Capítulo 28

4.3K 257 5
                                    

*NARRA ALESSANDRA*

Abro poco a poco, los ojos, intentando acostumbrarme a la luz de la habitación. Veo que todo es blanco, y en mi brazo hay una vía. Me incorporo de golpe, y toco mi vientre.

-¡MI BEBÉ! ¡MI BEBÉ!-grito, desesperada.

-Eh, eh, tranquila cariño-dice Ángelo, entrando corriendo a la habitación.-Bebé, esta aquí-pone una de sus manos encima de las mías, y trata de volver a tumbarme.-Bebé está aún con nosotros, tranquila píccola. A él o ella, no le ha pasado nada.

Me tumbo de nuevo, tranquila, y comienzo a notar el dolor en mi hombro. Pero aún así, no digo nada y simplemente muerdo mis labios. Él se queda mirándome, y trata de besarme pero giro la cabeza hacia un lado.

-¿Qué pasa, píccola? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué no me dejas tocarte?-dice él, desesperado.

-Porque no sé a quién creer, porque estoy perdida y tengo miedo por mi bebé.

-Amore, ellos te llenaron la cabeza de palabrerías. Nosotros nunca haríamos nada, que te pudiera dañar. Y menos, con un bebé en camino-él acaricia mi vientre, y yo trato con todas mis fuerzas no apartarle la mano.

-¿Se puede?-dice un doctor, asomando la cabeza tras tocar a la puerta. Yo asiento, y él entra dedicándome una sonrisa.-Hola Alessandra, vengo a ver qué tal estás.

-Me duele un poco el hombro, pero nada grave.

-No te preocupes, el calmante hará efecto enseguida. Ahora pasamos con el bebé, vamos a realizarte otra ecografía para hacer mediciones. Además podrás escuchar su corazón, y después podrás irte a casa.

Yo asiento con la cabeza, emocionada, y él manda a que traigan una silla. Me levanto con cuidado, con Ángelo detrás tratando de ayudarme, y me siento en la silla. Una enfermera nos conduce por unos pasillos, y antes de entrar a la sala nos para.

-¿Tú eres el papá?-le pregunta, a Ángelo.

-Sí, soy yo-responde él, orgulloso.

-Cielo, ¿quieres que él entre contigo o quieres estar sola?-me pregunta, esta vez, a mí. Veo como Ángelo me mira suplicante, y siento que no puedo dejarlo fuera.

-Déjale, que entre. Por favor.

La enfermera asiente, y de reojo veo a Ángelo sonriente. El doctor ya nos espera allí, y me ayuda a subirme en la camilla. Me coloca una manta sobre las piernas, y sube la bata hasta debajo de mis pechos. Coloca un gel frío por todo mi vientre, y comienza a pasear el aparato.

-Veamos, a ese pequeñín......-él pulsa algunos botones, y enseguida vemos un pequeño bulto en la pantalla.-Aquí está vuestro bebé, vamos a escuchar su latido...-unos latidos fuertes, irrumpen en la habitación. Los tres nos quedamos callados, y mis ojos se llenan de lágrimas. Mi cachito de cielo.-Bien mamá, te falta una semana para alcanzar el tercer mes. Te voy a recetar unos medicamentos necesarios, y reposo hasta que se cure la herida de tu hombro. Además antes te hemos sacado sangre, así que en breve te mandaré los análisis. Tú, papá, cuida muy bien a la mamá y al bebé.

-Los cuidaré, con mi vida entera doctor.

El doctor me tiende un papel para limpiar mi vientre, y Ángelo se encarga de hacerlo cuidadosamente. Después me ayuda a volver a la silla de ruedas, y volvemos a la habitación. Allí espera Alexis, junto a Adriano, pero no soy capaz de decirles nada a ninguno. Tan solo me quedo mirando a un punto de la habitación, mientras Ángelo les cuenta que nos han dicho.

