CAPÍTULO 29

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«Adiós, Ashley», pensó, mientras tiraba el anillo al aire y volvía a atraparlo. Se sentía más libre de lo que nunca antes.

____ se merecía tener un hombre que la adorara con todo su corazón, no un guerrero destrozado por la vida, que ni siquiera estaba seguro de poder proteger lo que más quería.

Alcanzó el teléfono para cancelar la cena. Odiaba su cumpleaños y, en realidad, no quería pasar la noche con ella. Se sentía herido y algo vulnerable y no quería decir nada que pudiera lamentar después, como que nunca se había sentido digno de ser amado y que no sabía cómo ella le había hecho sentir a veces de ese modo.

Sin embargo, dejó caer el auricular. No podía hacerle aquello. Conociendo a ____ como la conocía , probablemente se había tomado muchas molestias para hacer que aquella noche fuera especial. Se sintió aprisionado. Tenía que tomar una decisión pronto, pero no sabía en qué dirección debía hacerlo.

Tal vez pudiera pedir un traslado. La última adquisición de Pryce era un equipo de hockey en Canadá. Si jugaba bien sus cartas, podría conseguir que Liam le enviara allí.

¿Por qué tenía siempre que salir huyendo? «Ya sabes que es mejor abandonar a alguien que te abandonen».

Pero no aquella noche. No tenía que decidir. Podría ir a casa de ____, estar con ella una noche más y luego tomar una decisión. Protegerse a sí mismo o protegerla a ella.

Se puso la chaqueta y agarró su maletín. El ascensor le recordaba a ___ y el primer beso, por lo que bajó por las escaleras. No quería pensar en ella ni en cómo había cambiado desde que se conocieron. Y cuánto ___ le había cambiado a él.

Salió del edificio y se montó en su coche. Siempre había creído que lo más importante eran el poder y el dinero y no despertarse por la mañana y saber que alguien sentía algo por uno. Aquel alguien no era cualquiera. Era ___.

Ella sentía algo por él. A excepción de enseñarle pequeños retazos de su alma, la había tratado como lo había hecho con todas las mujeres con las que había tenido una relación. Ella se merecía algo mejor, pero Louis no se resignaba a dejarla marchar.

Detuvo el coche al lado de una florería y le compró una docena de rosas. Se sintió algo tacaño haciendo eso. Seguramente podría haber hecho algo mejor, como comprarle seis docenas de rosas, pero no lo había hecho.

El tráfico no era demasiado pesado y llegó antes de lo que quería. De pie a la entrada, con las rosas algo marchitas, dudó. Todavía tenía tiempo para marcharse. No tenía porqué llamarla ni escribirle una nota. Solo marcharse.

Cuando la puerta se abrió, unos deliciosos aromas le asaltaron. Pavo, pan casero, mujer... Su mujer. Ella lo observaba a través de los cristales de las gafas con aquellos ojos oscuros que parecían mirarle directamente al corazón.

-Feliz cumpleaños, Louis -dijo ella, poniéndose de puntillas para besarle.

Como un tímido adolescente en su primera cita, él le entregó las flores.

-Son para ti.

La alegría que vio en sus ojos le avergonzó aún más. Debería haberle comprado unas flores más hermosas, frescas, en vez de las primeras que había encontrado. Entonces, el placer que experimentó hubiera significado más para él. Sin embargo, aquella muestra de felicidad le emocionó de un modo en el que nunca había creído que podría emocionarse.

-Entra.

Al entrar en su casa, se sintió como si lo hubiera hecho en su propio hogar. Música clásica, de Mozart, llenaba tranquilamente el ambiente. Las velas estaban encendidas en el comedor y una banda se extendía de una pared a otra con las palabras Feliz Cumpleaños escritas con brillantes colores.

Louis miró hacia otro lado y vio un pila de regalos y un pastel de cumpleaños.

Al entrar en la cocina, vio que ella había preparado un verdadero festín. Pavo, salsas, puré de patatas y pastel de manzana. Le había regalado lo que siempre había deseado.

Louis nunca había hablado de aquel anhelo y, sin embargo, ella había sabido verlo en su corazón. ¿Cómo había podido hacerlo? ¿Cómo había podido entender tan bien al hombre en el que había querido convertirse toda su vida y que nunca había podido ser? ¿Al hombre que había deseado el amor y que siempre había huido de él? ¿Al único hombre que no podría quedarse con ella porque la amaba demasiado?

A ___ le pareció que la cena fue perfectamente. Recogió la mesa y luego hizo que Louis cerrara los ojos mientras encendía las velas del pastel de cumpleaños. Luego, le cantó cumpleaños feliz y le dijo que pidiera un deseo. La mirada que vio en sus ojos cuando los abrió le dio ciertas esperanzas.

Le hizo creer que Louis la amaba. A ella, ___ Jones, una muchacha del montón. No podía esperar a darle el regalo que tenía reservado para aquella noche. El regalo de una madre y de una familia.

-¿Estás listo para abrir tus regalos? -preguntó ella, llevándole todos los paquetes que le había preparado.

Luego, le fue entregando todos los regalos que había comprado. Se había excedido un poco, como siempre hacía por los que quería. Quería cubrirle de cariño porque sabía que siempre había recibido muy poco y él creía que no se lo merecía. Porque quería que fuera su hombre para toda la vida y sabía que podía serlo si se daba la oportunidad.

-Sí -dijo él, poniéndose de pie.

-¿Qué estás haciendo?

-Quiero abrir el más grande en primer lugar.

-Quieto -replicó ella, deteniéndole. Tenía una sorpresa para él en forma de lencería y no quería que la estropeara-. Abre estos primero.

-Sí, señora.

-No te hagas pasar por obediente, Tomlinson. Te conozco demasiado bien.

-Es cierto -afirmó él, sin hacerlo en el tono de broma con el que ella había hablado. Había hablado muy en serio y aquellas palabras fueron directamente al corazón de ____.

-¿De verdad? -preguntó ella. No se había dado cuenta de lo mucho de sí mismo que él le había dado.

-De verdad.

-Bueno -susurró ___, sintiendo que las lágrimas le ardían en los ojos-, date prisa con estos.

Louis fue abriendo los regalos. Le encantó el abono para los Braves que ella le había comprado para la próxima temporada, la corbata y la caja de puros cubanos. Sin embargo, la fotografía de los dos pareció ser lo que más le emocionó. Se la habían tomado en la gala y estaba mirando a los románticos ojos de ____ como si estuvieran hechos el uno para el otro.

BELLA POR PRIMERA VEZOn viuen les histories. Descobreix ara