— ¿A qué viene todo esto, eh?

— El otro día me dijiste que no sabías quién eras. Bueno, te estoy diciendo esto para que puedas darle una respuesta a tu pregunta. — Suspiró la mujer y continuó:— A pesar de ser así conmigo, eso no evitó que mi madre decidiera enviarme a un internado en la campiña. Mamá era más dura y fría. Decía que tenía que ser una señorita y estar acorde a mi estatus. La veía pocas veces. Era hermosa. Muy hermosa. Tú te pareces a ella. Tienes su mirada. Y no solo por el color de ojos, sino que por la fuerza que transmite.

«Allí conocí a Cate. Ella me ayudó mucho. Fue casi como una madre para mí. Sigue siéndolo, de hecho.  Quería mucho a la mía, pero habían ciertas cosas que no podía perdonarle. Creo que en eso tú y yo nos entendemos. Y, cuando cumplí 15 años, mamá y papá murieron. Quedé sola en el mundo. Nadando en dinero, pero sin familia.»

«Ahí es donde aparece Isabella. Ella era mi madrina, pero la veía muy pocas veces. Me llevaba bien con su hijo menor. Era un pan de Dios. Con el mayor tenía una relación mucho más distante. Además, ya estaba casado y vivía en otra ciudad, por lo que el contacto entre nosotros no era la gran cosa. Isabella vino al funeral y se ofreció gentilmente a hacerse cargo de mí. Era eso, o seguir en ese maldito internado. Tuve que negociar bastante con ella para que me dejara sola aquí. Todavía no sé cómo lo conseguí, pero por fin era libre. Sin mi madre encima y con el mundo solo para mí.»

«En ese momento me aproveché y comencé a vivir una vida que no me correspondía. La libertad se me subió a la cabeza y no me comportaba como alguien de 15 años. Cate siempre estuvo a mi lado indicándome el camino, pero me dejé llevar por amistades que no me ayudaron precisamente a madurar y a tomar buenas decisiones. Fue en ese momento en el que las mujeres empezaron a llamarme la atención de una manera un tanto atípica. Y ellas me miraban a mí. Tuve algunos encuentros con algunas, pero no sabía qué sucedía realmente conmigo. Y en ese instante, una de esas amigas me sugirió probar con algún hombre, para ver qué tal me parecía.»

«Encontrar a uno fue pan comido. — dijo la mujer en lo que soltaba una carcajada socarrona. Lauren estaba muy nerviosa. — Lo recuerdo como si fuera ayer. Todo ocurrió a fines de septiembre. Fui a una fiesta medio obligada y lo encontré allí, sentado y sin compañía. Se notaba que no le gustaba ese ambiente. Eso me dio buena espina. Me acerqué a él y era igual de mal hablado que tú. Aun así, decidí quedarme allí. Conversamos un poco y confirmé mi buena impresión. Era bastante tímido. Le costó mucho decirme que era hermosa. — La mujer rio para sí misma.— Y fuimos a su departamento. Fue muy caballeroso conmigo, pero aun así fue una experiencia desagradable para mí. Desagradable, porque confirmé que conmigo no iban los hombres. Y me fui de allí, dejándolo solo. Me sentía mal por él y por mí. Por habernos dañado.»

«Fue al pasar las semanas que me di cuenta que estaba embarazada. Era una niña, pero fue al escuchar a mujeres mayores que yo hablando en el club acerca de sus embarazos que caí en la cuenta de que yo lo estaba. Lloré todo el día. Le pedí a Cate que me ayudara y ella me llevó al médico, quien confirmó todo. Lloré otro poco más. Ya no tenía vuelta atrás.»

«Pensé en abortarte. — dijo con algunas lágrimas en los ojos. Lauren agachó la cabeza al escuchar eso. — Era muy joven y un hijo no era lo que quería para mí en ese momento. Cate consiguió el contacto y fui a la clínica. Pero no pude. Huí de allí. Decidí que te tendría. Y tuve que llamar a Isabella. Ella podría ayudarme.»

«Estaba furiosa. Luca estaba junto a nosotras y, para calmar a su madre, le sugirió que la adopción era la mejor opción para mí. Yo no sabía que hacer, así que acepté. Armé una maleta con algunas pertenencias y me llevaron a la casa de tus padres. A tu madre nunca le caí muy bien, pero era la única opción que tenían para ser padres. Así que me dejaron allí. Casi no salía. Me gustaba salir a tomar sol y escuchar música. A ti te gustaba mucho eso. Siempre me pateabas cuando te ponía algunos vinilos o te cantaba. Luca iba a la ciudad y siempre volvía con música nueva. Él me decía que al parecer estaba empeñada en convertirte en un gran músico. Igualmente me decía que tenía tiempo suficiente para arrepentirme y quedarme contigo. Pero yo había hecho una promesa y tenía que cumplirla.»

