CAPÍTULO 6

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-No. Como nunca he leído ninguno de estos libros, no puedo hacer ningún comentario al respecto. Además, no sé nada de tu vida personal.

-Sí, claro, pero si me miras, te darás cuenta de que yo no soy material para una tórrida aventura amorosa

-Tampoco lo eres para un convento, pero eso no significa que yo vaya a asumir que seas una atea.

___ se mordió el labio inferior. A Louis le hubiera gustado inclinarse sobre ella y besarla, tomarla entre sus brazos y protegerla del cruel mundo, pero no era un buen protector de la inocencia, y eso lo sabía mejor que nadie. Por primera vez desde la muerte de Ashley lo lamentó.

-Lo siento, hoy no soy yo misma.

-No pasa nada.

Louis tenía una buena cantidad de cosas por las que culparse, así que podía culparla a ella. Sabía más de ella de lo que nunca había esperado saber. Aquella mujer de la picara ropa interior estaba poco segura de sí misma. Aquella mujer que se había enfrentado a él por un evento, no tenía seguridad en sí misma a nivel personal.

____ le intrigaba de un modo en que Ashley nunca lo había hecho, porque su difunta esposa había sido una versión femenina de sí mismo. Lo habían compartido todo. Ashley había sido la persona más indicada para entablar una relación porque entendía perfectamente todo sobre las barreras de protección y sobre el control de las emociones. Como él, había sido policía y se habían conocido en la academia.

«Levántate. Vete de esta mesa antes de que esta relación vaya más allá», se dijo. En aquellos momentos, lo único que había entre ellos era una relación de trabajo, pero Louis quería más. Él no era nada más que un ex policía con muchas cicatrices, que había crecido en un orfanato y que nunca había sido adoptado porque no había hablado hasta que no cumplió los siete años. Según la psicóloga que se encargaba de él, la muerte de sus padres había provocado aquel silencio. Luego, se había convertido en el hombre que era a fuerza de sudor y sangre. Sin lágrimas. Nunca había llorado, porque las lágrimas requerían unos sentimientos que él no tenía.

Empezar una relación con ___ requeriría esos sentimientos. Presentía que la ternura que vio en ella el día de la presentación solo era la punta del iceberg. Simplemente verse en la misma habitación que ella le hacía excitarse, como un adolescente al ver una revista de chicas. No había experimentado un deseo tan intenso desde que había descubierto que los chicos y las chicas eran diferentes.

-Bueno -dijo por fin, cerrando el envase de la hamburguesa-. Hasta las tres.

Se marchó sin mirar atrás. ¿Cómo iba a poder trabajar con la mujer que le había hecho recordar por qué había dejado de tener sentimientos? Era una mujer inteligente y valiente y debería sentirse atractiva. Le recordaba a sí mismo mucho tiempo atrás y no quería que se sintiera tan poco amada.

____ temía el picnic que se organizaba en Pryce Enterprises porque relacionarse con los demás empleados no era lo suyo. Aparcó el coche bajo un roble y observó cómo los demás empleados se dirigían hacia el lugar elegido por la empresa.

El sol de mediados de junio le calentaba la nuca y el aroma de las magnolias llenaba el aire. Lo peor de vivir tan lejos de su familia era que siempre tenía que acudir a aquellos actos sola. Tras registrarse en una de las mesas, se colocó una pegatina con su nombre. Tal vez sería mejor marcharse a casa...

-¿____?

Louis. El aroma de su loción para después del afeitado la rodeó como una cálida brisa en un frío día de invierno. Se sintió incómoda, de un modo que era demasiado personal y que implicaba sentimientos que no debería estar teniendo por él. Louis estaba fuera de su alcance en lo que se refería a las relaciones personales.

-Hola -dijo ella, tratando de sonar normal.

Deseó haberse puesto algo más moderno que le hubiera dado un aspecto más atractivo. Sin embargo, el sencillo vestido de algodón era más de su estilo. Louis se las había arreglado para tener un aspecto sofisticado y cómodo al mismo tiempo, vestido con unos pantalones cortos de diseño y un polo. Su propia figura se reflejó en los cristales de espejo de las gafas que él llevaba puestas. Entonces, ____ se metió la mano en el bolsillo y sacó sus propias gafas. Eran algo llamativas, y lo sabía, pero le encantaban las gafas en forma de estrella.

-¿Estás aquí para comprobar que la seguridad funciona? -le preguntó ella.

-No. Solo para divertirme.

Louis le acompañó a las mesas de comida. Luego, bajo una carpa, había otras mesas, cubiertas con manteles a cuadros rojos y blancos, en las que los asistentes se habían sentado a comer. Casi todos los asientos estaban ocupados, pero ___ siguió a Louis hasta un lugar relativamente tranquilo.

Al ver a sus compañeros y compañeras charlando unos con otros y con sus familias, ____ se dio cuenta de lo sola que estaba. Si no tomaba medidas, seguiría siendo así.

Mientras los dos comían, un incómodo silencio reinó entre ellos. ____ trató de encontrar algo que decir, pero los comentarios casuales que siempre le había resultado tan fácil utilizar no le salían tan naturalmente con Louis.

-Me encantan los picnic. Cuando yo era niña, mi familia y yo solíamos ir al parque Golden Gate al menos una vez al mes para volar cometas y comer -dijo ella, notando que Louis levantaba los ojos para mirarla

-. ¿Es grande tu familia?

-No, ¿y la tuya?

-Supongo que sí. Aparte de mis padres y una hermana mayor, tengo unos quince tíos y tías y más primos de los que puedo contar. En cualquier reunión, somos multitud.

-¿Eres de California?

-Sí.

-¿Por qué te mudaste a Atlanta?

-Me atraía la ciudad. Ya sabes que esta es la tierra de Lo que el viento se llevó. Además, quería establecerme lejos de mi familia.

-¿Te protegen mucho?

-Un poco.

-¿Y por eso no eres materia de una tórrida aventura amorosa?

-Siento haber reaccionado de ese modo -respondió ella.

En realidad, le había molestado que un hombre guapo la sorprendiera leyendo una novela romántica. Seguramente se imaginaría que se pasaba todos los viernes y los sábados en casa, leyendo un libro tras otro en la seguridad del porche de su casa. Sabría que nunca había experimentado ni una décima parte de la excitación, la pasión o el drama de los personajes de aquellas novelas. Louis le hacía desear que fuera de otro modo.

-No hay por qué sentirlo -dijo él, quitándose las gafas-. En realidad, me gustaría mucho saber por qué no hay un hombre en tu vida -añadió él, dejándola perpleja-. ¿_____?

-Trabajo todo el tiempo y...

BELLA POR PRIMERA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora