Cap. 49 Promesa que cumplir

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Zavier

Cuando el doctor dejó la habitación, Evelyn les sonrió a los chicos que iban a abrazarla, prácticamente la estaban atacando con todo el amor y cuidado que tenían por su amiga cercana.

—Hola chicos —saludó. Su voz todavía parecía atontada por no haber hablado durante semanas. Una vez que los chicos se alejaron y me miró, frunció el ceño y me miró detalladamente, como si no tuviera ni idea de quién era—. ¿Quién es el idiota?

La sala se quedó completamente en silencio y mi sonrisa fue muriendo poco a poco. Sentí cómo mi corazón se rompía y se me iba directamente a la boca del estómago. Me sentía mareado. Tenía ganas de llorar otra vez.

¿De verdad no recuerda quién soy? Era imposible. No tenía daño cerebral. Estaba a punto de dar la vuelta e irme bien lejos de aquí, hasta que despacio alcanzó mi mano y me sonrió.

―Hola osito de peluche ―susurró.

Sonreí ampliamente y no pude resistirme más, besé sus labios, suaves y dulces. Me apretó y me acercó hacia ella, mientras me alejaba y miraba sus hermosos ojos brillantes, que contenían necesidad y felicidad. Mantuvo su agarre y se mordió el labio, probablemente para dejar de llorar. Después me abrazó bien fuerte y casi me olvido de que no estábamos solos.

―¡Mierda Eve! Casi le das un infarto. No fue agradable ―comentó Ian riéndose―. Pero bueno, ¿cuándo eres agradable? ―bromeó.

―Aprendió un montón de mí ―dijo Drake.

Me alejé para mirar a todos los chicos. Luego volví a Evelyn y acuné su suave mejilla sin soltar su otra mano.

―Hola ángel.

Sonrió y me miró otra vez, parecía tener rostro de enojo y preocupación. Como si acabara de notar todos los moretones que tenía.

—Espera. ¿Quién... quién te hizo eso, osito? ―Solo seguí sonriendo y moví la cabeza como si no fuera nada. Mi ángel estaba despierto y no había nada que pudiera cambiar mi humor—. ¿Quién te hizo eso? ―demandó saber.

Pero todo lo que podía hacer era seguir sonriendo y acariciando su pómulo con la yema de mi dedo.

―¿Te acabas de despertar después de estar dos meses en coma y te preocupas por mí?

Se sorprendió ante la parte del coma, pero luego sacudió la cabeza como si estuviera segura de haber entendido mal.

―Te pongo primero que yo, por supuesto que me importas más.

Agaché la cabeza y no pude evitar comenzar a llorar. Las lágrimas ya estaban empezando a salir y, esta vez, no pude detener su avance por mis pálidas mejillas. Evelyn suspiró y abrió los abrazos ampliamente para que pudiera abrazarla de nuevo. La abracé fuertemente, como si fuera mi único remedio y la necesitara para poder vivir, lo que en realidad era cierto.

Mi voz se quebró mientras le hablaba al oído:

—P... pensé que te había perdido... No quiero perderte nunca, ángel.

Se rió y nos apartamos para mirarnos a los ojos.

—Nada puede detenerme, osito de peluche ―aseguró, mientras me sacaba las gafas y me limpiaba las lágrimas―. Ni siquiera la muerte. ―Me besó en la punta de la nariz y puso los lentes de nuevo en mis ojos―. Ahora, ¿qué quieres decir con dos meses en coma? ¿Qué demonios sucedió? ¿Comí demasiado pollo? Demasiado nunca es suficiente, lo sabes.

The bad girl and the good boyWhere stories live. Discover now