Cuando vuelve la enfermera, quita la vía de mi brazo, y los tres se van para conseguir los papeles necesarios. Mientras que yo, con la ayuda de la enfermera, me visto.

-Ese chico, realmente te ama. No se separó de la puerta, desde que tú viniste. Y nos rogó, para que tanto el bebé como tú estuvierais bien. Se os nota distantes, si habéis peleado dale otra oportunidad. Hombres así, ya no quedan cielo.

Ella me dedica una sonrisa, y terminamos de vestirme. Salimos hacia fuera, y justo coincidimos con los chicos. Me despido de la enfermera, y los cuatro salimos en silencio hacia fuera. Al llegar a la calle, me quedo parada, mirando al cielo.

-Vamos cielo, es hora de ir a casa-dice Adriano, tomando mi mano.-Todo va a estar bien, confía en mí.

-No, no puedo-le digo, apartando mi mano de la suya.-Ya no sé, en quién confiar. Ya no sé, quién me está mintiendo ahora. No puedo ir, no puedo-me echo a llorar, y él enseguida se acerca para intentar abrazarme.

-Nosotros somos tu familia Alessandra, ven con nosotros. Te vamos a cuidar, a ti y al bebé. No queremos matarte como te dijeron, y tampoco fui yo el responsable de la muerte de tus padres. A mi me dolió mucho su pérdida, al igual que cuando te fuiste y no supimos nada más de ti-él limpia mis lágrimas, y deja un beso en mi frente. Ven con nosotros, te vamos a demostrar lo mucho que te queremos. Y si no te convence, te daré todo lo que necesites para irte. Siempre que nos dejes ver, al bebé.

-¿No estás enfadado por esto?

-¿Por tu embarazo? ¿Por tu romance con Ángelo? ¡Por supuesto, que no! Estoy más que feliz, tus padres y yo deseábamos que nuestros hijos estuvieran juntos. Venga vamos, es hora de ir a casa pequeña.

Él tira suavemente de mi brazo, y me abre una de las puertas traseras para que entre. Alexis toma el asiento del copiloto, por la herida en su pierna, y Ángelo al lado mío. Esta vez, quien conduce es Adriano. Pero ninguno de nosotros decimos nada, el coche se mantiene en un completo silencio.

Cuando llegamos a la mansión, Ángelo se apresura en abrir mi puerta y, veo a Aimé salir por la puerta principal. Yo le sonrío, y ambas nos fundimos en un abrazo. Claro que, teniendo cuidado por mi herida.

-Te he echado de menos, ¿cómo está el bebé?-me pregunta, mientras entramos en la casa.

-Está bien, hoy hemos escuchado su corazón.

-¡Eso es genial! Ven, te ayudaré a acomodarte en tu habitación.

Ambas comenzamos a subir las escaleras, y entramos a mi habitación. Todo está tal cual lo dejé, aquella noche. Aimé me ayuda a acomodarme en la cama, y después abandona la habitación. Yo me quedo acariciando mi vientre, recordando los latidos de mi cachito de cielo.

-¿Puedo entrar?-dice Alexis, desde la puerta. Asiento con la cabeza y él entra, junto a sus muletas, sentándose a mi lado.-Nos diste un susto gigante, Aless. Fueron dos meses horribles, en los que Ángelo se volvió loco buscándote. Pero ahora estás de vuelta, y necesitamos que no te vayas.

-Alexis yo....

-Adriano tiene en posesión, unas cartas de tus padres. Si las consigo, te las traeré para que veas que él no fue. Nosotros nunca haríamos nada, en contra de ti y me parece que Ángelo te lo demuestra. Quizá, eres tú la que está siendo demasiado dura.

-Alexis, me gustaría estar sola.

-Está bien, pero piensa en lo que te dije.

Asiento con la cabeza, rápidamente, y él abandona la habitación. Mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas, y tapo mi boca para tratar de ocultar mis sollozos. La espinita en mi pecho, duele, y es inevitable no llorar por ello.

Mi Ángel De La Guarda Where stories live. Discover now