Capítulo 32

4.3K 266 10
                                    

Cuando regresamos a la mansión, vemos a Alexis y Adriano esperándonos sentados en el salón. En cuanto nos ven entrar, se levantan y me abrazan.

-¿Cómo ha ido la cita del bebé, cielo?-me pregunta Adriano, guiándome al sofá para que me siente.

-Ha ido bien, nos han dado algunas fotos-le digo, mostrándole las ecografías. Los tres se quedan embelesados, observando las imágenes una y otra vez.

-Escucha cielo, esta noche hay una gala benéfica. ¿Te gustaría venir con nosotros?-me pregunta Adriano, dejando a un lado las ecografías.

-No creo que sea muy conveniente...

-Vente Aless, así te distraes un poco y despejas tu mente. Allí hay gente bastante interesante, y puedes participar si quieres en la subasta-habla esta vez, Alexis.

-De acuerdo, iré. Ahora si me disculpan, me retiro a mi habitación.

Ellos asienten, y yo subo las escaleras entrando a mi habitación. Dejo la carpeta, del embarazo, a un lado y me quito mis zapatos. Me gusta andar descalza, aunque sea por mi habitación. Poco después, unos golpecitos suenan en la puerta y Ángelo se asoma.

-¿Puedo entrar?-asiento con la cabeza, y él entra cerrando la puerta.-Quería hablar contigo, Alessandra.

-Claro, dime.

-Escucha, llevo unos días pensándolo y quería pedirte otra oportunidad.-Lo miro frunciendo el ceño, y él se acerca más a mi.-Otra oportunidad para nosotros, para volver a lo que teníamos. Alessandra, yo te amo.

-Ángelo, yo... N-no puedo. Aún hay algo, que no me deja seguir adelante.

-¿Qué? ¿Qué es? Dímelo píccola, por favor-él toma mi rostro, entre sus manos, y me mira angustiado.

-Anaï me contó, que tú y Alexis matasteis a su hermana. ¿Era la chica que te robó el relicario?

-Nosotros no hemos matado a ninguna mujer, y tampoco sabíamos que su hermana había muerto. No conocíamos mucho a los Montesco, Aless. ¿Por qué te fuiste con ellos?

-Ella había estado saliendo con Alexis, y me parecía que lo que decía era verdad. Nunca pensé, que fueran a engañarme así.

-Dios Aless, ¡¿cómo puedes ser tan tonta?!-él resopla, y pasa sus manos por su pelo.

-¿Perdona?

-Te dejas ir por las palabras, de una persona que no conoces bien. ¡Imagina por un momento, lo que te podrían haber hecho a mi bebé!

-Cuando conocía tu padre, no lo conocía y vine con él. Cuando te doné sangre, porque te habían disparado, no te conocía y lo hice. ¡Había escuchado muchas cosas, ya no sabía que creer!-él se queda callado, y comienzo a empujarle hacia la puerta.-Y por cierto, ¡éste también es mi bebé!-termino empujándole hacia fuera de la habitación, y cierro de un portazo.

-Aless-toca a la puerta, y trata de abrirla.-No quería hablarte así, por favor abre.

-¡Vete!

Me doy la vuelta hacia el baño, y comienzo a llorar. No es fácil lidiar con tantas cosas, que han pasado en cuestión de meses. Mi cabeza no para de dar vueltas, a todo lo que ha pasado. De pasar a estar tirada en la calle sin nada, a estar en una mansión y descubrir que mis padres están muertos. De estar con una personas que son un cielo, y que de repente venga otra comiéndote la cabeza con mil historias más. Si tan sólo pudiera ordenarlo todo en mi cabeza, y comprender de una vez que ellos no me están haciendo daño.

*NARRA ÁNGELO*

Golpeo una y otra vez, la puerta de Alessandra, rogando para que la abra. Pero no se escucha nada, y la puerta del armario está bloqueada. No quería hablarle así, no quería tratarla así. Sé que en cierto modo, toda esta situación debe de ser dura. Pero solo necesito que entienda, de una vez, que estamos para protegerla. Que conmigo no le va a pasar nada, es el amor de mi vida y la protegería hasta con mi propia vida.

