CAPÍTULO 3

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-Gracias, pero ya lo tengo todo.

Entonces, dio un paso hacia la puerta justo en el momento en el que esta se abrió. El maletín de piel voló hacia un lado y ella perdió el equilibrio. Sin embargo, Louis la agarró a ella y a la maleta. Trabajar con ____ iba a ser un desafío. A él le gustaba poder controlar el medio en el que se movía y ____ parecía una persona imprevisible. Probablemente, el mayor reto al que se había enfrentado desde que había empezado a trabajar para Pryce.

Le sorprendía que aquella mujer todavía no se hubiera hecho daño.

-Me temo que tendré que insistir en ayudarte.

-¿Es que tienes miedo de que Pryce no tenga suficiente dinero para pagar una posible denuncia por lesiones causadas a una empleada en su lugar de trabajo?

-Digamos que es lo más caballeroso que puedo hacer en estos momentos -replicó él, encogiéndose de hombros.

-De acuerdo entonces -dijo ella, mientras salían por la puerta y se disponían a esperar el ascensor-. Sé de lo que tienes miedo.

En aquellos momentos, Louis se dio cuenta de que aquella mujer era más de lo que parecía. ¿Cómo podía mirarlo y ver miedo cuando el resto de las personas veían fuerza?

-Tú dirás.

-El hueco del ascensor es una tentación demasiado grande para una torpona como yo.

Entonces, le guiñó un ojo y se echó a reír. _____ tenía sentido del humor y, aunque no lo demostró, a Louis le hubiera gustado reír con ella.

-El mundo no va a dejar de girar porque sonrías -dijo ella, al entrar al ascensor-. Gracias por tu ayuda, Louis - añadió, extendiendo las manos para que él le diera sus cosas.

-De nada. Y puede que sí.

-¿Cómo?

-Podría ser que el mundo dejara de girar si yo sonriera.

-Todavía no ha ocurrido.

-Todavía no he sonreído.

-Entonces, me tomaré eso como un desafío -concluyó ella.

Las puertas del ascensor se cerraron antes de que Louis pudiera replicar.

Dos días después, Louis se encontró delante del despacho de ____. El día, que había ido cayendo en picado desde que había empezado, mejoró drásticamente en el momento en que llamó a la puerta y entró en el despacho, justo a tiempo para la cita que tenían a las diez y media.

Lo primero que vio fueron unas piernas interminables y un velo de cabello rizado que impedía ver el rostro de _____, que estaba inclinada hacia delante. Estaba deslizando las manos suavemente por una pierna bien torneada, estirándose una media de seda que luego se enganchó a un liguero. Aquellos atributos tan femeninos estaban completamente fuera de lugar en aquel despacho tan conservador.

Louis se detuvo al lado de la puerta para disfrutar la vista. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visto unas piernas enfundadas en unas medias de seda, y todavía más aún desde que había deseado seguir mirando. Había algo sobre aquellos esbeltos muslos, las medias de seda y los ligueros de encaje que le llegó muy dentro.

El deseo se extendió rápidamente por todo su cuerpo, alertando a todos y a cada uno de sus poros. La sangre le palpitaba rápidamente por las venas y sintió el principio de una erección. En aquel momento, se preguntó si los seres humanos podrían arder espontáneamente.

Deseó cerrar la puerta y poder subirla al escritorio, rasgarle la ropa interior y poseerla allí mismo. El impulso era fuerte, pero Louis odiaba la debilidad. Nadie había logrado nunca hacer tambalearse el control que Louis tenía sobre sí mismo. La disciplina era lo único que le quedaba y no se rendiría fácilmente, y mucho menos a una bibliotecaria que había ascendido a coordinadora de acontecimientos.

Había llamado a la puerta y había entrado tan rápidamente que _____ no se había percatado de su presencia. Cuando él se aclaró la garganta para llamar su atención, ella se quedó con la boca abierta. Se bajó la falda sin abrocharse la segunda liga, algo que a Louis no le resultó fácil olvidar. Aquella mujer no debería llevar ropa interior de raso y encaje.

El vestido era amplio y poco atractivo, los zapatos de tacón bajos y pudorosos y el peinado pasado de moda. Era el tipo de mujer que debería llevar puesta ropa interior de algodón y calcetines. ¿Por qué no era así?

Louis se sentía incómodo. Sabía demasiado sobre las leyes de acoso sexual como para saber que se metería en un buen lío si decía algo. Sin embargo, le resultaba imposible guardar silencio. Aquellas piernas tan espectaculares se merecían una mención. ¿Sería aquello lo que habría presentido su cuerpo días antes? ¿Que aquellas ropas tan feas eran solo un camuflaje para una mujer espectacular?

La intensidad del rubor que le cubría las mejillas hubiera podido calentar una casa en invierno. Rápidamente apartó la mirada. Su nerviosismo evocaba una ternura que no encajaba con la excitación sexual que se había apoderado de Louis. Entonces, ____ se pudo a juguetear con sus gafas, quitándoselas para limpiarlas y luego volvió a ponérselas.

-Creo que teníamos una reunión a las diez y media hoy -dijo él.

-Has llegado con unos minutos de adelanto -le espetó ella.

Louis se dio cuenta de que ella trataba de no recordar el hecho de que había tenido subida la falda hasta casi la cintura. Él mismo intentó apartarse aquella imagen de la cabeza, aunque no pudo conseguirlo con la de la liga suelta. No creía en implicaciones emocionales, y mucho menos con mujeres torpes y del montón.

_____ extendió una mano. Él se la estrechó con la intención de soltarla tan rápidamente como lo había hecho el otro día, pero aquella mano era tan suave... mucho más suave que ninguna otra que hubiera tocado. Incluso las manos de su difunta esposa tenían callos por las tardes que se pasaban jugando al voleibol.

Acarició la palma con el dedo índice antes de soltarla. Sabía que no debería haber hecho ese gesto, pero la maldita liga no dejaba de cruzársele por la mente. La imagen de ella encima del escritorio, rodeándole la cintura con las piernas, era una fantasía difícil de olvidar.

-Por favor, siéntate -dijo ella, señalándole una de las dos butacas.

A pesar de que las sillas parecían tan incómodas como solían ser las de un despacho, aquella habitación le dio la bienvenida de un modo que jamás hubiera imaginado. Había una estantería repleta de libros y todas las superficies tenían marcos de fotos con grupos familiares o personas solas. Los candeleros y las flores secas perfumadas también abundaban, y hacían que aquel despacho fuera el que mejor olía de toda la planta. Tenía una suave música de fondo.

Aquel despacho, tan femenino, era un reflejo de la mujer en sí misma y le molestaba. Incluso había un pañito de encaje en una de las superficies, repleto de un montón de pequeños objetos que no hacían más que recoger polvo.

Louis se sentía algo incómodo y fuera de lugar, como un guerrero que acabara de regresar de la batalla para encontrar que su casa había sido invadida por alienígenas, del mismo modo en que se sentía cuando pasaba por las tiendas de lencería del centro comercial, lugares que, con toda seguridad, ella frecuentaba a menudo.

- Louis, he realizado unos cálculos preliminares de la seguridad que necesitaremos en la gala, pero me encantaría escuchar tu opinión.

Él también tenía algunos pensamientos que le hubiera gustado compartir con ella, pero sabía que era mejor concentrarse en el trabajo. La seguridad para la gala era un asunto crucial, sobre todo con las recientes amenazas que se habían recibido. Dado que los huelguistas no estaban a punto de resolver sus problemas laborales, Louis debía encargarse personalmente de la seguridad.

BELLA POR PRIMERA VEZWhere stories live. Discover now