Capítulo 55.

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55. Encontrar para perder. 

Mi cuerpo chocó contra la pared del pasillo mientras Harry se encargaba de cerrar la puerta con el pie, sin dejar un segundo de besarme bruscamente.

Segundos después, sus besos acabaron cayendo por mi cuello, haciendo que mi respiración fuese a mil kilómetros por hora, estremeciéndome de una manera insana.

Mis ojos estaban cerrándose de placer. Tener a Harry en esa situación era algo que nadie podía tener la suerte, excepto una persona: Yo.

El chico aprovechó el momento para quitarse la camiseta, pero en ningún momento se permitió el lujo de dejar que me desplazase dos centímetros más allá de dónde estaba.

Acto seguido, acudió a mis pantalones, tomando el cinturón y desabrochándolo.

—¿Qué pretendes? – Pregunté.

—Tenemos que esperar hasta esta noche para que cierren la tienda. Habrá que aprovechar el tiempo que nos queda. – Murmuró, entre besos. – Además, esto hay que celebrarlo, ¿no?

Harry bajó ambas manos por mi torso hasta llegar a mis muslos, cuidadosamente. Segundos después, puso sus manos detrás e hizo un pequeño gesto para que yo saltase, obligando a poderme coger y a que rodease su cadera con las piernas.

Atravesó el pasillo de mi casa y abrió la puerta de mi habitación con los pies.

Seguidamente, se acercó hasta el pie de la cama, soltando mi cuerpo y haciendo que éste se desvaneciese completamente en el colchón.

Rápidamente quitó mi camisa, mientras yo desabrochaba los botones de sus jeans negros y ajustados.

La luz de media tarde que entraba por la ventana podía ayudarme a ver que un bulto estaba creciendo en el interior de sus bóxer blancos.

El chico terminó de quitarme casi toda la ropa, de tal manera que quedé sólo con la interior, al igual que él.

No tardó ni cinco segundos en abalanzarse sobre mí, cogiendo mis muñecas con sus manos y poniéndolas paralelas a mi cabeza.

Sus labios no se despegaban de los míos, y hacía que el colchón de la cama bailase a nuestro vaivén.

Sutilmente, fue recorriendo cada una de mis curvas hasta llegar a la zona de la pelvis. El chico ahí tuvo cierta delicadeza, pues sabía mis paranoias.

Mi respiración se cortó. Harry rápidamente me miró, mientras yo tragaba saliva.

—¿Estás bien? – Susurró.

Asentí con la cabeza y el chico dio un par de pasos más con los dedos. Se acercaba a mi braga.

Un pequeño escalofrío se apoderó de mi cuerpo.

—Abbie, acabas de ver a Ryan y acabas de revivir todo lo de aquel día. Entiendo si quieres que paremos.

Miré sus ojos verdes que gracias a la luz del sol podía ver perfectamente.

Harry tenía razón, realmente estaba consternada gracias a que de nuevo todos los recuerdos con ese inútil divagaban por mi cabeza. Pero había perdido ya mucho gracias a él, y no quería volver ahora que empezaba a ganar.

Fui ágil y sorprendí a Harry, incorporándome y siendo capaz de colocarle debajo de mí.

Me encontraba sentada encima de él. Ahora era yo quien le agarraba por sus muñecas.

—¿Te sirve esto de respuesta? – Pregunté, insinuante.

A continuación, mis labios se chocaron con los de él, haciendo que Stewart se extrañase de mi rara reacción.

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