-¿Qué pasa, hijo?-me pregunta mi padre, apoyando su mano en mi hombro.

-Hemos tenido algo así como una discusión, no le he hablado correctamente y sé que le he hecho daño. Ahora no quiere abrir la puerta.

-Deja que se relaje un poco hijo, está pasando por algo difícil. Necesita tiempo para aclararse, para estar con ella misma. Le diré a Aimé, que suba su almuerzo. Así ella, podrá echarle un ojo.

-De acuerdo, padre.

Mi padre se va escaleras abajo, y yo entro en mi habitación. Trato una vez más, de entrar por el armario pero nada. Aún sigue, con el seguro echado. Salgo nuevamente, y me quedo sentado frente a su habitación. Esperando a que salga, para poder disculparme con ella. Saco de mi bolsillo, una de las fotos del bebé y la contemplo. No puedo creer aún que esa cosa, tan pequeñita, sea fruto de nosotros dos. Esa cosita que pronto llenará la mansión con su llanto, por la que pasaremos tantas noches en vela, y por la que daría mi vida sin duda.

-Señor Ángelo, ¿necesita algo?-me pregunta Aimé, con la bandeja del almuerzo de Alessandra.

-No Aimé, solamente espero a que ella salga.

Ella sonríe, y toca a la puerta. Alessandra le abre la puerta y, antes de que pueda decirle algo, la cierra de golpe. Poco después, vuelve a salir Aimé y toma asiento a mi lado.

-Ella sólo está confundida, señor Ángelo. No termina de entender todo lo que ha pasado, y le da miedo que alguien explote esa burbuja en la que vive.

-¿Cómo? No entiendo.

-Alessandra tiene miedo, de que vuelva a la calle y que vuelva a estar sola. Por eso no os cree, cuando alguno de vosotros dice toda la verdad. Necesita ese abrazo que la haga sentirse segura, aunque haya pasado varios meses de su estancia aquí. Tan solo tiene 19 años, ella aún tiene esa cosa que la hace ser un poco niña, pero tú ya eres un hombre de 24 años.

-Muchas gracias por tu consejo, Aimé. Y por favor, deja de decirme señor Ángelo. Dime solo Ángelo, como le dices a Alexis.

Ella se sonroja, dándome a saber que está colada por él, y me comunica que el almuerzo está servido abajo. Por mucho que me quiera quedar frente a su puerta, sé que no va a salir, así que hago caso a mi padre y la dejo tranquila.

-¿Aún no sale?-pregunta Alexis.

-No, aún no. Aimé ya le ha llevado su almuerzo, así que supongo que necesita un rato sola-tomo asiento en la mesa, y observo que mi padre no está.-¿Dónde está nuestro padre?

-Ha salido, tenía un almuerzo de negocios. Ya sabes, con los hombres oscuros.

-¿Y tú?-le pregunto, aprovechando que estamos los dos solos.

-¿Yo qué?

-¿Qué te traes con Aimé?-él tose un poco, cuando la comida se le atraganta, y mira hacia otro lado.

-Yo nada. ¿Por qué lo preguntas?

-Oh vamos, Alexis. Sé que os traéis algo entre vosotros, ella se sonroja cada vez que digo tu nombre. Y ahora tú, no me miras cuando hablamos sobre ella.

-Admito que me atrae, es una chica muy dulce y cariñosa. No es como todas las chicas, con las que he estado. Hemos tenido algunos besos, y te juro que sus labios son como nube de algodón. Pero ambos sabemos, que padre no dejaría que salga con alguien del servicio.

Ambos escuchamos un sollozo, proveniente de la cocina, y enseguida vemos a Aimé correr por el pasillo. Alexis se levanta enseguida, y yo me quedo solo en el comedor. Joder la he liado, debí suponer que ella estaba en la cocina. Termino de comer rápido, esperando a que vuelva Alexis. Al ver que no vuelve, procedo a buscarle pero no lo consigo. Solamente se escuchan unos ruidos, en uno de los cuartos de lavado. Miro un poco con cuidado, y los veo besándose. Me echo a reír, y vuelvo a mi habitación. Prefiero no insistir con Alessandra, para dejarle tranquila y no alterarla.

Mi Ángel De La Guarda Where stories live. Discover now