Capítulo 23.

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23. Nick vs Harry 

El reloj de la cocina sonó. Las doce de la noche. Mi apuesta había sido perdida, sin embargo, yo había ganado algo.

Harry continuaba en el rellano, con los ojos verdes, deslumbrando como los diamantes.

Me abalancé sobre sus labios y le arrastré hacia adentro, dándole un interminable beso.

El chico simplemente se dejó guiar, soltando el ramo de flores en la mesa, y yo continuaba peleándome con su lengua que se introducía juguetona en mi boca.

No le dejé ni gesticular. Simplemente le conduje por mi casa hasta mi habitación.

Abrí la puerta, dándole la espalda a la madera, y ambos entramos.

Estaba completamente oscura. El chico se quitó su chaqueta, esa vez vaquera, y la dejó caer en el suelo.

El chándal que mojó el agua del mar era el que yo llevaba hoy.

Retiré un segundo mis labios de los suyos y miré sus ojos, lo poco que podía examinarlos.

—Quítame la ropa. – Murmuré.

—¿Estás segura?

—Ahora sí, Harry.

El chico me hizo caso y desabrochó los cordones de mi pantalón. Yo me encargué de desabrocharle los botones de sus jeans.

Poco después, me quitó la sudadera, seguido del sujetador, mientras yo le quité el jersey.

La respiración del chico empezaba a agitarse. Y, mi miedo, por ahora no estaba.

Harry posó sus manos en mis muslos y dio un pequeño toquecito en ellos para que saltase. Y así lo hice. Mis piernas rodearon su cintura y el chico me llevó hasta el pie de mi pequeña cama de uno ochenta, donde me soltó. Mi cuerpo se desplomó en ella.

Ambos estábamos en ropa interior. El chico comenzó a escalar por la cama hasta ponerse a la altura de mi cuerpo, boca abajo, encima de mí.

Mi palma se apoyó en sus hombros y comenzó a resbalar por toda su espalda. El chico sonreía, era lo único que podía ver.

Mis manos aterrizaron en su trasero. Lo masajeé un poco y sentí como el cuerpo de Harry se estremecía.

Ahora mi extremidad comenzó a conducirse hasta la parte delantera, como él me había indicado días antes.

De nuevo noté un notable bulto en mis manos, el cual yo rodeaba. Mi corazón se aceleró, y me quedé quieta.

Harry llevó su mano hasta la mía, y comenzó a ayudarme. Yo, simplemente, me mantuve constante.

Y, él, comenzó a jugar. Se apoyaba en un antebrazo. Su dedo índice de nuevo perfilando todas mis curvas, mientras yo seguía jugueteando por fuera de su bóxer.  

Ahora su mano se encargó de acariciar mi pecho, que estaba completamente desnudo.

—Juega más, Abbie. – Murmuró, entre jadeos.

El chico retiró su mano de mi pecho cuando se dio cuenta de que no le había entendido. Cogió bruscamente mi muñeca y la metió dentro del bóxer.

Mi cuerpo se paralizó cuando noté que entre su bulto y yo no había nada de intermediario.

—Juega. – Insistía el chico. 

Mi mano comenzó a recobrar el movimiento constante que tenía por fuera, mientras que Harry comenzó a bajar su dedo por mi tripa. De nuevo con pequeños trompicones por mi piel, la cual se erizaba.

Mi mente tenía la imagen de Ryan, pero ahora había algo que podía luchar contra eso: El te quiero de Harry.

Cerré los ojos, apretándolos, y me di cuenta de que me habían dado una segunda oportunidad para hacerlo de nuevo. Y era Harry.

Sus dedos ágiles consiguieron deshacerse de mi braga y deslizarla hasta mitad de mis piernas. 

Dos de ellos se metieron dentro de mí. Mi respiración se cortó por un segundo, parando el movimiento.

Harry se tumbó un poco más encima, dejando que mi pecho y el suyo chocasen, sin sacar su mano de mi interior.

—Tranquila, Abbie. – Me susurró. – Si quieres paramos.

—No. – Contesté al momento.

Mi muñeca seguía constante. La cadera de Harry se contrajo y su garganta ofrecía gemidos en forma de susurro.

En cuestión de segundos, retomó la misma velocidad que mi muñeca.

Ambos estábamos envueltos en nuestras respiraciones. Ambos disfrutábamos de nosotros, sin el miedo entre medias. Sin nada.

Nuestros torsos completamente en contacto, mis manos en él, y sus manos en mí.

Su cabeza se hundió en mi pelo, cerca de mi oído. Ahora podía escuchar su sonido tan profundo demasiado cerca, cosa que subió mi excitación.

Su mano comenzó a ir más deprisa, lo que me obligó a hacerlo a mí también.

Era genial.

—Joder. – Pronunció, susurrando en mi oído.

Eso me cargó de fuerza y me di cuenta de que lo estábamos disfrutando. Él y ... yo.

Mi muñeca se aceleró mientras que el contraía su cadera. Su respiración estaba completamente descontrolada, al igual que la mía.

Sus gemidos cada vez eran más intensos, igual que los míos.

Mi respiración se paró en el momento justo.

Harry cogió rápidamente mi mano de la muñeca y se separó de mí, incorporándose y sentándose en el pie de la cama.

Estaba rendida entre mis sabanas. Eso era una de las cosas más satisfactorias que había hecho en toda mi vida.

Observaba su espalda mientras que en mi frente solo había sudor.

El chico miró hacia atrás con una sonrisa pícara.

—¿Estás bien? – Preguntó.

—Lo estoy.

Y quizás fue la delicadeza con la que Harry había llevado el control, o quizás la seguridad de que al fin alguien me quería como para dar un paso como ese, por pequeño e iniciativo que fuese.

El timbre de la casa sonó. Supuse que era Sharon.

Me incorporé y cogí rápidamente un vestido que tenía en uno de los cajones de mi mesilla.

—Iré a abrir.

Mis pasos descalzos por el suelo del piso me condujeron hasta la puerta.

Tomé el pomo y abrí.

Mis ojos guardaron la incredulidad cuando no vi la silueta de mi amiga en el rellano, sino la de un chico rubio, de ojos azules y de nombre Nick.

Mi respiración se cortó, y la tranquilidad de la cual disfrutaba, había desaparecido completamente.

—Hola. – Dijo.

—¿Qué haces aquí? – Pregunté.

—Creo que me debes algo, Abbie. Y no es exactamente el dinero.  

Me quedé callada mientras miraba a sus ojos, que se condujeron directamente a mi espalda.

Me giré y pude apreciar el cuerpo de Harry, solo vestido con su bóxer.

 Ambos se miraban ceñudos y, yo, estaba en el medio.

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