Capítulo 59.

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59. La casa del lago.

Abrí con cuidado mis ojos. La luz que aparecía por cada una de las dos pequeñas ventanas de la sala me cegaba completamente.

Me incorporé poco a poco e intenté observar todo mí alrededor.

Miré con cuidado hacia abajo y me percaté de que estaba sentada en una silla, con mi cuerpo algo resbalado.

Lo único que recordaba fue abrir la puerta a un desconocido...

Rápidamente me incorporé todo lo que pude y automáticamente volví en sí dentro de mi atontamiento.

Miré hacia todos los lados y solo vi una sala de parqué casi negro y unas pequeñas ventanas casi al final de las paredes color pastel.

Una habitación cuadrada, con una pequeña cama, mesilla de madera y una silla en el medio del cuarto, donde yo misma estaba.

Me levanté rápidamente y acudí a la puerta, de metal y gris.

En ese momento me di cuenta de que todo esto no podía ser idea de otra persona que no fuese Brad Steven.

Posé mi mano en la puerta y di dos golpes secos con mis puños.

—¿Hola? – Exclamé.

Fruncí el ceño pegando mi oído a la puerta. Sentí los pasos de alguien acercarse hacia mí, por lo que me separé todo lo que pude de la puerta.

Segundos después, esta se abrió y apareció la silueta de un hombre, la cual no me extrañó: Brad.

Pero sí me extraño la persona que le acompañaba.

—Hola, querida Abbie. – Murmuró el hombre.

Mi cuerpo decidió dejarse caer hasta aterrizar en la silla.

Yo continuaba observando el modélico cuerpo de quien estaba detrás de Brad. No podía creerlo...

Estaba totalmente quieto. Sus manos parcialmente entrelazadas delante de su cadera mientras que su mirada fija en mí. Yo, solo sentí alivio.

—¡¿Harry?!

—Así es. – Contestó Brad.

El chico me miró por dos segundos y después bajó su mirada al suelo.

—Prefiero dejar que os despidáis a solas... - Murmuró Brad, con una maliciosa sonrisa en su cara.

Segundos después, dio tres pasos más hacia la puerta y abandonó la habitación de cuatro paredes, dejándonos a Harry y a mí solos.

Cuando el horrible ser de nombre Brad cerró la puerta, acudí rápidamente a abrazar a Harry, aliviada de que él estuviese ahí.

—¡Dios mío, Harry! ¡Menos mal!

Me encontraba abrazándole y sintiendo que mi salvación personificada , estaba delante de mí.

—Abrí la puerta pensando que eras tú y de repente me encontré con un encapuchado con la cara... - Continué.

—Totalmente tapada, sí. – Añadió.

Le miré durante quizás veinte segundos, pero no obtuve respuesta, pues él continuaba mirando hacia el suelo.

Fruncí el ceño sin entender muy bien por qué Stewart había terminado la frase.

—¿Cómo lo sabes? – Pregunté.

Ninguna palabra ni ningún gesto proveniente de Harry, lo que me hizo preguntarme algo:

—¿Has sido tú quién se ha presentado con la cara tapada en la puerta de mi casa?

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