14. Control

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Bien. Esto puede ser interesante.

Ponnie me pregunta si tengo algún arma para utilizar en el ejercicio, pero me niego a desvelar la naturaleza de Morf, así que lo dejo en su forma de colgante. Lisa me mira extrañada un segundo, pero capta mis intenciones y se calla.

—Pues bien, empezad—dicta Ponnie, apartándose del espacio entre nosotras.

Miro a Lisa, que se acerca un par de pasos, con el táser en alto. Siguiendo las lecciones que recibí de pequeña, flexiono las rodillas para bajar el centro de gravedad y ganar estabilidad. Levanto un poco las manos, preparada para cualquier movimiento que Lisa pueda realizar.

—Pórtate bien conmigo, ¿quieres?—le digo a Lisa, fingiendo estar indefensa, aunque en parte sí lo esté.

Ella sonríe confiada.

—Descuida.

—¡Dejaos de cháchara y a pelear!—nos insta Ponnie. Animada por esto, Lisa arremete contra mí con el táser por delante.

Esquivo el arma y le doy un golpe en el brazo para alejarla de mí. Sin darse tiempo a sí misma para recuperarse, Lisa vuelve al ataque. Esta vez me cuesta un poco más, pues esquiva mi golpe y me obliga a hacer una voltereta para evitar que me electrocute. La espero acuclillada, con mi próximo movimiento ya planeado.

Cuando Lisa vuelve, aprovecho que tengo sus pies a mi alcance y le hago una zancadilla, con lo que cae al suelo.

Siguiendo las instrucciones de Ponnie, el ejercicio ya debería haber terminado, pero Lisa no se da por vencida. Tira de mi brazo para llevarme al suelo y colocarse sobre mí. Intenta inmovilizarme, pero me zafo de su agarre y le doy la vuelta a la situación, literalmente. Cuando está ella con la espalda en el suelo, trato de arrebatarle el táser. Mientras forcejeamos, la miro a los ojos y veo en ellos un peligro que no había visto antes. Es una rabia salvaje y desmedida. No es ella.

Aturdida por esto, soy incapaz de evitar que Lisa se ponga en pie y me tire al suelo, boca arriba. Me apunta con el táser, y en su expresión veo que para ella ha dejado de ser un entrenamiento.

—¡Ya está! ¡El ejercicio ha acabado!—Ponnie suena preocupada, pero no interviene.

Lisa, si la oye, la ignora. Da un paso hacia mí, acercándome el táser al cuello. Desesperada y con la esperanza de que Ponnie no lo vea, me arranco a Morf del cuello y utilizo la cadena del colgante para atarle las muñecas. Tiro de ellas y le arranco el arma de las manos. Tiro a Lisa al suelo y suelto a Morf de sus muñecas, devolviéndolo a mi cuello.

Entre tanto movimiento, no me doy cuenta de que se me ha caído el saquito de la brújula, ahora al lado de la cabeza de Lisa. Ella se queda mirando a la bolsa, y se tranquiliza. Cuando vuelve a mirarme, ya ha vuelto en sí.

—¿Estás bien?—pregunto.

Ella parece totalmente confusa.

—¿Q-qué...?

—¡¿Qué cojones ha pasado?!—dice Ponnie, hecha una furia. Se acerca a nosotras y nos ayuda a levantarnos.

—N-no sé...—empieza Lisa, pero no consigue seguir. Se mira las manos, aterrada.

—Ha sido culpa mía—digo en su defensa—. La presioné...

—No me vengas con esas—me corta Ponnie, con su tono autoritario habitual. Lleva la mano a la barbilla de Lisa y le levanta la cabeza. Cuando habla, su voz es suave y comprensiva—. Has perdido el control, Lisa. ¿Te había pasado antes?

Lisa niega con la cabeza.

—No sé, no me acuerdo...—suena completamente abatida y aterrada. Le tiembla la voz.

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