limpiando sus lágrimas y él me abraza.

-Suele delirar, cuando tiene fiebre-escucho que dicen a mis espaldas, sobresaltandome.-Tranquila cielo, soy yo Adriano. ¿Qué haces aquí?

-Es que le han disparado, y pues cuando hemos venido tenía fiebre. Así que estaba tratando, de bajarle la fiebre.

-¿QUE LE HAN QUÉ?-grita, encendiendo la luz.-¡¿PERO POR QUÉ NO ME HAS LLAMADO?!-me quedo quieta, mirándole asustada y sin ser capaz de responderle.-¡CONTESTA!-toma mis hombros, y me sacude violentamente.

-¡PADRE, PADRE! ¡LE ESTÁS HACIENDO DAÑO, DÉJALA!-le grita Alexis, entrando a la habitación.

Alexis empuja a su padre, alejándolo de mi, y me rodea con sus brazos. Adriano respira fuertemente, y un tanto agitado, mientras comienza a dar vueltas por la habitación. Ángelo parece estar dormido al completo, porque no se mueve y ha dejado de hablar. Su respiración es tranquila, y su sonrojo en las mejillas ha disminuido.

-Os intenté lla-llamar, pe-pero n-no contesta-ban-mi cuerpo tiembla sin parar, y miro asustada a Adriano.

-Vete a la cama, mañana hablaremos. Tu también Alexis.

Alexis se levanta tomando mi mano, y ambos salimos casi corriendo de la habitación. Él besa mi frente, diciéndome que me quede tranquila, y se dirige a su habitación. Yo hago lo mismo, tumbándome en la cama sin ponerme el pijama. Trato de calmarme un poco, y lo consigo quedándome dormida al instante. 

Al día siguiente, cuando despierto, me dirijo hacia la habitación de Ángelo para ver cómo ha despertado. La puerta está abierta, Ángelo está sentado con la espalda apoyada en el cabecero y Adriano está sentado al filo de la cama.

-Padre ella me salvó, consiguió conducir a toda velocidad. Mantuvo la cordura de camino al hospital, y esperó varias horas hasta que saliera de allí. Cuando llegamos aquí me ayudó a subir, guardó el paquete y trató de bajar mi fiebre-hace una pausa, y se escucha suspirar a Adriano.-Yo le dije que os llamara, pero ninguno de vosotros contestabais. Tampoco os avisó cuando llegamos aquí, porque los hombres oscuros estaban aquí. No podría arriesgarla.

-Anoche me pasé bastante con ella, no debí de tratarla así. Después de la reunión, y al ver que estabas herido todo se salió de control para mí-le comenta Adriano, a su hijo.

-No pasa nada, comprendo que estabas preocupado por tu hijo-ambos se sobresaltan al escucharme hablar, y yo me echo a reír.

-Ven aquí, cariño-me llama Adriano, abriendo sus brazos. Yo le sonrío, y me lanzo a abrazarle.-Perdóname mi niña, eres nuestro ángel. 

-Es un ángel caído del cielo-dice Ángelo, acariciando mi pelo.

-Oye, que yo también existo-dice Alexis, asomándose en la puerta.

-Anda ven, celoso-le dice Adriano.

Alexis se lanza a la cama, y cae a mi lado golpeando a Ángelo. Éste se queja, y ambos comienzan a pelearse. Finalmente, Adriano les regaña y todos nos levantamos para ir a desayunar. Las sirvientas ya tienen la comida servida, por lo que directamente nos sentamos. Adriano toma asiento al lado de Alexis, y yo al lado de Ángelo. Quien trata de comer su desayuno, con mi ayuda.

-Escuchad debo de salir de viaje a Rusia, que durará un mes aproximadamente. Siendo que Ángelo está herido, serás él quien se quede aquí con Alessandra y Alexis vendrá conmigo.

-Yo me quiero quedar aquí, con Aless-replica Alexis.

-Será poco tiempo, Alexis. No lloriquees-le dice Ángelo.

-Niños no peleen, parece que aquí la única persona madura es Alessandra-les regaña su padre.

Ambos se quedan callados, y yo suelto una risita por lo bajo. Adriano me observa divertido, y me hace una seña para que no me ría. Los cuatro terminamos de desayunar con normalidad, y después nos retiramos cada uno a nuestras habitaciones. 

Mi Ángel De La Guarda Where stories live. Discover now