32. Una larga historia [2/2]

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Cuando abro los ojos, el bosque está iluminado por la suave luz grisácea del amanecer, tornándose amarilla allí donde alcanzo a ver las copas de los árboles más altos. El propio hecho de que pueda verlas me indica que la arboleda ha perdido espesura, por lo que el coche se mueve ahora a mayor velocidad que cuando partimos de aquel diminuto claro. Debido también a la mayor claridad del bosque, veo que Liam ya no sujeta ninguna linterna. Sin embargo, permanece despierto, al contrario que el resto de viajeros.

En el silencio que reina sobre el vehículo, resuena en mi mente una frase de mi sueño. La última que le oí decir a Alisa, a mi padre, antes de que aquel accidente de coche terminara con su vida. Me pareció incluso que sabía lo que iba a ocurrir, pues sus palabras fueron: «Cuida de ellas». Nunca he llegado a entender qué significaban esas palabras, pero ahora soy plenamente consciente de la importancia que pueden llegar a tener.

Cierro los ojos, con la intención de aprovechar el tiempo que queda de viaje para dormir un poco más, pero una voz me lo impide.

—Grayhold ha conseguido lo que quería—dice Liam, lo bastante alto para que me llegue clara su voz, pero sin despertar a los demás—. Con su último comunicado y la reapertura de los puentes, la paz durará todavía un par de meses más. Kenos y los suyos tardarán en tener los medios para rebelarse en condiciones.

Un chasquido de lengua, imagino que de Skubb.

—Conozco a este tío, Liam—dice el conductor—. Kenos no se conformará con que los puentes estén abiertos. Seguirá dando guerra con los medios que tenga, reclutando a los que el gobierno de Grayhold deje de lado. No parará hasta que estalle una verdadera revolución.

Al hablar de Kenos, la voz de Skubb se tiñe de rechazo, e incluso de desprecio, dejándome un poco confundida. ¿No querían los Pardianos también una revolución en la ciudad para entrar ellos al poder?

—Es cuestión de tiempo que la noticia del acuerdo entre Grayhold y los Capolli llegue a los francos—dice Liam, con un deje de preocupación en su voz—. En Ablyglia no se lo tomarán bien, y menos si mantienen su trato con los hélicos.

—Probablemente no,—admite Skubb en un suspiro. Su voz grave resuena incluso a tan bajo volumen— pero no es nuestra mayor prioridad, así que, por ahora, no me preocupa demasiado. Como siempre, habrá que estar preparados para todo.

Durante unos minutos en los que casi vuelvo a caer en el sueño, ambos pardianos guardan silencio. Al cabo de un rato, Skubb vuelve a hablar.

—Si se da el caso en el que tengamos que enfrentarnos a los francos, podremos contar contigo, ¿verdad?—Espera una respuesta de Liam, pero ésta no llega—. He oído rumores acerca de lo que le hicieron a tu padre. Normalmente hago oídos sordos a este tipo de habladurías, pero ésta me ha preocupado. Necesito saber que, llegado el momento, mantendrás el control. ¿Me lo puedes prometer?

Si Liam contesta, lo hace sin palabras. De nuevo, surgen nuevas preguntas, como abejas de una colmena. Pero, al contrario que semanas atrás, no me cuesta aparcar estas cuestiones para centrarme en el presente inmediato. Cada vez nos acercamos más a nuestro destino, y aún no estoy segura de estar preparada para reencontrarme cara a cara con mi pasado.

Cuando, tras varios minutos de silencio, vuelvo a abrir los ojos, me encuentro con la mirada de Víctor, fija en mí. De algún modo, sabe que he escuchado a hurtadillas. Pero no lo menciona en voz alta, sino que se dispone a despertar a los demás viajeros.

—Despierta, chico. Ya estamos llegando—le susurra suavemente a Galo cuando entreabre los ojos.

Mientras Fer, Galo y Cindy tratan de desperezarse, me doy cuenta de que la vibración bajo nosotros se vuelve mucho más suave y regular. Y eso solo se puede deber a una cosa: hemos entrado en un camino. Al mirar por donde hemos pasado, veo que hemos dejado atrás los árboles marcados para seguir un sendero que asoma tímidamente por entre la vegetación. Ahora las encinas pierden por completo su dominancia, a favor de robles de mayor porte, con incluso algún pino ocasional que se alza por encima de ellos, con un verde que destaca entre tantos tonos ocres y rojizos. Francamente, es un paisaje maravilloso.

Alter EgoWhere stories live. Discover now