Capítulo 62.

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62. Nunca más...

Sonreí piadosamente. El hombre se quedó perplejo, justo teniendo la reacción que yo pedí que tuviese.

—¡¿Qué?! ¿Qué sabes de Jack, Abbie? – Murmuró el hombre, sutilmente.

Harry bajó lentamente el arma, sorprendido.

—Sé que era mi abuelo. No hace falta tanto secretismo. También sé que me quieres muerta porque yo sería la que debería de estar en tu lugar, pero no quieres matarme tú porque sabes que Jack se sentiría completamente defraudado y aún sigues siéndole fiel. Maldito día en el que Stewart dio conmigo, ¿Eh?

—Dios, Abbie. ¿Cómo sabes eso? – Preguntó Harry, consternado.

—¿Y por qué estás tan segura de que no quiero matarte, Abbie? – Preguntó, retándome.

—Solo te invito a que si quieres verme muerta, seas tú quien me quite la vida.

El hombre me miró, quizás con algo de reto en sus ojos.

Se acercó cautelosamente a mí.

He de reconocer que lo único que me daba reparo, eran sus increíbles y casi interminables cicatrices que marcaban todo su rostro.

El hombre estaba a apenas un metro de mí.

—Tu abuelo está muerto, Abbie. Ahora no manda nadie sobre mí. Ahora soy yo el que pone o quita las reglas. Soy el que da órdenes, y si quiero matarte yo, lo haré. Y si quiero que Harry te mate, me saldré con la mía. Porque, ¿Sabes? No sería la primera vez que le pido que haga algo como esto.

Fruncí el ceño sin entender nada.

Miré a Harry, quien seguía con el ceño fruncido y sin perder detalle de la situación. Podría jurar que estaba con todos sus músculos en tensión.

—Nadie como tú merece ser llamado hombre, pero demuestra que puedes matarme sin sentirte culpable. – Dije.

—Lo voy a hacer, querida Abbie.

Sí, obviamente el miedo corría por mis venas a una velocidad que podría definirse como imparable. Pero era la única opción que veía. ¿Morir yo o morir todos?

 —Brad, no. No lo hagas. – Rogó Harry.

El hombre miró hacia el chico, metiendo la mano por su espalda.

—Demasiado tarde para ruegos, Harry. Ya he hecho demasiadas cosas por ti.

Sin mediaciones, Brad cargó el arma, que apuntaba sin ningún impedimento a mi sien.

—Adiós, Abbie.

Tragué saliva cuando vi que el hombre estaba decidido. Por un momento me arrepentí. Lo hacía.

Olía a la muerte. La sentía a mi lado.

—No, Brad... No lo hagas, por favor. – Continuaba rogando Harry.

—¿Algunas últimas palabras, Abbie? – Me preguntó.

—Que te quede un buen remordimiento de consciencia.

Brad sonrió como si lo que acabase de decir fuese un cumplido.

Un fuerte grito nos sobresaltó a los tres. Harry apuntó directamente con la pistola hacia dónde este provenía.

Miré hacia la dirección en la que se había escuchado el jaleo, frunciendo los ojos.

Mi sorpresa total llegó cuando vi que la persona que había llegado era rubia, de ojos azules y de género masculino. Cargaba una pistola con ambas manos y apuntaba hacia el cabecilla del grupo.

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