Cap.2 Llegando a una nueva casa

4.6K 189 1
                                    

Evelyn Jo

Decir adiós fue muy difícil.
Como, verdaderamente, muy difícil.
Quiero decir, estoy segura de que la mayoría de nosotros hemos tenido que pasar por esto más de una vez y es bastante triste. Pero no me permitiré llorar. Ni ahora, ni nunca. Ya he derramado suficientes lágrimas muchos años atrás y definitivamente no estaba por empezar de nuevo.
Veré a mis chicos de nuevo pronto y lo sabía.
-Adiós, pequeña -dijo Ian, cuando me dio un gran abrazo de oso mientras sostenía un pedazo de rosquilla en una de sus manos.
Una vez que nos apartamos,
sonreímos uno al otro y luego de la nada, me entregó la rosquilla-. Toma, quiero que tengas esto.
Miré el pequeño pedazo de rosquilla.
-Pero, Ian... esto es como, un bocado.
Agarró mis hombros y asintió.
-De nada.
Alegremente rodé los ojos mientras se alejaba para que Darrel pudiera venir y abrazarme mucho más fuerte, prácticamente quitándome el aliento.
-Te echaré de menos -dijo mientras se alejaba-. Puff ¿puedes creer que prácticamente nos culparon de todas las cosas que claramente hicimos? Increíble. Negó ante la idea cuando empezó a alejarse para que Drake pudiera finalmente llegar a mí.
Mantuve mi mirada en él. Sus puños enterrados en los bolsillos de sus vaqueros mientras miraba fijamente mis ojos azules.
-Supongo que esto es un adiós por ahora -le dije, tratando de sonreírle pero fallando miserablemente en ello.
Lo siguiente que supe, era que estuve entre unos brazos fuertes y un pecho firme. Suspiré y aspiré su olor, abrazándolo muy cerca de mí como si no quisiera dejarlo ir.
-Sí... -Se apartó de mí y miró mi cara-. Mientras tanto, espero que encuentres un gran tipo en Nueva Jersey. Son todos unos idiotas aquí en Virginia -Sonrió y me guiñó un ojo, pero todavía tenía que asimilar las palabras que acababa de decir.
-Espera... ¿qué?
Él se rió y tomó mis manos entre las suyas. Las mías siempre se sentían tan pequeñas cada vez que las sostenía en las suyas.
-Estaremos separados durante todo un año, puesto que prácticamente cumplirás los 18 cuando termines la secundaria, significa que de alguna manera conoceremos a otras personas. Supongo que muy probablemente lo harás, ya que te mudarás a un
estado totalmente diferente y una nueva escuela. -Se encogió de hombros-. Quién sabe, tal vez encontrarás otros chicos malos.
Se rió y me acarició la mejilla, pero sólo lo miré sin ninguna expresión.
Sinceramente, no sabía qué decir a todo esto. Pero estaba claro que rompía conmigo en la forma más sencilla que podía.
-Pero bueno, recuerda que aún te quiero. -Justo en ese momento, una pequeña sonrisa estiró mis labios-. Y siempre seremos buenos amigos, ¿de acuerdo? Siempre estaré aquí para ti, compañera en crimen.
Levantó su puño, haciéndome sonreír más ampliamente cuando golpeé el puño con el suyo.
-Está bien... está bien, trato hecho.
Sabía que no iba a encontrar a alguien por ahí como Drake. Pero todavía había esperanza. Al menos sabía que quedaríamos como buenos amigos. Estaba bien con eso, porque el chico que me había salvado de mi pasado todavía iba a estar de mi lado sin
importar qué.
Abracé a Drake por última vez y le dije:
-Gracias, Drake... por todo.
Sentí su sonrisa ante eso.
Cuando entré en el avión, señale un último adiós a los tres chicos con los cuales cometí delitos los últimos dos años. Realmente les iba a extrañar.
Tenía la esperanza de que en este lugar de Nueva Jersey, encontraría un grupo igualmente maravilloso como ellos.
Sonreí para mis adentros al pensarlo.
Bueno, si eso era incluso ligeramente posible.
-Así que...
Miré al supervisor, que "con mucho gusto" decidió venir conmigo a Nueva Jersey, para asegurarse de que fuera directamente con esa psicóloga.
-Así que no volverás con tus pequeños amigos delincuentes -dijo cuándo mi voz se fue apagando. Me dio una falsa sonrisa también y volvió a mirar por la ventana del automóvil.
Ni siquiera iba a preguntar eso, gilipollas.
Estábamos en este momento en un taxi, de camino a la casa de la psicóloga, cual mencionó que era una casa bastante grande. Pero no tan grande como una mansión,
desafortunadamente.
Aunque en serio, si esta señora iba a ser mi tutora durante el próximo año o algo así, al menos podría haber venido y haberme recogido en el maldito aeropuerto. Más que nada así no tendría que haber estado con este idiota todo el camino.
Me quedé tranquila el resto del viaje hasta allí, ya que parecía como si alguien estuviera con bastante mal humor. Quiero decir, cielos, solo buscaba conversación ya que realmente odiaba los silencios incómodos, pero, al diablo. Odiaba al tipo de todos
modos.
Costó más de veinte minutos llegar a la grande casa en que la psicóloga vivía y me quedé algo boquiabierta con la vista cuando finalmente llegamos allí. No era una mansión... pero joder, ¡era preciosa!
Era una casa de dos pisos de color azul claro que probablemente tenía un sótano, también. El techo era de un azul mucho más oscuro y tenían un bonito jardín alrededor del porche delantero. Todo era simplemente tan bonito y limpio, parecía casi estilo nuevo.
-Está bien, sal del auto ya, así puedo irme -dijo el supervisor, sacándome de mí trance tocando la ventana bastante fuerte.
Miré hacia él mientras abría la puerta. En el proceso, la puerta golpeó en su cadera, haciéndole tropezar un poco. Miró hacia mí.
-Ya salgo. ¿Feliz? Además, no te hice venir conmigo, grandísimo quejica -le dije, fingiendo una sonrisa enorme. Entonces rodé los ojos justo cuando se mofó y
arregló los botones de su estúpido traje.
-No tiene modales, lo juro -le oí murmurar.
Puff, asquerosos modales. Nadie pierde tiempo con eso. No voy a dejar que alguien me pase por encima y me trate sin respeto.
Bueno, realmente no trataba la gente agradable con mucho respeto. Pero bueno, sólo les respondía si eran mayormente molestos.
Esta psicóloga no fuera molesta o incluso peor que este supervisor, porque juro por Dios...

The bad girl and the good boyWhere stories live. Discover now