20. Todo a punto [2/2]

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Quedan dos horas hasta que sea el momento de hacer el trabajo de Amelia, y no tengo ni idea de cómo me las voy a arreglar para llegar a tiempo.

Tras toda una tarde en las manos de Bibi, me da miedo mirarme al espejo. Temo encontrarme con un tatuaje de un pescado muerto en la frente y otros tantos en las mejillas igual de inquietantes, pero hago acopio de valor y echo un vistazo. Y quedo boquiabierta.

Lo primero que me llama la atención son los labios. ¿Desde cuando los tengo así de finos? La nariz que antes era delgada y un poco aguileña ahora parece haberse roto siete veces, con una cicatriz cruzándola de un lado a otro. A pesar de haber pasado verdadera hambruna, nunca he tenido los pómulos tan hundidos como me los ha pintado Bibi. El pelo rubio que tanto me gustaba llevar suelto a la espalda ya no está, y en su lugar veo una melena negra y puntiaguda que crece en todas direcciones, sin control alguno. Las cejas ahora son más delgadas, pero no por ello más elegantes, pues se interrumpen cada pocos centímetros por una u otra cicatriz. Lo único que no ha cambiado es la forma de mis ojos, aunque ahora me cuesta distinguir su color, que oscila entre el marrón oscuro y el verde tierra, no de una manera atractiva y brillante, sino como si la crueldad destelleara en ellos aun sin yo quererlo.

Me llevo la mano a la cicatriz que surca mi labio inferior y baja por mi barbilla y cuello hasta llegar a la clavícula.

—¿Cómo...?—pregunto, y me sobresalto al instante. La voz que antes reconocía como mía ha desaparecido, sustituida por un tono todavía femenino, pero cavernoso, como si llevara años sin beber un solo líquido.

Veo la sonrisa de Bibi reflejada en el espejo, llena de orgullo. A su lado, Ponnie no es capaz de pronunciar palabra ni cerrar la boca.

—Impresionante, ¿verdad?—dice Bibi, con una emoción casi infantil. Acto seguido, hace un ademán de falsa molestia—. Lo sé, lo sé, estás muda de asombro. No me lo agradezcas, siempre es un placer aceptar retos como estos.

Me doy la vuelta y me pongo en pie. Sin el espejo en frente, casi puedo fingir que nada ha cambiado, salvo por una sensación extraña en el rostro, un cosquilleo, como cuando se te pega una telaraña y no consigues quitarla por mucho que te pases los dedos por ella.

—Ahora toca arreglar eso—dice la estilista, mirando más abajo, a mi cuerpo—. Creo que tengo algo perfecto para ti. Espera aquí.

Se va por otra puerta de la sala pentagonal, y nos deja solas a Ponnie y a mí.

—No me reconozco—digo al cabo de unos segundos de silencio incómodo.

Ponnie se pone frente a mí para mirarme más de cerca.

—Normal. Estás irreconocible.—Alarga la mano hacia mí, para recorrer las marcas de las cejas—. Supongo que eso es buena señal. He visto a Bibi hacer cosas increíbles, pero se ha superado contigo. Eres una persona completamente diferente.

«Ojalá fuera verdad» pienso. Se me pasa por la cabeza utilizar esta imagen para desaparecer. Otra persona, otra identidad, otra vida. Podría empezar de cero, alejarme de todo este lío.

«Galo te necesita» dice la parte racional de mí. Tiene razón, no puedo dejarlo tirado.

Bibi vuelve, acompañada por Mico. Entre los dos, llevan varias prendas de cada tipo, desde zapatillas hasta pañuelos para la cabeza.

Aconsejada por la maestra, escojo unos vaqueros negros rotos con una cadena que cuelga del bolsillo derecho, ceñidos a la cintura con un fino cinturón de cuero del mismo color. En la parte superior, una camiseta azul oscura con una inscripción blanca en una lengua antigua que, curiosamente, representa el lema que mi padre ha seguido durante toda su vida: TEMPUS FUGIT. No lo hago por él, sino por lo adecuado que es el significado en estos momentos. Sobre la camiseta, me pongo una sudadera negra con capucha, dejando la cremallera abierta. Al mirarme de nuevo al espejo, me siento en un cuerpo que no es el mío. Es como si mi conciencia hubiera ocupado el lugar de otra persona, como si se tratara de una carcasa vacía. Me gusta el negro, pues es fácil ocultarse con él, pero de algún modo estas prendas dan la sensación de ser de un color aún más oscuro.

Alter EgoWhere stories live. Discover now