CAPÍTULO 17

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____ sintió que el corazón le daba un vuelco. Aquel hombre que protegía a todo el mundo no tenía nadie que le protegiera a él. Repasó lo que Louis le había contado en el avión y, en aquellos momentos, sintió la necesidad de ir a buscarlo para darle un abrazo.
Se secó los ojos y fue a visitar el resto de los sitios. Hablaban de los padres de Louis y de su muerte cuando el pequeño tenía dos años. Tras señalar la página, cerró la conexión a internet. A pesar de que no tenía intención de husmear en su vida, los detalles que había averiguado le habían hecho comprenderlo mejor.
Aquel hombre necesitaba una familia. Aquel hombre, que la había besado y le había hecho arder el alma, la necesitaba. Y, de repente, aquel hombre cuyo pasado acababa de espiar estaba en la puerta.
—Hola, ____ —dijo él, con voz sugerente.
—Hola —respondió ella, dando gracias porque no hubiera llegado dos minutos antes.
—¿Tienes un momento libre? —preguntó. Parecía cansado. La ropa que llevaba puesta le daba un aire de sofisticación, por lo que resultaba increíble pensar que no hubiera llevado una vida acomodada desde siempre.
La información que había descubierto no dejaba de rondarle la mente. Resistió la tentación de revelárselo y decidió que era mucho mejor invitarle a salir. Nunca conseguiría que Louis la viera como algo más que una compañera de trabajo si no le mostraba otras facetas de su vida. ¿Aceptaría?
—Ya me marchaba. ¿Quieres venir a cenar conmigo? Podemos hablar de lo que querías comentarme.
—____, eso me parece una cita.
—Y si lo es, ¿vendrás de todos modos?
____ solo había tenido una cita en toda su vida. Todo había acabado en un desastre y no quería que lo mismo le ocurriera con Louis. Sin embargo, él era diferente.
—Tal vez.
—¿Tal vez? —preguntó ella, algo avergonzada.
—Bueno, cielo, tendrás que convencerme.
—¿Convencerte?
—Hacerme creer que quieres que salga contigo.
____ trató de mostrarse en actitud contemplativa, cuando lo que de verdad quería era abalanzarse sobre él y abrazarle. Sin embargo, no quería parecer demasiado fácil.
—Claro que quiero que... cenes conmigo, pero no me había dado cuenta de que una simple invitación para compartir una comida requiriera pensarlo tanto.
—No salgo muy a menudo.
—Entonces, ven conmigo —dijo ella, acercándose a él.
—¿Adonde?
—A Fratelli di Napoli.
—No es justo. Me encanta la comida italiana —susurró él, inclinándose sobre ella hasta casi rozarle los labios con los suyos.
—Lo sé.
—Entonces, de acuerdo.
En su interior, ____ se sintió gozosa. Aquello era lo que hubiera esperado que ocurriera, lo que llevaba tanto tiempo tratando de conseguir.
Louis esperó mientras ella recogía su despacho. Cuando se inclinó para recoger su bolso, ____ vio el artículo que había impreso sobre él.
A continuación, se dirigieron al ascensor. Louis le puso la mano en la espalda y a ____ le gustaba que le tratara como si fuera una dama y que la hiciera sentirse especial.
 Él había sido herido tantas veces que había aprendido a ocultar sus sentimientos. Nunca iba a poder volver a amar a menos que ella le demostrara cómo. ___ dudaba que fuera lo suficiente mujer como para derribar las barreras de aquel hombre. Sin embargo, mientras esperaban en aquel pasillo, supo que debía intentarlo.
 
Fratelli di Napoli resultó un restaurante muy agradable. Louis se sentía muy satisfecho con la lasaña que había consumido, aunque la mayor satisfacción le venía de la mujer que estaba sentada frente a él. Le había invitado a tomar una última copa y, a pesar de que su mente le recordaba que solo podría tener una tórrida aventura con ella, su alma añoraba la intimidad que ____ podía darle.
La deseaba como no había deseado a otra mujer, incluso a su esposa. Aquel pensamiento le turbaba, pero no tanto como la pasión que se apoderaba de él cada vez que veía a ____. Era dulce, ingeniosa, inocente pero sexy a la vez. No había nada que deseara más que tenerla moviéndose bajo él sobre una cama.
—La lasaña siempre me recuerda a la Navidad —dijo ____, recostándose en su sofá.
Louis pensó que la lasaña siempre le recordaría a ella. Le había dejado encantado en el restaurante, haciendo el pedido en italiano y hablándole de su abuela.
—¿Qué es lo que te recuerda a ti a la Navidad?
Louis apartó la mirada. Nada y todo a la vez le recordaba a la Navidad. Le parecía el único momento del año en el que realmente había deseado tener una familia.
—Venga, Louis, cuéntame tus secretos.
—¿Por qué no me cuentas tú los tuyos?
—¡Vaya! ¿Quieres hacer trueques? De acuerdo. Cuando era niña, mis padres me mimaron muchísimo. Siempre había una montaña de regalos debajo del árbol, pero yo tenía el deseo secreto de...
—Cuéntamelo —dijo él, inclinándose ligeramente sobre ella y recordando su propia y triste infancia.
—Quería ser muy guapa, como mi hermana Gabriela.
No supo qué decir. Efectivamente, ____ no tenía una belleza clásica, pero había una sensualidad y una frescura en ella que le hacía olvidar otros rostros más hermosos.
—Sé que parece un poco egoísta, pero resulta difícil vivir bajo su sombra.
—No, sé perfectamente a lo que te refieres.
—¿De verdad?
Louis asintió y luego tomó un trago de su copa.
—¿Y qué es lo que tú deseabas? —preguntó ____, con voz dulce.
Él la miró a los ojos y se dio cuenta de que, mientras ella lo estuviera mirando, no podría contárselo. Por eso, se inclinó sobre ella y le acarició la oreja con los labios.
—Te diré lo que deseo en estos momentos.
—¿Qué?
Louis le susurró al oído las deliciosas caricias que iba a proporcionarle cuando hicieran el amor. ____ se sonrojó, pero él la estrechó entre sus brazos. No podía esperar más. Deseaba saborear aquellos dulces labios y acariciar la suavidad de su piel.
Ella le rodeó con los brazos y lo estrechó con fuerza mientras sus labios buscaban los de él. Tal vez hubiera sido Louis el que habría iniciado aquello, pero ____ tomó la iniciativa.

BELLA POR PRIMERA VEZWhere stories live. Discover now