«Y llegó el día de tu nacimiento. Tenía mucho miedo. Luca estuvo a mi lado en todo momento. En algunos momentos pensé que moriría. Pero créeme que valió la pena todo el dolor por el que pasé en cuanto te tuve entre mis brazos. — Lauren la miró a los ojos y vio que estaba siendo sincera. — Eras muy pequeña. Traté de encontrar algún parecido con tu padre, pero no vi mucho. Te abracé lo más que pude y pensé en dejarte conmigo. Sin embargo, ya no eras mía. Tu madre te tomó de entre mis brazos y te llevó lejos de mí. Quise que llevaras el nombre de mi madre, pero ellos ya habían escogido uno para ti. Esperaron a que me recuperara y me corrieron. Volví a New York y no salí por un buen tiempo. Seguía preguntándome si lo que había hecho estaba bien.»

«Lo demás ya lo sabes. — dijo la mujer en lo que jugueteaba con sus manos. — Tu madre no me quería cerca tuyo. Tuvimos que llegar a un acuerdo para poder visitarte. En eso Luca me ayudó. Nos habíamos casado para que no nos molestaran y llevábamos una vida bastante libre. Tú me querías mucho. Y yo era lo suficientemente egoísta para hacer que me quisieras y así alejarte de tu madre. Amabas mis visitas y en esos momentos me sentía bien. Luego pasó eso. — Lauren sabía a qué se refería. — Me sentía culpable. En más de una ocasión pensé que, si te hubieras quedado conmigo, nada habría pasado. Y me dolía mucho que te hubieses alejado de mí. Y, para cuando tus padres murieron, decidí que lo mejor era hacerme cargo de ti. No estabas sola. Me tenías a mí, aunque había hecho una promesa de nunca decirte quién era yo en realidad.»

«Pero te he hecho mucho daño, Lauren. — La mujer estaba llorando allí. La chica también lo hacía. — Comprendo todo el odio que sientes hacia mí y me odio a mí misma por dañarte de esa manera. Sin embargo, hay cosas que no sabría cómo explicarte, pero hay otras que sí puedo hacer. La verdad es que sí sé quién es tu padre.»

Lauren la miró extrañada. La mujer tenía todo el maquillaje corrido, aun así la miró directamente a la cara. La chica sentía cómo su respiración se encontraba agitada.

— ¿Quién es? ¿Dónde está?

— No pensé que lo volvería a ver. — La mujer se pasó las manos por el cabello, arreglándoselo. — Está aquí, en la ciudad. Tú lo conoces. — Lauren pensó que en cualquier momento se iba a desmayar. — Tu padre es Alexander, cariño.

Lauren sintió cómo su mundo se caía. Trató de ver en el rostro de Eva algún rastro de mentira, pero no era así. La chica podía leer en ella la verdad. Y en ese momento estaba siendo franca con ella.

— No puede ser. — Lauren comenzó a llorar con más fuerza. — ¿Él lo sabe?

— No. Después de la noche en que fuiste concebida, jamás lo volví a ver. Comprenderás ahora por qué me desmayé ese día. La sangre llama. Y de la misma manera que tú te acercabas a mí cuando eras pequeña, te acercaste a él. Para ti, yo no soy tu madre. Pero quizás él pueda ser el padre que necesitas.

Eva se puso de pie y se limpió el rostro. Lauren seguía llorando y su corazón volvió a doler, como cuando era pequeña y se caía por andar jugando. Se acercó a la chica y, tras dudar un poco, le dio un beso en la coronilla. Lauren se alejó un poco y luego la miró, para decirle:

— ¿Qué haré ahora?

— Tú tienes que decidirlo. Alexander tiene un buen corazón. Ya sabes dónde estoy. Si necesitas algo, me avisas. Te quiero mucho, Lauren.

La chica se quedó sentada y vio cómo la mujer salía de allí. El hombre en quien más confiaba actualmente era su padre. Ahora entendía por qué se llevaban tan bien. Tendría que tomar una decisión. Ser sincera con él o simplemente esconderlo.

Al parecer salía de un problema y se metía en otro.

Smoke Gets In Your EyesWhere stories live. Discover now