Cap. 40 Quien quiera que sea la tercera rueda

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Zavier

—¿Ahora están saliendo Jocey y tú? —preguntó mamá con un destello en sus ojos, dándome una sonrisa enorme y cursi, mientras colocaba sus codos sobre el mostrador de la cocina. Estaba sosteniendo su taza apretadamente y estaba más o menos, en cierto modo, realmente enloqueciéndome con esa mirada.

Nunca antes me había dado esa mirada.

Sacudí la cabeza muy lentamente y enterré mi mano izquierda en el bolsillo de mis vaqueros. Con la otra alcancé mi botella de agua.

—Solo voy a hablar con ella, mamá. No es gran cosa.

—Píllalo, hombre. Píllalo —dijo Ian mientras pasaba a mi lado, haciendo que me atragantase con el agua que estaba bebiendo cuando golpeo fuertemente mi espalda.

En serio, ¿por qué estos chicos tenían que hacer eso? Ya pasó más de cinco veces en los últimos días. Entonces, ¿por qué no fue cuidadoso después de las dos primeras veces?

—Hablando con ella en el Grill X. Sí, es definitivamente una cita —aseguró ella mientras se acercaba y arreglaba el cuello de mi camisa.

Una vez que empezó a pellizcarme las mejillas, me sentía como un niño pequeño. Agarré sus muñecas antes de que fuera y lamiera sus dedos para arreglar mi cabello. Siempre había odiado eso. Pero era una mamá, así que lo hacía de todas formas. Después de años, finalmente dejó mi cabello en paz, solo porque no se podía arreglar. Estaba totalmente despeinado y como que me gustaba de esa forma.

—Mamáaaaa, detente —gimoteé, agarrando una barrita de cereales y abriéndola.

Mientras, se reía y caminaba hacia su oficina para esperar a sus pacientes.

Esta vez, Darrel pasó junto a mí y agarró la barrita de cereales que estaba a punto de morder.

—Ohh, el pequeño niño de mami —se burló.

Oh, sí, gracias por tomar mi comida, por cierto.

Rasqué mi cabeza y los miré a ambos. Ian había agarrado algunos Frosted Flakes y vertido leche en ellos, así no tendría que tomar un tazón. Estaba sorprendido de que Evelyn nunca hiciera eso. A veces podía ser tan perezosa.

—Si ehm, así que... exactamente, ¿cuánto tiempo van a quedarse aquí?

Ahí es cuando ambos miraron al otro y luego a mí. Darrel, de repente, tiró la barrita de cereales sobre el mostrador de la cocina, haciéndome brincar, mientras caminaba hacia mí con rostro muy seria.

Oh no, ¿qué hice ahora? No hice nada, solo hice una simple...

—¿Qué, no somos suficientemente agradables para ti?

—Yo... no, no eso no... para nada. ¿Está bien? —Me reí nerviosamente, mientras él sujetaba mi camisa y me miraba.

—¿No somos atractivos? —Sonrío y no pude mirar a otro lado salvo a sus brillantes ojos azules—. Ahora escúchame, buen chico. Nunca hagas una pregunta como esa de nuevo. ¿Lo entiendes?

—Yo... si seguro. Definitivamente seguro, lo entendí.

Santo cielo, su repentino cambio de humor realmente me aterrorizaba. No creo haberlo visto tan serio antes. ¿Esto era nuevo?

—Bien, bien. —Me dejó ir y arregló mi camisa.

Tragué el bulto de mi garganta.

—Ahora me iré a la habitación de al lado. Y me reiré un poco amenazadoramente. Solo un poco.

The bad girl and the good boyWhere stories live. Discover now