Capítulo 1.

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1. Apuesta. 

Mis pies andaban mientras mi cuerpo temblaba. Las calles de la zona más alta de Baltimore, Maryland, me intimidaban a medida que pisaba una nueva baldosa de la acera.

Ningún tipo de suciedad en las calles, ningún tipo de ajetreo, y sobretodo, ningún tipo de razones que me uniese a ese lugar. Excepto una: El decimoctavo cumpleaños de una de mis mejores amigas.

En las calles solo se escuchaban el insistente sonido de nuestros tacones. Las farolas, quizás echas con algún componente extremado de precio, alumbraban a nuestras sombras.

Mi pelo liso se estaba empezando a encrespar, pues la niebla aparecía en esa noche de febrero.

—¿Crees que nos hemos perdido? – Preguntó Sharon, mirando hacia todas direcciones.

—Holly me dijo que era por aquí. – Contesté.

La chica resopló. Me resultó extraño que no dijese alguna de sus impertinencias, pero, simplemente, lo dejé pasar.

Nuestros dientes chocaban entre sí. Parecía que incluso el clima de este sitio estaba ajustado a llevar ropas de alto caché, que pudiesen cobijar sin impedimentos del frío tan inmenso.

Sharon y yo continuamos andando unos diez minutos. Los más eternos de nuestra existencia.

Al borde de la desesperación, y tras pasar al menos media hora callejeando entre chalets valorados en quién sabe cuánto, encontramos una callejuela, donde vimos dos siluetas que nos resultaban familiares.

¡Al fin eran ellas! Stela y Holly. La cumpleañera junto a su hermana, la inventora de ello.

Corrí tan rápido como mis traviesos tacones me permitieron, y llegué al lado de Stela.

—¡¿Quién cumple años hoy?! – Exclamé. 

Me abalancé sobre mi amiga y la di un gran abrazo.

-Felicidades, Stel. – Añadí.

—Gracias, Ab. – Me dijo, sonriendo tímidamente.

Sus ojos color miel y su sonrisa tan inocente habían hecho que se me quitase el frío. Se la veía tan feliz.

—¿Y tú, Shar? ¿No me vas a felicitar?

Sharon con el ceño fruncido, parecía algo irritada.

—Tanto frío me congela las acciones. – Se quejó, mientras tiritaba. – Felicidades, Stelita.

Ambas se invadieron en un gran abrazo.

—¿Y bien? – Se atrevió a decir Holly. - ¿Qué os parece si nos vamos?

—¡Claro! – Exclamó Stela. – Me muero de ganas de saber qué me tenéis preparado en un lugar como este.

—Bien, entonces, ponte esto en los ojos. – Propuso Holly tendíendole un pañuelo a su hermana.

Sharon y yo observábamos sonrientes. Stela abrió sus ojos todo lo que pudo y accedió a ponerse el pañuelo completamente negro sobre los ojos.

Después de que la menor de nosotras obedeciese nuestras órdenes, simplemente empezamos a andar hacia el final de la calle donde nos encontramos. Se escuchaba algo de jaleo, y todas intuimos que, detrás de las últimas casas, se encontraría nuestro destino.

Solo bastó con doblar la esquina. El nombre se veía desde lejos. "Pub Somewhere". Quizás el propio cartel daba referencia en el sitio donde se encontraba. Le eché un vistazo desde lo lejos. La puerta se encontraba en un elegante local de un pequeño edificio –con aparente lujo-. El nombre lo decoraba una luz rosa fucsia, fluorescente. Parpadeaba cada aproximadamente cinco segundos, y volvía a permanecer quieto durante quizás diez.

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